Creando vida de la nada
La vida son 473 genes, un folleto de instrucciones que no mide mucho m¨¢s que el manual de una lavadora
Desde el mito del golem hasta el Frankenstein de Mary Shelley, sin olvidar a L¨¢zaro, Pinocho y la bella durmiente, crear vida a partir de la materia inerte ha parecido siempre la ¨²ltima frontera de la arrogancia humana, la l¨ªnea roja que el hombre no deber¨ªa osar jam¨¢s cruzar so pena de procurarse la ira de los dioses o la imprecaci¨®n de los demonios como castigo a su insolencia. Por eso, en el fondo, las pel¨ªculas de cient¨ªficos siempre acaban mal para el cient¨ªfico, ese tipo calvo con guedejas blancas para el que la prudencia es un insulto y la modestia una enfermedad de la piel, que gusta de construir su biograf¨ªa a dos cent¨ªmetros de cualquier precipicio y antes se ver¨ªa muerto que sencillo. Craig Venter, en dos palabras. Lee en Materia su ¨²ltima haza?a.
Venter, que ya tuvo el atrevimiento de desafiar a la flor y nata de la biolog¨ªa mundial con su proyecto privado para secuenciar el genoma humano ¨Cy que seguramente gan¨® aquella carrera, aunque est¨¦ feo decirlo¡ª, ha dado ahora un paso de gigante en su otra gran l¨ªnea de investigaci¨®n, la creaci¨®n de vida sint¨¦tica, que ha perseguido casi en solitario durante m¨¢s de 20 a?os. Pese a ser conocido sobre todo por su ¨ªmpetu empresarial, ¨¦sta acabar¨¢ siendo tal vez su gran contribuci¨®n a la biolog¨ªa fundamental, su persecuci¨®n policiaca de una de las preguntas m¨¢s profundas de la historia de la ciencia: ?Qu¨¦ es la vida? Y ya tiene una respuesta s¨®lida: la vida, amigos, son 473 genes. Un folleto de instrucciones que no mide mucho m¨¢s que el manual de una lavadora, si te fijas bien.
Incluso las preguntas m¨¢s profundas requieren financiaci¨®n para responderlas, y Venter no ha perdido pie con el duro suelo de ah¨ª abajo. Su proyecto de crear vida a partir de la materia inerte ¨Co de ¡°cuatro compuestos qu¨ªmicos de bote¡±, como le gusta decir a ¨¦l¡ª tiene objetivos pr¨¢cticos muy ambiciosos, como dise?ar una bacteria que aproveche la luz solar con tal eficacia que pueda cultivarse en unas cuantas hect¨¢reas para alimentar de energ¨ªa una ciudad. Pero, casi como efecto colateral, esa investigaci¨®n sigue planteando cuestiones de fondo.
Una de las m¨¢s chocantes es que, de los miserables 473 genes que bastan para construir una bacteria de vida aut¨®noma, nada menos que 149 tienen una funci¨®n completamente desconocida para la biolog¨ªa actual. Siguiendo con la analog¨ªa de la lavadora, es como si no entendi¨¦ramos la tercera parte de sus instrucciones vitales, las que son absolutamente necesarias para su funcionamiento. Puede verse como una verg¨¹enza, pero tambi¨¦n como un est¨ªmulo: la materia oscura de la gen¨¦tica necesita m¨¢s luz. Y m¨¢s dinero.
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