Barcelona se coloca en la feria del cannabis
Asistimos ¨Csin colocarnos¨C a la decimotercera edici¨®n de Spannabis, una de las citas m¨¢s importantes para los consumidores de cannabis de Europa
Para alguien que no consume porros, cubrir un evento como Spannabis es como ser sordo y que te manden al Primavera Sound; a todos los efectos, yo soy ese sordo. La forma m¨¢s sencilla de llegar al recinto donde se celebra la 13? edici¨®n de la feria de c¨¢?amo y tecnolog¨ªas alternativas de Barcelona es en ferrocarril, bajando en la parada de Almeda. Para los que no conozcan la ciudad condal y los particulares de su sistema de transporte p¨²blico, lo primero que hay que hacer notar es que Almeda no se encuentra exactamente en Barcelona, sino en Cornell¨¤, una de sus localidades perif¨¦ricas. Almeda, concretamente, da cobijo a ese pol¨ªgono que inspirar¨ªa a hijos pr¨®digos de la ciudad como La Banda Trapera del R¨ªo o Estopa; el mismo pol¨ªgono que, este pasado fin de semana, ha sido un ir y venir de gente que cumple con todos los clich¨¦s achacables al consumidor de cannabis -ropa con motivos jamaicanos, rastas, humareda perpetua tras de s¨ª-, pero tambi¨¦n de activistas, m¨¦dicos e incluso abogados especializados en dar cobertura jur¨ªdica a asociaciones cann¨¢bicas.
Antes de entrar, de facto, en el recinto de la feria, sorprende, visto ahora, que los aleda?os est¨¦n llenos de gente fumando porros, pues los asistentes a Spannabis, exceptuando el interior de los lavabos m¨®viles -y estoy siendo osado con mi afirmaci¨®n, porque no tuve a bien entrar en ninguno de ellos-, fuma en absolutamente cualquier lugar de la feria. El hecho de que la gente se agolpe en el exterior, teniendo en cuenta que Spannabis dispone de un gran espacio al aire libre, s¨®lo tiene una explicaci¨®n posible: el precio de la entrada, a raz¨®n de 15 euros por d¨ªa, echa para atr¨¢s a una parte del p¨²blico que, por otro lado, sabe que en el marco de un festival como ¨¦ste no corre el riesgo de ser multado por consumo o tenencia de estupefacientes en la v¨ªa p¨²blica.
A los que la propuesta del festival les seduce lo suficiente como para pagar por entrar en ¨¦l, o a los que simplemente nos han acreditado, lo primero que encontramos al cruzar el umbral del Spannabis es un puesto llamado Frankfurt Manolillo, antesala de un concatenado de locales con comida r¨¢pida y dulces que dividen en dos la totalidad del espacio al aire libre de la feria. Adem¨¢s de la ya mentada comida r¨¢pida y los dulces (la ingesta de ambos a la vez es una pr¨¢ctica habitual cuando se ha fumado m¨¢s de la cuenta), tambi¨¦n se pone a nuestra disposici¨®n una gran cantidad de productos derivados del cannabis, como cervezas, bebidas energ¨¦ticas o palomitas de c¨¢?amo. De todos ellos, lo ¨²nico que prob¨¦ fue una muestra de vino aromatizado con, seg¨²n el folleto que me dieron, Cannabis Sativa L, enriquecido con CBD. Esperanto, s¨ª, pero con una graduaci¨®n de 14,5 grados y bastante buen sabor.
La gente degusta hamburguesas y refrescos en mesas dispuestas para ello, pero tambi¨¦n nos podemos encontrar un reducto de visitantes que, como en una universidad de letras, pero sin c¨¦sped, se reparten por el suelo del lugar mientras fuman algo de mar¨ªa. A su derecha, los ya mencionados lavabos m¨®viles; a su izquierda, un escenario de conciertos. ¡°Smoke the marihuana everyday/Es mi medicina/No es doctrina/No juzguen sin conocer¡±, canta en directo un grupo llamado Ganjahr Family. Durante el rato que paso en el concierto de los raperos, que tienen una palpable influencia de otros artistas hip hop nacionales como Morodo, la estoicidad del p¨²blico es casi absoluta; pero no es cosa de las drogas: el ochenta por ciento de los conciertos en Barcelona tienen un p¨²blico con entrega similar; un p¨²blico, por cierto, absolutamente heterog¨¦neo en edades, est¨¦ticas y ambiciones para con su paso por Spannabis.
Hablo con un chico que dice llamarse Vodka (35 a?os), lleva una camiseta de La Polla Records, y que viene a la feria ¡°a la aventura¡±; hablo con Pere (65 a?os), que trae consigo una lista de todas las variedades de semillas que ha venido a comprar; V¨ªctor (25 a?os) se queja de que ¡°antes regalaban semillas, trinchas, mecheros, y ya no¡±. La charla m¨¢s interesante, sin embargo, es la que mantengo con Daniel, militante de Equo, Podemos, y activista pro-cannabis. ¡°Vengo de Madrid, ya que all¨ª hace dos a?os que esta feria no se celebra. En Barcelona hay m¨¢s activismo y m¨¢s sector, porque ten¨¦is muchos clubs, muchas grow shops, muchos proveedores y muchos bancos de semillas¡±, me dice Daniel. ¡°Yo pertenezco a la Federaci¨®n Madrile?a de Asociaciones Cann¨¢bicas, y una de las actividades que m¨¢s me interesa del Spannabis es la charla que el organismo Regulaci¨®n Responsable ven¨ªa a dar hoy, porque compartimos lazos de amistad, de activismo, y de lucha¡±, contin¨²a. ¡°Soy enfermo de c¨¢ncer desde hace 20 a?os y uso el cannabis tanto de forma l¨²dica como terap¨¦utica. Si no fuese por el cannabis no estar¨ªa vivo. Ten en cuenta que a m¨ª me daban tres meses de vida al intervenirme de c¨¢ncer de colon, hace m¨¢s de diez a?os, y aqu¨ª me tienes¡±, me confiesa. ¡°Los porros me ayudan a quitarme las n¨¢useas por las ma?anas y me relajan por las noches, para dormir¡±.
Las carpas de Spannabis, la zona interior de la feria, acogen el grueso de stands que la conforman. Como adelantamos, encontramos a gente fumando en esta zona techada, pero quejarse por ello ser¨ªa como denunciar a un stripper por exhibicionismo. En los puestos interiores podemos comprar semillas de todo tipo, filtros de cer¨¢mica, pipas, controladores de temperatura y humedad, ropa org¨¢nica y cualquier, cualquier otra cosa que quepa en la fantas¨ªa de un consumidor de c¨¢?amo. Hay un hombre vestido con el traje del Enigma de Batman,pero en lugar de interrogantes su modelo lleva hojas de marihuana; hay una m¨¢quina de gancho con peluches de Bob Marley y muchas ruletas de la fortuna (no era seguro hacer concursos de tiro, desde luego) cuyos premios son grinders, semillas, o grinders y semillas. Si en la zona de stands la gente est¨¢ pr¨¢cticamente agolpada, en el teatro, donde tienen lugar las charlas, apenas hay asistentes, y mucho menos humo. Veo a Llimoo, que est¨¢ cubriendo el evento para el programa de Andreu Buenafuente. Veo a Toni Moog, el humorista, que est¨¢.
Parece que Spannabis ha sido todo un ¨¦xito, tanto de p¨²blico (asistente) como de cr¨ªtica (especializada). Aunque de forma inversa a las inmersiones gonzo que hac¨ªa Hunther S. Thompson, la droga aqu¨ª no la toma el periodista, sino el resto de gente que le rodea; una gente a la que s¨®lo puedo aconsejarles, como dec¨ªa Brad Pitt en Amor a quemarropa, ¡°ca?a al pulm¨®n¡±.
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