Abriendo calles participativas en Ciudad del Cabo
Ciudad del Cabo. Fotograf¨ªa: @Ahumancity
Es f¨¢cil dejarse encandilar por Ciudad del Cabo. Flanqueada por una serie de monta?as y parques nacionales que protegen la bah¨ªa, la ciudad observa a trav¨¦s de sus longitudinales playas el encuentro entre el Oc¨¦ano Atl¨¢ntico y el Oc¨¦ano ?ndico. Si la Monta?a de la Mesa, una de las siete maravillas naturales del mundo, hipnotiza con su mantel de nubes que cae evapor¨¢ndose a trav¨¦s de sus acantilados, la Cabeza de Le¨®n y el Pico del Diablo arquean la ciudad creando un microclima ¨²nico que la convierte en uno de los centros de biodiversidad y reinos flor¨ªsticos m¨¢s variados del mundo.
Sus calles serpentean la cordillera entre parques y mansiones que se remontan al siglo XVII para acabar en el Victoria & Albert Waterfront y su puerto, con un paseo mar¨ªtimo que atrae a 23 millones de turistas anuales.
No es de extra?ar que Ciudad del Cabo sea la ciudad m¨¢s visitada de toda ?frica. En 2014, fue nombrada destino n¨²mero uno para visitar por el New York Times y The Guardian, mientras CNN la declar¨® una de las 10 ciudades m¨¢s encantadoras del mundo. Pero la ciudad no queda exenta de contradicciones. Y es que hasta los a?os noventa fue pr¨¢cticamente un coto privado para los blancos. Cuando acab¨® el apartheid la poblaci¨®n negra lleg¨® a la ciudad, pero lo hizo de forma masiva y hacin¨¢ndose en barrios marginales aislados de los centros cardinales de la ciudad.
Nelson Mandela pas¨® de la c¨¢rcel a gobernar el pa¨ªs en 1994 y Sud¨¢frica se preparaba para deshacer siglos de planificaci¨®n urbana dise?ados para dividir y aislar a sus comunidades. Aunque frecuentemente, los resultados fueron mixtos y algunas iniciativas incluso sirvieron para ampliar la divisi¨®n. El hacinamiento creado por el r¨¢pido crecimiento urbano, el desempleo y el fracaso de pol¨ªticas de integraci¨®n muestran la otra cara de la ciudad: actualmente es la novena ciudad m¨¢s peligrosa del mundo (con 32 homicidios por cada 100.000 personas) y Sud¨¢frica ha sido nombrada la capital mundial de la violaci¨®n (con 178 violaciones por d¨ªa). Por lo tanto, la apariencia de seguridad ficticia de la ciudad depende de una industria sofisticada de seguridad privada, con enclaves residenciales vallados y zonas amuralladas. El pa¨ªs posee 9.000 empresas de seguridad privada certificadas, 450.000 guardias de seguridad activos y otros mill¨®n y medio calificados, pero inactivos.
En este contexto, Marcela Guerrero, colombiana residente en Sud¨¢frica los ¨²ltimos diez a?os, se preguntaba si iniciativas como la ciclov¨ªa, que tanto sirvi¨® en Bogot¨¢ para promover la cohesi¨®n social, podr¨ªan funcionar en Ciudad del Cabo: ¡°Vimos la oportunidad de utilizar iniciativas que tan bien hab¨ªan funcionado en Am¨¦rica Latina y promover el uso de calles de manera que encarnaran el respeto para todos. Al abrazar el concepto de calles abiertas, pretend¨ªamos contribuir a cerrar las brechas sociales y espaciales de la ciudad¡±.
En 2012 fundan el movimiento Open Streets-Cape Town para desafiar el paradigma de la movilidad urbana mediante la realizaci¨®n de campa?as, intervenciones temporales, di¨¢logos y caminatas por la ciudad. El objetivo era cambiar el comportamiento de la ciudadan¨ªa y fomentar un debate abierto en torno al papel que juegan las calles y el espacio p¨²blico creando una ciudad m¨¢s inclusiva y segura.
El equipo de Open Streets en un evento organizado en Cape Town. Fotograf¨ªa: @Ahumancity
¡°Nuestro objetivo¡± comenta Marcela, ¡°era crear espacios compartidos que unieran a las personas, no importaba qui¨¦nes fueran o c¨®mo se movieran, para lograr una Ciudad del Cabo m¨¢s equitativa, m¨¢s integrada, m¨¢s segura y m¨¢s inclusiva¡±.
Al principio no sab¨ªan muy bien c¨®mo reaccionar¨ªa la poblaci¨®n. Una de las primeras convocatorias que crearon cerraron una calle invitando a las asociaciones del barrio a acudir a expresarse en un espacio compartido. Esperaban 500 personas. Acudieron 5000.
¡°El espacio p¨²blico en este pa¨ªs es una comodidad carente¡±, cuenta desde el espacio de co-work d¨®nde est¨¢n basadas sus oficinas. ¡°Mucha gente sali¨® porque aqu¨ª no es com¨²n estar en la calle compartiendo un espacio abierto. Hab¨ªa mucha gente que solicitaba este movimiento. Venimos en el momento oportuno para poder sumar fuerzas con otras organizaciones y crear un cambio en la manera de convivir en la ciudad¡±.
Open Streets Cape Town funciona de manera sencilla. Se cierra una calle con permiso p¨²blico y se invita a las personas a que vengan con cualquier tipo de veh¨ªculo no motorizado. Asimismo, se invita a las asociaciones locales y a las comunidades de vecinos a que ocupen la calle y organicen actividades culturales interactuando con la ciudadan¨ªa para utilizar el espacio y experimentar la ciudad de manera diferente.
El credo de la organizaci¨®n propone gestionar las calles para que permitan a las comunidades ser m¨¢s seguras y cohesionadas, proveer plataformas para la expresi¨®n creativa de las culturas y los valores locales, ser lugares para la recreaci¨®n y la interacci¨®n social y contribuir a la creaci¨®n de empleo y la actividad econ¨®mica local.
¡°Las calles son una plataforma de interacci¨®n¡± recuerda Marcela. ¡°Aqu¨ª nunca se hab¨ªa experimentado esto y con el pasado complicado y dividido de este pa¨ªs, es importante crear este tipo de iniciativas para fomentar la cohesi¨®n social¡±. Quiz¨¢s, lo que parece no estar logrando la planificaci¨®n urbana y el dise?o urban¨ªstico, lo puede lograr algo tan sencillo como cerrar las calles y dejar que la ciudadan¨ªa las ocupe para expresarse a su gusto.
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