El Daesh y los fuegos fatuos
El yihadismo debe combatirse sin las limitaciones de nuestros propios miedos e intereses
Tras los atentados del 13 de noviembre en Par¨ªs, donde perdieron la vida 130 personas, B¨¦lgica se puso en estado de alerta. Se encapsul¨® la capital, Bruselas, por el origen y la vinculaci¨®n de algunos de los part¨ªcipes en aquellos atentados. Se busc¨® hasta debajo de las piedras a los terroristas. Las investigaciones no han cesado, y, sin embargo, como si de un reloj de precisi¨®n se tratara, a pesar de las medidas extremas, el terror se ha hecho de nuevo presente en el metro y en el aeropuerto de la capital belga el 22 de marzo. Los terroristas siempre tienen su agenda propia. Nos eval¨²an, nos estudian, nos amenazan, y, cuando consideran adecuado, nos golpean.
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Los ataques sobre el territorio sirio o iraqu¨ª, ahora en Libia y despu¨¦s donde corresponda, no hacen disminuir la tensi¨®n que los terroristas generan porque su particular califato lo tienen en la cabeza y lo aplican y establecen en cualquier microespacio que les convenga. Ese califato no es necesariamente un lugar donde vivir, ni un lugar donde luchar, aunque tambi¨¦n, sino un espacio en el que morir por algo que no podemos erradicar ni combatir de forma definitiva.
Ahora, tras los atentados terroristas ocurridos en Bruselas en los que, de momento, han perdido la vida 34 personas y m¨¢s de 200 han quedado heridas, la pregunta que surge es: ?cu¨¢l ser¨¢ el siguiente? Si, como afirmamos, el califato es una entelequia, una quimera, algo inmaterial, seguiremos sintiendo el aliento del terror en la nuca. Eso es lo que pretenden los terroristas, apropiarse de nuestra vida, para destruirla, ocupar nuestras mentes, sin opciones diferentes al terror. Por eso necesitamos racionalizar sobre lo ocurrido, procesar los datos que nos llegan y encontrar respuestas que nos permitan prever posibles acciones terroristas.
Insistir en que el terrorismo es la sinraz¨®n, uno de los cr¨ªmenes m¨¢s perversos imaginables, nos convierte en m¨¢s vulnerables, porque eso es lo que persiguen quienes revientan a decenas de personas en cualquier lugar del mundo. Analizar la irracionalidad de ese actuar es necesario, pero no puede quedar solo ah¨ª. En Bruselas se han repetido los perfiles de los terroristas que actuaron el pasado 13 de noviembre en Par¨ªs. Los patrones de conducta son los mismos. La forma de actuar con acciones violentas secuenciales es id¨¦ntica. No nos sorprender¨ªa que algunos de los actores que han participado en estos atentados coincidan con los que tuvieron alguna intervenci¨®n en los del pa¨ªs vecino. A la espera de confirmaci¨®n, las armas empleadas pueden tener id¨¦ntico origen y los artefactos explosivos los mismos componentes y la misma mano creadora. Par¨ªs fue golpeado en el ocio y Bruselas en el trabajo. Pero, en cualquiera de los casos, los objetivos finales eran los mismos: generar terror, crear el caos y obtener la m¨¢xima repercusi¨®n p¨²blica de sus acciones.
La amenaza terrorista depende de factores geopol¨ªticos, socioecon¨®micos, diplom¨¢ticos, culturales o de una coyuntura
Frente al dolor y la tristeza por las v¨ªctimas, nuevamente se tendr¨¢ la tentaci¨®n de responder desde las tripas, con la desesperaci¨®n. Llamar a la guerra contra el terrorismo puede consolar la frustraci¨®n frente a ese califato inmaterial, pero no atajar¨¢ la amenaza terrorista. La militancia de la organizaci¨®n terrorista del Estado Isl¨¢mico (Daesh) est¨¢ en Europa. Por ello, la reacci¨®n debe ser mucho m¨¢s profunda. Una pol¨ªtica como la que estamos enfrentando respecto a la inmigraci¨®n suscita elementos favorables a la ampliaci¨®n del califato; una falta de persecuci¨®n efectiva contra el tr¨¢fico de armas, tambi¨¦n. Los explosivos no vinieron de Irak; los terroristas tampoco. Hemos generado un monstruo que, como los fuegos fatuos, emerge en las ci¨¦nagas de la incompetencia, que se desvanece cuando te acercas y se regenera cuando debates sobre su propia existencia. Como aquellos, el mal anida en las mentes contaminadas, y es ah¨ª donde debemos combatirlo porque ning¨²n an¨¢lisis cient¨ªfico, geoestrat¨¦gico u operativo nos va a dar la soluci¨®n.
Es cierto que la amenaza terrorista depende de much¨ªsimos factores geopol¨ªticos, socioecon¨®micos, diplom¨¢ticos, culturales o de una determinada coyuntura. Por ejemplo, cuando Espa?a apoy¨® la guerra en Irak aument¨® exponencialmente nuestro riesgo de atentado. Y, por ello, es preciso estar atento a esas circunstancias, que pueden disparar el nivel de riesgo concreto, pero, como estamos comprobando, los mecanismos de respuesta r¨¢pida no funcionan. Nuestra sociedad est¨¢ dise?ada para vivir en forma abierta, la del Estado Isl¨¢mico en forma herm¨¦ticamente cerrada, y por ello nos ganar¨¢n la partida a corto plazo. De momento, hacemos lo previsible, pero es el tiempo de plantearnos acciones a largo plazo. Acciones no meramente reactivas frente a un ataque, sino proactivas y trasversales. Necesitamos preparar nuestras mentes para esta realidad, no cerrar los ojos ante ella; precisamos un buen trabajo coordinado de inteligencia; un trabajo sistem¨¢tico y coordinado de polic¨ªas, jueces y fiscales, pol¨ªticos, sindicatos, empresarios, educadores, servicios sociales, cl¨¦rigos de las comunidades religiosas involucradas, mas all¨¢ de una respuesta sectorial, esta debe ser global. Ser¨¢n pol¨ªticas de integraci¨®n y no de discriminaci¨®n las que venzan el sentimiento de venganza que est¨¢ germinando respecto de Occidente. Precisamos expulsar el califato de las mentes receptivas, aislarlo de los principios que lo impulsan, y, por supuesto de los medios que lo mantienen.
La universalidad o globalidad de las acciones terroristas yihadistas y su multiforme desarrollo, deben combatirse sin las limitaciones que nuestros propios miedos e intereses nos imponen. No podemos combatir esa explosi¨®n universal del terror con la limitaci¨®n universal de las respuestas que favorecen, no la ampliaci¨®n de los derechos, sino la expansi¨®n e instalaci¨®n del califato entre nosotros. El objetivo es detener su expansi¨®n, evitar que se extienda esa ideolog¨ªa pat¨®gena a miles de seguidores, porque, en otro caso, un ej¨¦rcito de hombres y mujeres pondr¨¢n sus mentes y cuerpos a disposici¨®n de una "causa" inabarcable para quienes traten de confrontarla.
Los explosivos no vinieron de Irak; los terroristas tampoco. Hemos generado un monstruo
Internet y las redes sociales como aplicaciones de telefon¨ªa m¨®vil se han convertido en una herramienta incre¨ªblemente eficaz para los terroristas. A trav¨¦s de la Red se recluta, se adoctrina, se prepara, se incentiva, se realizan actividades de propaganda y comunicaci¨®n. Adem¨¢s, se establecen sistemas de financiaci¨®n. Se facilitan contactos, rutas, caminos para realizar la Yihad. Convirti¨¦ndose en un campo de entrenamiento virtual en el que se aprende desde la fabricaci¨®n de un artefacto explosivo hasta las t¨¦cnicas m¨¢s sofisticadas de ocultarse ante una investigaci¨®n o seguimiento policial.
Se trata, pues, de un terrorismo metam¨®rfico y mutante. Ello ha obligado a los investigadores a modificar sus sistemas de investigaci¨®n y a moverse en aquellos espacios, incluidos los virtuales, por los que transitan los terroristas, que han aprendido de todos sus errores y de los nuestros y usan las tecnolog¨ªas como aquellos que les combaten. Han aprendido, ellos s¨ª, que la universalidad de sus acciones es imparable y se expande por la Red en todos los recovecos posibles e insondables de la comunicaci¨®n. Hoy, adem¨¢s del triunfo de la muerte, se ha producido el de la propaganda que adoctrina, prepara, incentiva, a miles o quiz¨¢s millones de seguidores del terror.
Sigue siendo v¨¢lida la afirmaci¨®n cuatro siglos despu¨¦s el planteamiento de Castelio frente a Calvino. Conciencia frente a violencia. La sociedad, hoy rota por el dolor, debe dar muestras de solidez en lo pol¨ªtico, qu¨¦ decir de Espa?a; en lo social y humanitario, qu¨¦ decir de Europa; en la conjugaci¨®n de los principios de seguridad y libertad, para prevenir los males que nos atenazan y nos oprimen.
Baltasar Garz¨®n es jurista y Dolores Delgado es fiscal.
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