Jugar cura
FOTO: Fernando Alda
Nadie discute la importancia del juego como motor en el aprendizaje (de los ni?os y de los adultos). Jugar desarrolla habilidades y destrezas psicomotrices y psicol¨®gicas sin un esfuerzo consciente. Esa distracci¨®n positiva que conllevan las actividades l¨²dicas prioriza el disfrute sobre cualquier otra preocupaci¨®n. Por eso el juego, adem¨¢s de para activar, sirve para lo contrario, para desactivar, y es un recurso curativo de primer grado en los hospitales infantiles. ?C¨®mo puede un hospital convertirse en un lugar para jugar?
Por partes y con aislamiento. Se trata de separar pero no de encerrar. As¨ª lo entendi¨® la Fundaci¨®n Aladina cuando decidi¨® construir un espacio para el juego en el ¨¢rea pedi¨¢trica del Hospital de Getafe. Le encargaron a la arquitecta Elisa Valero que ideara una zona de juegos en la terraza del centro. Pero a Valero no le gust¨® la orientaci¨®n, al norte, de la terraza. Cuenta que la falta de sol no ayudaba a fomentar el juego. Por eso su primera propuesta consisti¨® en redefinir el encargo. Propuso cambiar parque por burbuja. As¨ª, la zona de juegos ideada por la arquitecta es hoy una burbuja en el m¨¢s amplio sentido de la palabra. Quiere ser un micro-mundo de despreocupaci¨®n y distracci¨®n y es, f¨ªsicamente, un pabell¨®n cerrado, exterior pero cubierto. Tras esa idea de encerrar y proteger un mundo fr¨¢gil, el resto es dise?o: colores para que el lugar entre por los ojos, materiales blandos para dulcificarlo y formas hexagonales para contrastar con la funcionalidad sobria del edificio del hospital.
Como la propia actividad que se desarrolla en ¨¦l, el pabell¨®n es ligero, tiene m¨¢s presencia que peso. Est¨¢ levantado con una estructura prefabricada de m¨®dulos hexagonales de madera y acabado con cerramientos de policarbonato de siete celdillas. A pesar de su ligereza, el policarbonato tiene un alto nivel de aislamiento y tambi¨¦n permite la entrada de luz natural. As¨ª, el interior suma esa luz a la artificial coloreada. La principal fuerza del pabell¨®n por dentro es que es variado en escalas, colores, alturas y usos. Hay zonas de lectura, de evasi¨®n y de juego. En el pavimento conviven distintos colores. Y un difusor de tela tensada multiplica el efecto de esos colores. El cambio de iluminaci¨®n hace as¨ª tambi¨¦n posible el cambio de color de la atm¨®sfera del pabell¨®n. Y con el cambio llega la sorpresa.
En el exterior de la burbuja, el suelo es blando, de caucho, y la vegetaci¨®n frondosa. Jardineras de bamb¨² arropan el pabell¨®n y asientos. Pensados como juegos para ni?os, esperan a que salga el sol. El proyecto es ingenioso y colorista. Por la vegetaci¨®n que lo rodea, los colores que lo integran, la suma de vol¨²menes que lo componen y, sobre todo, las diferentes alturas de su interior, es lo m¨¢s cercano que un ni?o enfermo puede tener a un parque, a una sala de juegos, y a un lugar donde ¨¦l es rey.
Precio por metro cuadrado seg¨²n arquitecta: 375,37 euros.
Babelia
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