El populismo ha llegado a EE UU
Los estadounidenses est¨¢n enfadados por muchas razones, y de ah¨ª el ¨¦xito populista. ?C¨®mo de enfadados? En dos palabras: Donald Trump. ?C¨®mo de enfadados? En dos palabras: Bernie Sanders. Lo que no est¨¢ claro es si los pol¨ªticos se han enterado
Las semillas del populismo estadounidense moderno, el considerado movimiento progresista, las sembraron hace m¨¢s de 40 a?os dos acontecimientos que sacudieron la confianza de los ciudadanos en su Gobierno: la desastrosa guerra de Vietnam y el posterior esc¨¢ndalo del caso Watergate.
Las mentiras que contaron los gobernantes a los estadounidenses sobre la guerra en el sureste asi¨¢tico costaron al pa¨ªs 58.000 vidas. El Watergate cost¨® la dimisi¨®n del presidente e hizo a?icos la imagen de buen Gobierno. Pero Vietnam y Nixon no hicieron m¨¢s que plantar esas semillas. Fue el escepticismo de Ronald Reagan sobre la Administraci¨®n lo que las aliment¨® y las permiti¨® fructificar en el progresismo que hoy invade Estados Unidos.
Reagan fue el primer presidente de los tiempos modernos que hizo campa?a en torno a la idea del odio a la Administraci¨®n. Su lema era: ¡°El Gobierno no es la soluci¨®n del problema, es el problema¡±. Todo lo contrario de lo que dec¨ªa John F. Kennedy una generaci¨®n antes: ¡°No preguntes qu¨¦ puede hacer tu pa¨ªs por ti, pregunta qu¨¦ puedes hacer t¨² por tu pa¨ªs¡±. En otras palabras, Kennedy estaba diciendo a los estadounidenses que el Gobierno era bueno porque ellos formaban parte de ¨¦l.
Otros art¨ªculos del autor
El escepticismo de Reagan prendi¨®. Los ciudadanos empezaron a olvidarse de su responsabilidad de vigilar a Washington, a dejar de participar en el proceso electoral y en todos los dem¨¢s aspectos relacionados con la Administraci¨®n. En definitiva, creyeron a Reagan; y, como el Gobierno era malo, decidieron dejar de tener que ver con ¨¦l.
Hoy, esa concepci¨®n esc¨¦ptica y corta de miras ha desembocado en que, en Estados Unidos, solo una de cada dos personas con derecho a voto se molesta en inscribirse para ejercerlo, y solo uno de cada dos votantes inscritos acaba acudiendo a las urnas en la mayor¨ªa de las citas electorales. Es decir, tres de cada cuatro posibles votantes no participan en las elecciones. Una aut¨¦ntica falta de responsabilidad.
Por supuesto, en cuanto los estadounidenses empezaron a desentenderse ¡ªy dejaron de exigir que la Administraci¨®n trabajara para ellos¡ª, el Gobierno empez¨® a desentenderse tambi¨¦n de las vidas de la gran mayor¨ªa de ellos.
Como consecuencia, durante los ¨²ltimos 40 a?os los ciudadanos corrientes han vivido en medio de grandes dificultades mientras el segmento m¨¢s rico y las grandes corporaciones prosperaban. Se redujeron los impuestos y las normativas que afectaban a los ricos, al tiempo que los programas sociales sufr¨ªan grandes recortes. ?El resultado? Los sueldos en Estados Unidos son escandalosamente bajos. El salario m¨ªnimo es de 7,25 d¨®lares la hora. Si la gente hubiera seguido participando y exigiendo que el Gobierno trabajara para ellos ¡ªen este caso, que el salario m¨ªnimo se mantuviera al menos a la altura de la inflaci¨®n¡ª, hoy estar¨ªa por encima de 25 d¨®lares la hora.
La gente sabe que Trump es vulgar, grosero y poco preparado, pero le apoyan porque no es de la casta
Pero el salario m¨ªnimo no es el ¨²nico problema que acosa a los trabajadores estadounidenses. Reagan tambi¨¦n es responsable de haberles convencido de que pertenecer a un sindicato era malo, y lo dej¨® claro cuando rompi¨® la huelga de controladores a¨¦reos; ese convencimiento se manifiesta hoy en el terrible descenso de la afiliaci¨®n sindical, con la consiguiente p¨¦rdida de salarios, prestaciones y dignidad para los trabajadores estadounidenses.
Para situar las cosas en contexto, en los a?os sesenta, cuando Estados Unidos era el primer pa¨ªs del mundo en casi todos los aspectos econ¨®micos, el 35% de la fuerza laboral pertenec¨ªa a sindicatos. Hoy en d¨ªa, esa cifra es inferior al 6% entre los trabajadores del sector privado. Todos los ataques contra los salarios y las prestaciones laborales en los ¨²ltimos 40 a?os han hecho que Estados Unidos ya no pueda presumir, como hizo durante tanto tiempo, de que la mayor parte de su poblaci¨®n pertenece a la clase media. Esa distinci¨®n corresponde hoy a Canad¨¢, que sobrepas¨® al pa¨ªs vecino hace dos a?os y donde el 34% de la fuerza laboral pertenece a un sindicato.
Pero los sindicatos no eran el ¨²nico motivo de que Estados Unidos contara con buenos sueldos. Otra raz¨®n era un sistema educativo, no superado por ning¨²n otro en el mundo. Hoy, sin embargo, la educaci¨®n estadounidense, desde la primera infancia hasta la ense?anza superior, es un desastre.
De los 50 Estados que componen el pa¨ªs, solo 11 tienen programas p¨²blicos para los ni?os hasta tres a?os y en edad preescolar, a pesar de que todos los datos demuestran que la educaci¨®n temprana es fundamental para los buenos resultados posteriores. Y no solo no se ha invertido en educaci¨®n, sino que ha habido recortes dr¨¢sticos. Como consecuencia, los escolares estadounidenses actuales est¨¢n entre los estudiantes de los pa¨ªses industrializados con peores puntuaciones en matem¨¢ticas y ciencias, unos indicadores esenciales para predecir el futuro econ¨®mico.
Aunque Sanders no va a derrotar a Hillary Clinton, es posible que ella acabe perdiendo ante Trump
El sistema de educaci¨®n universitaria de Estados Unidos, muy respetado, cuesta tanto que la mayor¨ªa de los estudiantes no puede permit¨ªrselo. Desde 1978 la matr¨ªcula en las universidades ha subido un 1.800%. Solo uno de cada cuatro estudiantes que terminan el bachillerato acaba gradu¨¢ndose en la universidad.
Podr¨ªa seguir, desde luego. El sistema de salud del pa¨ªs no funciona, la desigualdad de rentas se ha disparado, la tercera parte de las carreteras y los puentes necesitan reparaciones. El sistema fiscal est¨¢ tan lleno de agujeros favorables a los ricos que, el a?o pasado, el 43% de las empresas norteamericanas no pagaron ni un d¨®lar de impuestos, y el tipo fiscal real para los estadounidenses m¨¢s ricos no es del 35%, como aseguran, sino del 19%. Por ¨²ltimo, el Tribunal Supremo ha dado a las desigualdades cuerpo de ley mediante una serie de decisiones que permiten que unos cuantos ciudadanos muy ricos compren nuestras elecciones, con lo que pr¨¢cticamente garantizan que su voz sea la ¨²nica que se oye en Washington.
Por todas esas cosas, los estadounidenses hoy est¨¢n enfadados. ?C¨®mo de enfadados? En dos palabras: Donald Trump. La gente sabe que es vulgar, grosero, poco preparado, eg¨®latra y narcisista, pero no es de la casta, y por eso le apoyan millones. ?C¨®mo de enfadados? En dos palabras: Bernie Sanders. En el aparato pol¨ªtico tradicional, nadie cre¨ªa que este socialista declarado de 74 a?os pudiera tener posibilidades de vencer a Clinton, el apellido m¨¢s conocido del Partido Dem¨®crata en la era moderna. Y, aunque Sanders no va a derrotar a Hillary Clinton, s¨ª es posible que ella, en las elecciones generales, acabe perdiendo ante Donald Trump si no cuenta con el apoyo de los millones de estadounidenses enfadados que hoy respaldan a Sanders.
El populismo ha llegado a Estados Unidos. Lo ¨²nico que no est¨¢ claro es si la clase pol¨ªtica es consciente de ello.
Steve Jardinges profesor de Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad de Harvard y profesor del Centro de Gesti¨®n P¨²blica en IESE Business School, Universidad de Navarra.
?Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.