D¨ªas con Isabel

Hace un a?o, Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler disfrutaban, cada uno en su esquina, de un protagonismo abrumador en la vida cultural y social. Ambos manten¨ªan un carisma casi imbatible en sus respectivos mundos, tan aparentemente alejados. A nadie se le ocurri¨® imaginar la bomba que estaba cerca de estallar. Nos hemos acostumbrado enseguida a que la imagen de la pareja decore el paisaje, pero qui¨¦n lo iba a decir.

Esta historia encierra alg¨²n detalle muy chocante. En su obra, Vargas Llosa ha denunciado las debilidades de una civilizaci¨®n que ha arrinconado un modo de entender la cultura a cambio de enaltecer lo insustancial, el amarillismo y el espect¨¢culo. Y ¨¦l, ahora, se halla en la cima de esa monta?a rusa, convertido en superestrella de un circo del que abomina pero que ha decidido tolerar por puro amor, al reparar en que ven¨ªa en el mismo paquete.

Me encantar¨ªa saber qu¨¦ pasa por la cabeza del exquisito escritor al verse en la portada de ?Hola! y o¨ªrse tan citado por Anne Igartiburu en las sobremesas de Espa?a. No parece probable que alguna vez publique un relato de sus d¨ªas con Isabel, de c¨®mo se ve la vida con ella al lado. Pero ojal¨¢. Ser¨ªa glorioso, sobre todo si deslizara su fina retranca. Yo dar¨ªa algo por conocer la reflexi¨®n que le pudo inspirar la respuesta que repentiz¨® Ch¨¢beli cuando le preguntaron si hab¨ªa le¨ªdo algo suyo: ¡°No he le¨ªdo nada de Mario porque, desde que vivo en Miami, s¨®lo leo en ingl¨¦s¡±. Esas palabras son, se miren como se miren, una involuntaria joya del surrealismo, un g¨¦nero al que Vargas Llosa ha dedicado l¨ªneas fabulosas. 80 a?os. Felicidades, Mario.