Tanta locura les ha vuelto cuerdos
?Existen las coincidencias?
Sobre mi mesa en este momento hay dos libros de reciente publicaci¨®n que llevan la palabra "loco" en su portada. Uno es de un marroqu¨ª, el otro de un argelino. No tienen nada que ver el uno con el otro, aluden a dos tipos diferentes de locura (veremos), excepto que ambos provienen del norte de ?frica. Pero no solo, pienso, as¨ª que reflexiono y recuerdo.
La locura.
La persecuci¨®n de la locura, mientras los cuerdos asesinos decretan la caza y la muerte, nos da la medida de la tragedia.
No es un tema nuevo, no es en absoluto una situaci¨®n que se eluda en esta literatura. Al contrario.
El segundo libro que cay¨® en mis manos fue el de la senegalesa Ken Bugul con el t¨ªtulo La locura y la muerte. Encuadrada tambi¨¦n en un r¨¦gimen dictatorial asfixiante, en un pa¨ªs sin nombre donde todo est¨¢ podrido, a la joven protagonista Mom Dioum solo le queda una opci¨®n ¡°matarse para renacer¡±. Tras su paso por la ciudad, a donde se fue para estudiar y prosperar, y donde acab¨® convertida en una licenciparada, sin trabajo ni futuro, y en donde contempl¨® para su, a partir de entonces imposible de sanar estupor, m¨²ltiples horrores de toda ¨ªndole. En la ciudad, en donde vivi¨® esa atroz secuencia de su vida de la que se niega a hablar y que la empuja a salir, a partir, a desaparecer para poder ser de nuevo, lejos de los abusos depredadores que ha conocido. Ese largo peregrinar, donde se rozan los l¨ªmites de la locura y de la muerte, ese extirpador viaje de todos sus temores m¨¢s rec¨®nditos, en un intento por devolver algo de claridad a su alma que vaga ya demasiado lejos, demasiado inasible, ante tanta visi¨®n aniquiladora.
Alteraciones de la personalidad, alucinaciones y p¨¦rdida de contacto con la realidad.
Al escritor de Zimbabue, Dambudzo Marechera, le diagnosticaron esquizofrenia. Su infancia transcurri¨® en un gueto, rodeado de una violencia y pobreza extrema. Era un negro en la situaci¨®n de apartheid impuesta por el gobierno de Ian Smith. Al autor de La casa del hambre (Ed.Sajal¨ªn, 2014), su activismo en contra de la segregaci¨®n racial le condujo a que le expulsaran de la universidad. ?l cogi¨® sus cosas y se fue, sali¨® de aquella asfixia. Tras un exilio de ocho a?os en Londres, regres¨® a su tierra natal para vivir en las calles y transmiti¨® en sus novelas la dureza de una vida en la pobreza, el racismo y el caos. "Igual que escuchar un grito", as¨ª describi¨® Doris Lessing la lectura de esta novela que nos agarra y nos zambulle en una vida "llena de sucesos naturales en un entorno antinatural".
Y no es el ¨²nico.
Cuando Maru fue publicada en 1971, Bessie Head, m¨¢xima exponente de la literatura de Botsuana, estaba gravemente enferma con depresi¨®n y alucinaciones. Dado su estado, fue ingresada en un hospital psiqui¨¢trico y a su salida
El marroqu¨ª al que aludo al principio de esta entrada no es otro que Mohamed Chukri. ?l firma la reciente publicaci¨®n en castellano de la antolog¨ªa de relatos, El loco de las rosas (Ed.Cabaret Voltaire, 2015). Siempre tomando como protagonistas a los marginados y noct¨¢mbulos, como afirma en el pr¨®logo su amigo y escritor Mohamed Berrada, los locos aparecen en varios de estos relatos como seres que la sociedad no comprende, tal es el caso del Mim¨²n de la primera obra que public¨®, Violencia en la playa, pero que Chukri nos presenta desde el respeto.
Y el argelino del comienzo es Yasmina Khadra y su El loco del bistur¨ª (Ed. Esdr¨²jula, 2015) que nos presenta a un asesino en serie, quien vali¨¦ndose de ese instrumento quir¨²rgico acomete sus atroces cr¨ªmenes. La novela de Khadra nos avoca a otros m¨¢rgenes, la de aquellos que saltan los l¨ªmites y se convierten en criminales. No tiene nada que ver este Loco con el resto, pienso. Pero, al cerrar la ¨²ltima p¨¢gina del libro del argelino, que destripa como nadie las infamias de su pa¨ªs, me quedo confusa, ?cu¨¢nto en este Loco, en este criminal -me pregunto- no es el fruto del fracaso de una sociedad podrida, enferma?
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