Vayamos m¨¢s all¨¢ del miedo a las migraciones
Atrev¨¢monos a confiar en que tambi¨¦n la generosidad tiene un papel clave que jugar en la vida p¨²blica
![Protesta convocada para pedir una mejor ley de asilo para los refugiados, en el Parlamento de Viena, Austria.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UTAXMD2E25SKPCTSWNFQ7GP3LM.jpg?auth=bf7deeb0face171caf2a0488db5b6d44759f0df2bd6ba7a20f9f050040e35966&width=414)
Por todo el mundo, mujeres, hombres y ni?os se ven obligados a dejar su tierra. Es su sufrimiento lo que crea en ellos una motivaci¨®n para partir. Este sufrimiento es m¨¢s fuerte que todas las barreras que se alzan para obstaculizar su camino. Puedo dar fe de ello, despu¨¦s de mi reciente estancia de unos d¨ªas en Siria. En Homs, el grado de destrucci¨®n provocado por los bombardeos es inimaginable. Una gran parte de la ciudad est¨¢ en ruinas. He visto una ciudad fantasma y he sentido la desesperaci¨®n de los habitantes de este pa¨ªs.
Hoy son sirios los que confluyen hacia Europa, ma?ana ser¨¢n otros pueblos. Los grandes flujos migratorios que estamos presenciando son inevitables. No darse cuenta de ello ser¨ªa ser corto de miras. Buscar c¨®mo regular estos flujos es leg¨ªtimo e incluso necesario, pero querer impedirlos levantando alambradas erizadas de p¨²as es absolutamente in¨²til.
Ante esta situaci¨®n, el miedo es comprensible. Resistir a ¨¦l no significa que el miedo deba desaparecer, sino que no debe paralizarnos. No permitamos que el rechazo al extranjero se arraigue en nuestra mente, porque el rechazo al otro es el germen de la barbarie.
Como primer paso, los pa¨ªses ricos deber¨ªan adquirir m¨¢s clara conciencia de que tienen una parte de responsabilidad en las heridas de la historia que han provocado, y que contin¨²an provocando, inmensas migraciones, especialmente desde ?frica y Oriente Medio. Y hoy, determinadas decisiones pol¨ªticas siguen siendo fuente de inestabilidad en estas regiones. Un segundo paso deber¨ªa llevarlos a ir m¨¢s all¨¢ del miedo al extranjero, a las diferencias culturales, y a comenzar valientemente a modelar el nuevo rostro que las migraciones est¨¢n dando ya a nuestras sociedades occidentales.
En lugar de ver en el extranjero una amenaza para nuestro nivel de vida o nuestra cultura, acoj¨¢mosle como un miembro de la misma familia humana. Y descubriremos que, si bien el flujo de refugiados y de migrantes crea sin duda dificultades, puede ser tambi¨¦n una oportunidad. Estudios recientes muestran el impacto positivo del fen¨®meno migratorio, en la demograf¨ªa y en la econom¨ªa. ?Por qu¨¦ tantos discursos subrayan de tal manera las dificultades, sin poner nunca de relieve lo positivo? Quienes llaman a la puerta de pa¨ªses m¨¢s ricos que el suyo impulsan a ¨¦stos a ser m¨¢s solidarios. ?Acaso no les ayudan a tomar un nuevo aliento?
Querr¨ªa mencionar aqu¨ª nuestra experiencia en Taiz¨¦. Es humilde y limitada pero muy real. Desde noviembre del a?o pasado, en colaboraci¨®n con el gobierno local, la mancomunidad a la que pertenece nuestra aldea y asociaciones locales, alojamos en Taiz¨¦ a once j¨®venes migrantes sudaneses ¨C la mayor parte de Darfour ¨C y de Afganist¨¢n, todos ellos llegados desde la ?jungla? de Calais. Su llegada ha despertado un impresionante impulso de solidaridad en nuestra regi¨®n : voluntarios que vienen a ense?¨¢rles franc¨¦s, m¨¦dicos que les tratan gratuitamente, vecinos que les llevan de excursi¨®n por los alrededores y a pasear en bicicleta¡ Rodeados por esta amistad, estos j¨®venes, que han atravesado experiencias tr¨¢gicas en su vida, est¨¢n reconstruy¨¦ndose. Y un sencillo contacto, como ¨¦ste, con personas musulmanas, cambia la mirada de qui¨¦nes les rodean.
Los responsables pol¨ªticos podr¨ªan ayudar a la Uni¨®n Europea a recobrar un dinamismo que ha deca¨ªdo
En la aldea, estos j¨®venes tambi¨¦n han sido acogidos por familias de diversos pa¨ªses ¨C Vietnam, Laos, Bosnia, Ruanda, Egipto, Irak ¨C que llegaron a Taiz¨¦ a lo largo de las d¨¦cadas anteriores y que hoy forman parte integral del entorno. Todos ellos han experimentado grandes sufrimientos pero aportan vitalidad a nuestro pueblo gracias a la riqueza y la diversidad de sus culturas.
Si una experiencia como esta es posible a peque?a escala, ?por qu¨¦ no ser¨ªa posible a una escala mucho mayor? Es un error pensar que la xenofobia es el sentimiento m¨¢s ampliamente compartido ¨C a menudo, se trata sobre todo de desconocimiento. En cuanto son posibles los encuentros personales, los miedos dejan paso a la fraternidad. ?sta implica ponerse en el lugar del otro. La fraternidad es el ¨²nico camino para preparar un futuro de paz.
Asumiendo juntos las responsabilidades a las que llama esta ola migratoria, en lugar de poner en juego los miedos, los responsables pol¨ªticos podr¨ªan ayudar a la Uni¨®n Europea a recobrar un dinamismo que ha deca¨ªdo.
Toda una joven generaci¨®n europea ans¨ªa esta apertura. Lo sabemos bien, habiendo acogido desde hace muchos a?os, en nuestra colina de Taiz¨¦, a decenas de millares de j¨®venes de todo el continente que participan semana a semana en encuentros internacionales. A sus ojos la construcci¨®n de Europa solo encuentra su verdadero sentido si se muestra solidaria con los otros continentes y con los pueblos m¨¢s pobres.
Muchos j¨®venes europeos encuentran d¨ªficil comprender a sus gobiernos cuando estos manifiestan la intenci¨®n de cerrar las fronteras. Estos j¨®venes piden, antes bien, que la globalizaci¨®n de la econom¨ªa est¨¦ asociada a una globalizaci¨®n de la solidaridad, y que se exprese, especialmente, ofreciendo una acogida digna y responsable a los migrantes. Muchos de ellos est¨¢n dispuestos a colaborar. Atrev¨¢monos a confiar en que tambi¨¦n la generosidad tiene un papel clave que jugar en la vida p¨²blica.
Alois L?ser es prior de la comunidad ecum¨¦nica de Taiz¨¦
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