Por ir a comprar EL PA?S
La propuesta de directiva para combatir el terrorismo recuerda que nos enfrentamos a la violaci¨®n de los valores fundacionales de la Uni¨®n Europea
No puedo comenzar el d¨ªa, viejo tic de periodista, sin leer un peri¨®dico, en este caso EL PA?S, que me sirve de cord¨®n umbilical con mi lengua materna, el castellano. Cada ma?ana, pues, antes de entrar en mi despacho acudo al quiosco de la Direcci¨®n General de Desarrollo a comprar el diario.
Sucede que esta semana la quiosquera se ha tomado vacaciones y he tenido que variar mis h¨¢bitos. No me apeo pues en la parada de Arts-Loi, sino en la de Malbeek: ambas a medio camino de mi oficina, en la Direcci¨®n General de Comunicaci¨®n de la Comisi¨®n Europea.
Esta ma?ana, como casi cada d¨ªa, desde que hace cuatro a?os nos mudamos a este edificio, he llegado con el metro desde Montgomery. Iba leyendo La tierra que pisamos, de Jes¨²s Carrasco. "La propia [la torpeza] de la edad ¨C escribe Carrasco ¨C pero tambi¨¦n la de saberse observado por los soldados y la misma muerte".
Curioso, me he sentido observado por los soldados de guardia permanente en Schuman desde el 13 de noviembre. Sin embargo, no me he dado cuenta de que la muerte tambi¨¦n lo ha hecho. Quiz¨¢s no he debido de parecerle todav¨ªa demasiado atractivo y por ello he salido sin mayores problemas de Malbeek, camino del quiosco del Hotel Thon a comprar la edici¨®n de EL PA?S, a las ocho y cuarto de la ma?ana. En la entrada de mi Direcci¨®n General los guardias me han recibido con la noticia del atentado en el aeropuerto de Zaventem.
Poco menos de media hora despu¨¦s el metro ha estallado en Malbeek, cobr¨¢ndose la vida de trece (en el momento de escribir) inocentes y provocando otros muchos estragos. Yo le¨ªa EL PA?S al tiempo que escuchaba las noticias de Zaventem.
Los colegas de la parte delantera de mi edificio ¨C a 400 metros de la estaci¨®n de Malbeek ¨C han notado la deflagraci¨®n; una joven stagiaire polaca ha empezado a llorar presa del shock que ha seguido cuando nos hemos dado cuenta de lo terrible que acaba de suceder.
Resulta dif¨ªcil concentrase hoy en los papeles oficiales. Solamente uno me ha llamado la atenci¨®n, la recientemente aprobada aproximaci¨®n general a la propuesta de directiva para combatir el terrorismo. En su primera considerando se recuerda que la Uni¨®n Europea se funda en los valores universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad, as¨ª como el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales para a?adir en el segundo considerando que los actos de terrorismo constituyen una de las m¨¢s serias violaciones de estos valores comunes. Hoy m¨¢s que nuca ¨C como a?os atr¨¢s nos pasaba con ETA ¨C hemos de reafirmar nuestra confianza en dichos valores. Sabemos que el camino es duro pero vale la pena el recorrerlo.
Ayer visionando un video de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn sobre su interpretaci¨®n de las Nueve Sinfon¨ªas, de Beethoven, me encant¨® una frase de su primer violoncelo, Ludwig Quant. Refiri¨¦ndose a la manera en que aparece el tema del Himno de la alegr¨ªa afirma el m¨²sico que "se trata de transformar el sonido del caos en sonido de humanidad; esta transformaci¨®n est¨¢ en nuestras manos y hacerla realidad es una noble tarea; ojal¨¢ que Europa tuviera cuenta de esta m¨²sica que nos permite hablar de fraternidad y de concentrarnos en la humanidad". Que estos principios gu¨ªen nuestra acci¨®n en b¨²squeda de una soluci¨®n al terrorismo y una verdadera fraternidad entre las personas.
Entre tanto, el ulular de las sirenas de la polic¨ªa y de las ambulancias sigue rasgando el silencio que reina hoy sobre Bruselas.
Jaime Andreu. Consejero de Informaci¨®n de la Comisi¨®n Europea
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