A veces caigo en el lado oscuro
Cuando te conviertes en madre, descubres muchas cosas. Entre ellas, que eres capaz de enfadarte hasta perder el control
Cuando te conviertes en madre, descubres muchas cosas. Descubres que puedes pasar noches sin dormir aunque antes fueras un lir¨®n, que eres capaz de inventarte disfraces aunque te den p¨¢nico las agujas, que puedes querer infinito a uno, dos o tres ni?os sin que tu amor se acabe, en fin, que eres capaz de hacer mil cosas que antes ni se te hab¨ªan pasado por la cabeza. Pero tambi¨¦n descubres con horror que eres capaz de enfadarte hasta perder el control, que llegas a comprender a los padres que pegan a sus hijos porque aunque nunca lo hayas hecho, a veces te tienes que contener para no hacerlo. Que te puedes convertir en una madre opuesta a la que quieres ser (Elo¨ªsa, que est¨¢ pasando por una situaci¨®n muy dura, explica muy bien ese miedo en su blog). Que, como advert¨ªa el maestro Yoda, eres capaz de caer en el lado oscuro de la fuerza:
La fortaleza de un Jedi fluye de la Fuerza. Pero cuidado con el lado oscuro: ira, temor, agresi¨®n, de la Fuerza el lado oscuro son. F¨¢cil fluyen r¨¢pidos a unirse en el combate. Si una vez tomas el sendero del lado oscuro para siempre dominar¨¢ tu destino. Te consumir¨¢, al igual que lo hizo con el aprendiz de Obi-Wan".
?Por qu¨¦ tienen los ni?os esa capacidad de sacarnos de quicio? ?Qu¨¦ podemos hacer para evitarlo? ?C¨®mo lograr que nos obedezcan sin recurrir a los gritos y los castigos?
Para resolver estas dudas, consulto a dos conocidas psic¨®logas especializadas en ni?os y madres, que representan dos corrientes distintas: Rosa Jov¨¦, abanderada de la conocida como crianza natural, y Roc¨ªo Ramos-Paul, Supernanny, que en su programa logra pacificar familias a primera vista imposibles usando t¨¦cnicas conductistas.
Lo primero y m¨¢s obvio es que perdemos los nervios con nuestros hijos porque con ellos podemos. "La paciencia de los adultos es finita, ?y con qui¨¦n estallas? Con el ni?o, porque con tu jefe no puedes", dice Jov¨¦. Ramos-Paul a?ade otro factor: precisamente, nos sacan de quicio porque son lo que m¨¢s queremos. "La relaci¨®n emocional entre padres e hijos no la hay en otra relaci¨®n. Lo m¨¢s parecido es la relaci¨®n con tu pareja. No te enfadas igual con el jefe o con los amigos que con tu pareja o los ni?os, porque cuanto m¨¢s te implicas emocionalmente, m¨¢s capacidad tienes de perder el control. Si no tienes esa relaci¨®n emocional, eres m¨¢s objetivo", explica.
Jov¨¦ a?ade m¨¢s causas por las que perdemos el control con los ni?os: "La tolerancia baja mucho con el cansancio. Si tuvi¨¦ramos d¨ªas m¨¢s tranquilos, se notar¨ªa en la forma de educar a los hijos". Otro factor es la presi¨®n de la sociedad sobre c¨®mo ejercemos nuestro papel de padres: "Vas por la calle y el ni?o se pone a hacer el Tarz¨¢n, algo que a ti en principio no te importa, pero le ri?es porque te sientes juzgado, presionado por lo que piensan los dem¨¢s", opina la psic¨®loga. "Hay que reivindicar que es MI hijo, MI casa, MI familia y la llevo como quiero".
Tambi¨¦n actuamos bajo la presi¨®n de lo que creemos que debe aprender un ni?o a cada edad. "Creemos, por ejemplo, que si no aprende a ordenar a los tres a?os, ser¨¢ un desordenado toda la vida. Esa presi¨®n de lo que deber¨ªa hacer a una edad nos pone nerviosos, y los presionamos a ellos, y como no responden, explotamos". Jov¨¦ recuerda que son datos orientativos para que los m¨¦dicos y psic¨®logos puedan evaluar: "Si te dicen que no pasa nada si lo aprende a los seis, te quedas m¨¢s tranquilo".
Otra causa es que "creemos que por transigir un d¨ªa, nos va a pasar siempre", explica la psic¨®loga. "No pasa nada porque un d¨ªa no hagan algo, se salten una norma o les ayudemos si est¨¢n cansados. Ellos saben que es espor¨¢dico, y lo entienden", dice. "A veces, solo con saber eso, nos relajamos y nos lo tomamos mejor", afirma. Jov¨¦ aconseja que seamos flexibles como padres. "T¨² quieres hijos que de mayores sepan negociar, pero ?c¨®mo van a hacerlo si siempre tienen que hacer lo que t¨² dices? No pasa nada por ceder, excepto en cosas que atenten contra la vida", insiste.
?C¨®mo conseguir que obedezcan?
Ambas expertas coinciden en que el detonante de que estallemos suele ser que los ni?os no obedezcan cuando les pedimos algo. "La reacci¨®n m¨¢s frecuente es repetir varias veces la orden, y al final pegar un grito", resume Ramos-Paul. El problema es que "el ni?o entiende que hasta que no pegas el grito, no tiene que obedecer, y hasta entonces, sigue haciendo lo que quiere". Y al fin viene lo que esperab¨¢is todos: ?C¨®mo evitar llegar a esta din¨¢mica de gritos? ?C¨®mo conseguir que nos hagan caso?
El m¨¦todo que recomienda Jov¨¦ sigue tres pasos: comprensi¨®n, educaci¨®n, elecci¨®n. Se puede usar m¨¢s o menos desde los tres a?os, cuando el ni?o tiene cierto nivel de entendimiento. Pone un ejemplo: el que se tenga que duchar por la noche no significa que en ese momento le venga bien o le apetezca. As¨ª que para conseguir que lo haga sin luchas, tenemos que:
- Comprender que no tiene ganas. "No significa que le des la raz¨®n, sino que le entiendes, que no est¨¢ loco. A veces, solo oye la palabra NO a lo largo del d¨ªa, y eso quema mucho", explica la psic¨®loga. Es importante que este primer paso sea muy amoroso, en plan "ya s¨¦ que no te apetece nada, cari?o, con lo bien que est¨¢s jugando, es normal".
- Pero a la vez educar: le explicamos por qu¨¦ tiene que ducharse, con una frase cortita.
- Y le dejamos elegir: "Tenemos un problema, ?c¨®mo lo solucionamos? ?Te dejo 15 minutos m¨¢s y vienes, o te duchas r¨¢pido y juego contigo?".
Jov¨¦ asegura que siguiendo estos pasos, los ni?os suelen actuar, "porque no les llevamos la contraria, y porque les dejamos elegir". En sus libros La crianza feliz y Ni rabietas ni conflictos, desarrolla estas ideas y da m¨¢s consejos. "Funciona muy bien siempre que les quede muy claro el primer punto". Sin embargo, no es partidaria en absoluto de la obediencia ciega:
Para los que hay¨¢is visto alguna vez el programa de Supernanny, os sonar¨¢ este otro m¨¦todo: dar la orden que queramos una sola vez y retirarnos. Un ejemplo: "Cari?o, tienes que recoger. ?Quieres que te ayude?". Si se pone en marcha, perfecto. Si no, nos retiramos. Pero cuando venga a buscarnos para cualquier cosa, le decimos: "Cuando recojas te atiendo. ?Te ayudo?". Cuando lo haga, nos quedamos y jugamos con el ni?o o hacemos alguna actividad que le motive, es el premio.
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