Camus, el resentimiento y tentaci¨®n tuitera
Odio y rabia son sin¨®nimos, subrayan bien el tono que se ha alcanzado (o al que se ha rebajado) la conversaci¨®n nacional
Mandar un tuit es lo m¨¢s f¨¢cil del mundo, lo hace cualquiera. Esa facilidad contagiosa ha llenado la conversaci¨®n cibern¨¦tica de lugares comunes; el efecto contagio ha sido inmediato: la misma tentaci¨®n de decir lo que nos da la gana reina en las tertulias de la televisi¨®n, cada vez m¨¢s proclives al desenfunde, y en los restantes medios. Total, da igual, nadie va a decir nada porque las leyes que vigilan este manejo avieso de las palabras est¨¢n ordenadas por maquinarias tremebundas que nunca encuentran la salida. Ahora que ha comenzado el Parlamento a ser escenario del tertulianismo televisivo (abrazado incluso por el presidente en funciones) hemos escuchado perlas tuiteables, que adem¨¢s est¨¢n dichas o escritas para aparecer de inmediato en la plataforma de los 140 caracteres.
De todas esas frases que se dijeron en las primeras sesiones parlamentarias la que m¨¢s ¨¦xito tuvo (y ¨¦xito es el trending topic, no tiene por qu¨¦ ser necesariamente afortunado, basta que se vea mucho) es la que le dedic¨® Pablo Iglesias a Felipe Gonz¨¢lez en una de sus respuestas a Pedro S¨¢nchez en el hemiciclo. Como eso est¨¢ dicho en el Diario de Sesiones y forma parte ya de la historia parlamentaria, todo el mundo podr¨¢ ver en el futuro el tenor de ese tuit del que Iglesias no se ha bajado, m¨¢s bien al contrario, porque seg¨²n ¨¦l volver a esa verdad es hacer historia. Una poeta aragonesa me dijo el otro d¨ªa en la Almunia de do?a Godina que ten¨ªa la sensaci¨®n de que en el Parlamento se estaban oyendo cosas de ir para no volver; lo que no se sabe es ad¨®nde va, o d¨®nde cree que est¨¢, Pablo Iglesias para que considere puentes hist¨®ricos carreteras sin regreso. A Felipe Gonz¨¢lez le pregunt¨® una multitud de periodistas (cuando acud¨ªa a un acto de homenaje a Garc¨ªa M¨¢rquez) qu¨¦ sent¨ªa ante lo que hab¨ªa dicho el joven profesor que lidera Podemos. Aludi¨® el expresidente socialista, junto a su sucesor en la secretar¨ªa general, Pedro S¨¢nchez, al odio y la rabia con que se expresaba Iglesias.
Odio y rabia son sin¨®nimos, subrayan bien el tono que se ha alcanzado (o al que se ha rebajado) la conversaci¨®n nacional. De ¨¦l somos part¨ªcipes tambi¨¦n los periodistas, no solo los pol¨ªticos; la burla, el insulto, la descalificaci¨®n gratuita¡, toda esa miseria verbal de la que somos capaces los humanos cuando se nos cruzan los cables y perdemos la decencia de decir habita ahora como en un erial ¨¦tico la conversaci¨®n tambi¨¦n en los medios. Que ascienda al Parlamento es una bajeza que sus se?or¨ªas (incluida su se?or¨ªa Iglesias) tendr¨ªan que revisar.
Odio y rabia. Albert Camus dec¨ªa que el sol que rein¨® sobre su infancia lo priv¨® de todo resentimiento; esta Espa?a que ahora se lanza a la yugular del contrario es la de los garrotazos de Goya, la del resentimiento con el que los vencedores trataron a los vencidos de la guerra. Modestamente aconsejo a quienes tanto leen que tambi¨¦n lean ese breve libro de Camus, El rev¨¦s y el derecho, donde est¨¢ esa frase humilde tan aconsejable para los tiempos del twitter parlamentario.
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