Majestad
Que una reina hable de mierda y utilice expresiones como 'compi yogui' no parece muy adecuado
Si ten¨ªamos poco con Urdangarin y la infanta Cristina, sometidos a un juicio p¨²blico que cada vez se parece m¨¢s a un proceso a la instituci¨®n mon¨¢rquica, con el rey em¨¦rito y sus elefantes africanos y sus tropezones varios, con el tiro en el pie del infante Froil¨¢n y la interrupci¨®n temporal ¡ªque ya es definitiva, supongo¡ª de la convivencia conyugal de sus padres y con todo lo que est¨¢ sucediendo en este pa¨ªs desde hace alg¨²n tiempo, va la Reina y se pone a whatsappear con un peligroso amigo utilizando un vocabulario que no le pega a su condici¨®n, por m¨¢s que ¨¦sta la haya adquirido por matrimonio. Que una reina hable de mierda y utilice expresiones como ¡°compi yogui¡± no parece muy adecuado, ni siquiera para m¨ª, que tengo por la Monarqu¨ªa la misma consideraci¨®n que por cualquier otra convenci¨®n social, o sea, poca.
De todos modos, lo menos trascendental es el lenguaje que usa en privado Su Majestad, que al fin y al cabo hasta hace unos a?os era una chica de barrio y de clase media, si es que las presentadoras de los telediarios son gente de carne y hueso, que es algo que a veces dudo vi¨¦ndolas decir noticias que ni ellas pueden creer. Lo trascendental del whatsapp de la reina Letizia es la camarader¨ªa que muestra con ese amigo peligroso, un empresario imputado por las famosas tarjetas black de Caja Madrid y yerno del due?o de un holding empresarial investigado por sus donaciones il¨ªcitas al Partido Popular, por supuesto, nunca reconocidas como tales (para eso borraron el ordenador de B¨¢rcenas), y la comprensi¨®n de su actuaci¨®n en la l¨ªnea del famoso mensaje de Rajoy a su antiguo tesorero dici¨¦ndole que se mantuviera fuerte ante las acusaciones de los periodistas y la oposici¨®n. Que ahora la Casa del Rey se desmarque diciendo que ese empresario ya no es amigo de los Reyes, lejos de limpiar la imagen de ¨¦stos, lo que hace es enturbiarla a¨²n m¨¢s.
Tal como est¨¢n las cosas, uno les aconsejar¨ªa, al contrario, reconocer, como hizo su padre y suegro, su error y, eso s¨ª, cuidar a partir de ahora el vocabulario, pues, si la gente se da cuenta de que los Reyes hablan como los dem¨¢s, les perder¨¢n el respeto inmediatamente. Como todas las ficciones narrativas, la de la Monarqu¨ªa se basa en la convicci¨®n del p¨²blico de que lo que se le cuenta es cierto y de que los personajes que las protagonizan pertenecen a una realidad distinta de la del com¨²n mortal. Incluso aunque la protagonista lo fuera un tiempo, hasta que un pr¨ªncipe la transform¨® de rana en princesa.
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