?Hay que castigar a los enfermos por sus malos h¨¢bitos?

?Deben tener sanidad gratuita los fumadores, los obesos y los bebedores? La pregunta ha sido formulada por Atomium-Instituto Europeo para la Ciencia, los Medios de Comunicaci¨®n y la Democracia, una entidad creada en el seno del Parlamento Europeo para estimular el debate de cuestiones sociales sobre bases cient¨ªficas. Se estima que un tercio de la poblaci¨®n europea sufre patolog¨ªas cr¨®nicas relacionadas con h¨¢bitos poco saludables. La OMS considera que no fumar, evitar el abuso del alcohol, eliminar la comida basura y realizar media hora de ejercicio diario evitar¨ªa el 80% de los casos de enfermedad cardiovascular, ictus y diabetes del adulto. De hecho, combatir esos h¨¢bitos de riesgo es la prioridad de las pol¨ªticas de prevenci¨®n. Pero ?es l¨ªcito ir m¨¢s all¨¢ y plantearse medidas punitivas para reducir su incidencia?

La propuesta podr¨ªa parecer econ¨®micamente ventajosa y hasta justa, por cuanto hace recaer en el propio individuo las consecuencias de sus decisiones. El argumento ser¨ªa que si la amenaza de retirarles la asistencia les disuade de los malos h¨¢bitos, habr¨¢n ganado tanto el individuo, que tendr¨¢ mejor salud, como el sistema, que ahorrar¨¢ dinero. Y si no surte efecto, al menos el sistema, que pagamos entre todos, se ahorrar¨¢ el coste de su mala conducta.

Ser¨ªa bueno que la gente fuera consciente de esos costes, pero este enfoque, de corte utilitarista, ignora aspectos fundamentales de la realidad. No es casualidad que las mayores tasas de obesidad se den entre los m¨¢s pobres. La obesidad se ha convertido de hecho en un s¨ªntoma de pobreza y no es dif¨ªcil situar entre las causas la falta de cultura y educaci¨®n nutricional, que les hace consumidores de productos de tan baja calidad como alto contenido de grasas y az¨²cares. En cuanto al tabaco y al alcohol, es cierto que constituyen las principales causas de muerte evitable, pero no se puede olvidar que son sustancias adictivas que se venden libremente y de las que no todos los adictos pueden desengancharse f¨¢cilmente. Para poder determinar que un individuo es culpable de su mala salud habr¨ªa que eliminar antes las condiciones socioculturales que determinan o estimulan esos h¨¢bitos insalubres.

De prosperar las tesis punitivas, tampoco est¨¢ claro que lograran reducir sustancialmente las enfermedades cr¨®nicas y, en cambio, s¨ª que tendr¨ªan efectos nocivos sobre la parte m¨¢s vulnerable de la poblaci¨®n, que ser¨ªa as¨ª doblemente v¨ªctima: primero por los condicionantes sociales que da?an su salud, y luego por quedar excluido de la cobertura sanitaria p¨²blica, lo que agravar¨ªa a¨²n m¨¢s su estado. Y una ¨²ltima consideraci¨®n: puestos a buscar culpables, ?por qu¨¦ se?alar solo al enfermo? ?No habr¨ªa que actuar contra los productos que directamente provocan esos problemas de salud? ?No habr¨ªa que actuar contra el tabaco, la boller¨ªa industrial con valores cal¨®ricos estratosf¨¦ricos, las grasas trans que da?an las arterias o los aperitivos de alto contenido en sodio que elevan el umbral de tolerancia a la sal y provocan hipertensi¨®n? El debate, como se ve, es complejo y antes de castigar a los pacientes, parece m¨¢s justo, m¨¢s seguro y m¨¢s efectivo insistir e invertir en pol¨ªticas de prevenci¨®n.