Lapsus
A veces, ciertos detalles que carecen de importancia en s¨ª mismos son capaces de iluminar un escenario con m¨¢s rotundidad que los focos principales
El presidente del Congreso, Patxi L¨®pez, tute¨® por sorpresa a Pablo Iglesias en el primer debate de investidura. Estoy segura de que fue un simple error, sin la menor intenci¨®n de ofender o menospreciar al l¨ªder de Podemos, que se lo tom¨® con buen humor. Esta an¨¦cdota adquiere cierta relevancia, sin embargo, cuando se relaciona con el tratamiento que el matrimonio Urdangarin sigue recibiendo por parte de algunos, no todos, medios de comunicaci¨®n, que anteponen a sus nombres el don y el do?a que brillan por su ausencia cuando se refieren, por ejemplo, al matrimonio Torres. Este tratamiento tambi¨¦n podr¨ªa calificarse como un lapsus, un error inducido por motivos antag¨®nicos a los que inspiraron el descuido de L¨®pez. Si ¨¦ste se dej¨® llevar por la juventud de Iglesias, por su coleta y su camisa blanca en la tribuna de oradores, aquellos no han sido todav¨ªa capaces de asumir que dos personas que pertenecen a la familia del Rey, aunque ya no formen parte de la familia real, est¨¦n sentados en un banquillo. A veces, ciertos detalles que carecen de importancia en s¨ª mismos son capaces de iluminar un escenario con m¨¢s rotundidad que los focos principales. As¨ª, reconozco que mi tradicional escepticismo con respecto a la trascendencia real del 15-M se ha tambaleado entre un t¨² y un do?a. Mientras nos parec¨ªa que no pasaba nada, en Espa?a estaban pasando cosas, ni tantas ni tan graves como para ponerla boca abajo, pero suficientes para inspirar lapsus en quienes nunca hasta ahora sol¨ªan cometerlos. Considerando que el nuestro es un raro pa¨ªs donde jam¨¢s se hizo una revoluci¨®n burguesa, donde nunca se ejecut¨® a un rey y donde los dictadores mueren en la cama, hasta los lapsus pueden llegar a ser m¨¢s relevantes de lo que parecen.
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