Podemos: morbo y pol¨ªtica
Pablo Iglesias se envuelve en una ret¨®rica propia de telenovela, de insufrible cursiler¨ªa
Conoc¨ª a Alexis Tsipras hace pocos meses, durante un simposio celebrado en Atenas sobre el yihadismo. Fue un encuentro muy breve. ¡°?Oh! ?Spain... Pablo!¡±, dijo sonriendo al saludarme. ¡°?Well, I don't like him too much. I even prefer Monedero¡±, repliqu¨¦ en tono de humor. Mi respuesta no le gust¨®, as¨ª que se dio la vuelta inmediatamente y fue a hacerse una foto con un personaje estrafalario, disfrazado de sant¨®n hind¨², tan fuera de sitio entre los participantes en aquella reuni¨®n como Peter Sellers en El guateque. Por este y otros detalles de su intervenci¨®n, me pareci¨® un hombre r¨ªgido antes que simp¨¢tico. Pedro S¨¢nchez hubiera debido tenerlo en cuenta antes de solicitar personalmente su mediaci¨®n para ablandar la postura negociadora de Pablo Iglesias.
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Lo que cuenta en el episodio es el voluntarismo de Pedro S¨¢nchez, cuya ingenua pretensi¨®n supone ignorar que la estrategia de Iglesias est¨¢ definida por s¨ª y para s¨ª, con el ¨²nico objetivo de maximizar la cuota de poder resultante de sus actuaciones. Ni un eventual consejo de Tsipras, ni las posibles advertencias de Errej¨®n, van a apartarle de ¡°la l¨ªnea general¡± que ¨¦l mismo ha trazado. S¨¢nchez deber¨¢ tenerlo en cuenta, en el sentido de tropezar con la l¨®gica de compraventa propia de un zoco: cuanto mayor sea visible su inter¨¦s por algo, mayor ser¨¢ el precio puesto por el vendedor. El riesgo es tanto mayor cuanto que Iglesias, en caso de que S¨¢nchez no accediera a sus exigencias, eliminando de paso a Ciudadanos, tiene pr¨¢cticamente asegurada en unas pr¨®ximas elecciones la ventaja sobre el PSOE, uniendo a sus candidaturas las de IU. La actual valoraci¨®n positiva de la oferta PSOE-Ciudadanos, como propuesta razonable de gobierno, ir¨¢ desvaneci¨¦ndose ante la serie de nuevos fracasos, de no ser capaz S¨¢nchez de explicar abiertamente a la opini¨®n, y a su paciente aliado, el sentido de sus intentos.
Es la ocasi¨®n elegida por Pablo Iglesias para quemar las naves, resolviendo ¡°por v¨ªa administrativa¡±, como se dec¨ªa en sus precedentes comunistas, esto es, mediante un ukase condenatorio, la crisis interna planteada en la organizaci¨®n: ¡°El responsable excluido lo hac¨ªa mal, yo le excluyo sin tener que dar m¨¢s justificaciones. Y pongo a quien quiero¡±. Ni Consejo de Ciudadanos, ni nada. Es curioso que todav¨ªa haya quien confunde la supuesta condici¨®n asamblearia, en que creen vivir muchos de sus seguidores, y la realidad de una estructura piramidal dominada f¨¦rreamente por Pablo Iglesias. No solo el modo en que ha tenido lugar el cese de Pascual, sino el contenido de la Carta ¡°a los c¨ªrculos y a la militancia de Podemos¡±, aclaran que el L¨ªder tiene decidido acabar con la bipolaridad abierta por las elecciones locales y para las comunidades. Toca ahora un monolitismo que solo admite sus decisiones como fuente de poder. Cualquier opci¨®n aut¨®noma, como las dimisiones de Madrid, ¡°interesa a los defensores del statu quo¡±. ¡°En Podemos no hay ni deber¨¢ haber -sentencia- corrientes ni facciones que compitan por el control de los aparatos y los recursos¡±. El pluralismo es proscrito; solo cabe la unidad.
El l¨ªder de Podemos dirige f¨¦rreamente el partido.?El pluralismo es proscrito; solo cabe la unidad.
Efectivamente, seg¨²n advierte Iglesias, Podemos no es un partido m¨¢s. Su naturaleza, en los t¨¦rminos definidos por la Carta, coincide con las organizaciones de masas antidemocr¨¢ticas de la primera mitad del siglo XX. Los militantes no son simples ciudadanos, sino miembros de una ¡°comunidad popular¡±, Volksgemeinshaft, en este caso reflejo de la cohesi¨®n que debe reinar entre quienes expresan y defienden los intereses del nuevo sujeto colectivo a redimir, ¡°la gente¡±. Y al modo de lo que sucediera tanto en los integrantes del espectro comunista, como en los movimientos totalitarios cl¨¢sicos, ese ¡°nosotros¡± comunitario pasa de la abstracci¨®n a la praxis gracias a la autocracia ejercida por un L¨ªder carism¨¢tico, que funde su personalidad excepcional con los intereses de ¡°la gente¡± y de su instrumento pol¨ªtico, Podemos. El L¨ªder no precisa de argumentos. Es lo que es. Para confirmar el acierto de todos y cada uno de sus juicios, la Carta reproduce la cascada de descalificaciones, muchas de ellas ama?adas, del acuerdo PSOE-Ciudadanos. No hay matiz alguno. El jefe no se equivoca.
M¨¢s all¨¢ de esa exaltaci¨®n, resulta imprescindible dar con un soporte ideol¨®gico que d¨¦ contenido al v¨ªnculo del l¨ªder con su comunidad, y que asimismo marque la divisoria y afirme la condici¨®n superior de la misma sobre el resto de la sociedad. Aqu¨ª y ahora no cabe ya recurrir a ideas-fuerza tales como el nacionalismo imperialista de entreguerras o la emancipaci¨®n del proletariado siguiendo el ejemplo de la URSS. Ante ese vac¨ªo, y obligado a franquear el umbral de la irracionalidad, a efectos de consolidar la seducci¨®n del L¨ªder sobre sus masas, Iglesias apela a la ¡°belleza¡± y al ¡°amor¡±. Lo primero es un pr¨¦stamo del filme La grande bellezza, pero no es Sorrentino quien quiere sino quien puede. Ciertamente reencontramos siempre en sus actuaciones ¡°la naturaleza teatral¡± que Joachim Fest destacara en un conocido personaje. Solo que los resultados no son siempre los buscados -pensemos en el morreo con Dom¨¦nech-, y de la voluntad de contestaci¨®n est¨¦tica vamos con frecuencia a desembocar en lo que Duanel D¨ªaz, pensando en el movimiento revolucionario cubano, calific¨® de ¡°chusmer¨ªa¡±.
Y en cuanto al amor, el origen se encuentra en las reflexiones, mucho m¨¢s precisas, de Juan Carlos Monedero en torno al ¡°socialismo del siglo XXI¡±: socialismo es amor, escribi¨®, porque implica ¡°una empat¨ªa radical con los dem¨¢s miembros de la comunidad¡±. El concepto queda desfigurado en Iglesias al verse envuelto en una ret¨®rica propia de telenovela, de insufrible cursiler¨ªa, aun cuando resulte ¨²til para su prop¨®sito de subrayar la naturaleza cuasi-religiosa de una militancia obediente a sus mandatos, sin mezcla de democracia alguna. La invocaci¨®n al ¡°amor¡±, a su amor difundido por arte de magia en todo Podemos, correlato del odio a los adversarios, puede parecer rid¨ªcula, y lo es. Solo que payasadas semejantes tuvieron m¨¢s de una vez fortuna al calar en movimientos de masas durante el pasado siglo.
Se trata nada menos que de ¡°cambiar la historia social y pol¨ªtica de nuestro pa¨ªs¡±. ?Hacia d¨®nde? No hace falta saberlo. Los principales proyectos de destrucci¨®n de la democracia en el siglo XX coincidieron siempre en el prop¨®sito de forjar ¡°un hombre nuevo¡±. Aqu¨ª nos espera el espa?ol nuevo, dise?ado, a partir de ¡°la gente¡± y desde la nada ideol¨®gica, por Pablo Iglesias.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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