El dise?o que alberga el futuro de ?frica

No se trata de mirar, sino de c¨®mo se mira. Un grupo de despistados llegamos antes de tiempo y entramos por el final de la exposici¨®n. All¨ª, en el CCCB de Barcelona, se despide al visitante (o se saluda al despistado) con una animaci¨®n en v¨ªdeo del cineasta sudafricano Phetogo Tshepo Mahasha. En blanco y negro, un ni?o sube la escaleras de un edificio alt¨ªsimo compuesto de chozas o ¡°tukules¡± amontonados. Pero, en la cima, un hombre con cabeza de serpiente hace que el ni?o se caiga. Es de ese tipo de animaciones que uno puede pasarse mirando durante horas sin pensar en nada concreto, y sin dejar de mirar. El ni?o, cubierto por una m¨¢scara, acude a una especie de curandero tradicional que le muestra el camino mejor. Nadie habla. Con la ayuda del anciano (?s¨ªmbolo de los antepasados quiz¨¢?, aunque es mejor no preguntarle demasiado a una obra de arte), el ni?o reemprende la subida por una escalera que le lleva a lo m¨¢s alto, a un futuro de esperanza simbolizado por las flores.

En esa secuencia se resume el di¨¢logo que entabla actualmente el dise?o africano entre el pasado y el futuro. Sus creadores son parte de una gran generaci¨®n de j¨®venes de la era digital, protagonistas de tendencias como el afrofuturismo. ¡°El 50% de los artistas expuestos viven en Nairobi, Lagos, Dakar, Ciudad del Cabo¡­¡± dice Rosa Ferr¨¦, jefa de exposiciones en el CCCB, quien invita a realizar el recorrido en orden, desde el principio, y con tres preguntas: ¡°?Qu¨¦ es el dise?o? ?Qu¨¦ es ?frica? ?Qu¨¦ es el dise?o africano?¡± La cosa se pone profunda. Pero no hay que asustarse.

?frica no es un pa¨ªs, sino cincuenta y cuatro pa¨ªses, m¨¢s de dos mil lenguas y m¨¢s de mil millones de habitantes

La primera sensaci¨®n en el pr¨®logo de la expo es que alguien nos mira, o nos invita a asomarnos. No es Rosa, a la que s¨ª vemos. Son unas gafas de dise?os imposibles, y el retrato de un tipo que posa con una de ellas. Es el escultor keniano Cyrus Kabiru que nos abre el recorrido con cierta iron¨ªa. En la serie de gafas C-Stunners, utiliza material de deshecho como tornillos, alambres o cucharas, ¡°una forma de dar una segunda oportunidad a las cosas¡±, en palabras de su autor como se lee en el cat¨¢logo (impreso a modo de peri¨®dico, algo que se est¨¢ haciendo habitual en las exposiciones y es muy econ¨®mico). Las gafas hablan de los prejuicios y estereotipos con que miramos. As¨ª que son unas gafas para quitarse m¨¢s que para ponerse.

Making Africa es fruto, en gran medida, del trabajo de investigaci¨®n de Amelie Klein, y a la direcci¨®n del Vitra Design Museum, de la localidad alemana de Weil am Rhein, que coproduce la expo junto al Guggenheim de Bilbao y donde se exhibi¨® en el segundo semestre del a?o pasado. Durante m¨¢s de dos a?os, Klein visit¨® las grandes ciudades africanas de m¨¢s movimiento art¨ªstico y se cre¨® una plataforma de di¨¢logo entre comisarios, galeristas, artistas y dise?adores.

En una de las tres pantallas expuestas, que proyectan entrevistas con distintos expertos del ¨¢mbito del dise?o, me quedo con la de Lesley Lokko, una arquitecta de Ghana, explica el desaf¨ªo que supone ?frica para la arquitectura: ¡°No puedo imaginar un sitio m¨¢s interesante para estar en este momento¡±, concluye.

?De verdad sobreviven con un d¨®lar al d¨ªa?

?C¨®mo ser¨ªa el mapa de ?frica si no se hubiera producido el colonialismo? Para responder a esa pregunta, el artista sueco Nikolj Cyon puso el mapa del continente boca abajo tras una investigaci¨®n hist¨®rica. Convencido de que el arte puede ayudar a cambiar el mundo, en su obra Alkebu-Lan 1260 AH (Tierra de los negros), el nombre con que los ¨¢rabes denominaban a ?frica, delimita las fronteras y territorios seg¨²n los pueblos, naciones y culturas precoloniales, con un resultado muy diferente al del mapa actual, que a¨²n lleva la sombra de la escuadra y el cartab¨®n del capricho europeo. Rosa Ferr¨¦ hace un apunto tan obvio, tan realista¡­ tan olvidado: ¡°Que ?frica no es un pa¨ªs, sino cincuenta y cuatro pa¨ªses, m¨¢s de dos mil lenguas y m¨¢s de mil millones de habitantes. Que no existe una ?frica, como no existe una Europa y que, por tanto, tampoco existe el dise?o africano como tal. Es todo mucho m¨¢s grande¡±.

Y sin apenas espacio, nos encontramos de frente ante la delicadeza. Dos retratos, titulados Albus, y realizados por Justin Dingwall. La mujer que aparece en ambos es la misma; con un velo blanco en uno y con un velo negro en otro. Es la abogada y modelo albina Thando Hopa, de Soweto. Hopa dice de s¨ª misma: ¡°Soy una mujer negra que vive con la piel de una mujer blanca y esto deber¨ªa bastar para encarnar lo que representa un ser humano en toda su complejidad¡±.

En 2012, hab¨ªa 650 millones de tel¨¦fonos registrados en todo el continente africano, m¨¢s que en Estados Unidos o Europa. La generaci¨®n actual de ?frica, llena de blogueros, youtubers y otros usuarios de redes sociales que participan en la era digital, comparte un esp¨ªritu de liberaci¨®n y creatividad con la de los a?os cincuenta y sesenta, la primera generaci¨®n poscolonial africana a la que la expo rinde un peque?o homenaje, con obras como las del fot¨®grafo Malick Sidib¨¦ que retrat¨® el ambiente festivo mediante los bailes y fiestas de aquellos a?os de liberaci¨®n en Bamako.

La poblaci¨®n africana se est¨¢ volviendo urbana a un ritmo m¨¢s r¨¢pido que el resto del mundo y pronto alcanzar¨¢ los niveles de los dem¨¢s continentes. Y el 70% de su econom¨ªa es informal. Un sistema que suple las deficiencias de los servicios p¨²blicos en muchos casos. De ah¨ª, la presencia imponente de la estructura Jua Kali City (en suajili, sol abrasador), con el que se le suele llamar en Kenia a los servicios que prestan todo tipo de artesanos, paletas y trabajadores de otros oficios sin formaci¨®n oficial. Tres artistas de ese pa¨ªs colaboraron en la elaboraci¨®n de Jua Kali City, ante la que es imposible que ning¨²n visitante pase de largo: dos ruedas dentadas; la grande, con piezas de componentes inform¨¢ticos usados, representa la ciudad formal, y se imbrica con una m¨¢s peque?a, hecha a base de chapa (la ciudad informal), sin la cual ser¨ªa imposible que la otra se moviese. Los visitantes se toman fotos a un lado y otro de las enormes ruedas, como si fueran el centro de la mirada de un ¡°gran hermano¡±.

La poblaci¨®n africana se est¨¢ volviendo urbana a un ritmo m¨¢s r¨¢pido que el resto del mundo y pronto alcanzar¨¢ los niveles de los dem¨¢s continentes

La exposici¨®n cont¨® con el apoyo del nigeriano Okwui Enwezor, director de la Haus der Kunst, de M¨²nich (como curiosidad, la Haus der Kunst fue uno de los edificios representativos de la arquitectura nazi, ahora convertido en uno de los centros divulgadores m¨¢s importantes de la cultura global, como el propio Enwezor, que vive entre Estados Unidos, Nigeria y Alemania). Su voz grave nos acompa?a desde las pantallas de plasma de la expo: ¡°He escuchado desde que tengo uso de raz¨®n que la gente en ?frica sobrevive con un d¨®lar al d¨ªa¡±. Y esto le provoca una risa contagiosa. ¡°?Es que nunca ha habido un crecimiento en ?frica?... ?Puede ser un d¨®lar con cincuenta, por favor? ?Es que no hay inflaci¨®n??C¨®mo es posible?¡±. Para Enwezor la informalidad es uno de los grandes motores de ?frica ¡°porque se trata de que la gente toma el poder de su destino en sus propias manos¡±, y deja una leve sonrisa final del que sabe decir frases solemnes y felices.

Sorpresas para visitantes desprevenidos

Otra frase de Enwezor inspira toda la expo: ¡°El futuro le corresponde a ?frica porque parece que ya ha llegado a todos los dem¨¢s lugares¡±. Un ejemplo de un dise?o, no s¨®lo con fines art¨ªsticos sino utilitarios y sociales, es el servicio de transferencia de dinero M_pesa, que se explica en fotos y v¨ªdeos, y que sorprende encontrar en una expo de este calibre. Puesto en marcha por la compa?¨ªa Safaricom en 2007, hace posible el env¨ªo de dinero a tiendas u otras personas por medio de un sencillo SMS. Ya hay 12,2 millones de clientes que lo utilizan, la mitad de la poblaci¨®n activa de Kenia. Una iniciativa que ahora se ha extendido a multitud de pa¨ªses de ?frica, Asia y Europa. Un futuro que est¨¢ aqu¨ª.

El futuro le corresponde a ?frica porque parece que ya ha llegado a todos los dem¨¢s lugares Okwui Enwezor, director de la Haus der Kunst, de M¨²nich

En la ¨²ltima parte de la exposici¨®n, se encuentran las llamadas telas de cera (o tela wax holandesa). Se trata de esos tejidos que cualquier occidental (incluido el que escribe la cr¨®nica) no ha podido evitar comprar a precio de ganga y d¨¢rselo a un couturier congol¨¦s que hace maravillas con ¨¦l en nada de tiempo, desde un traje de vestir hasta un pijama. Pues bien, la expo advierte que, en realidad, no son de origen africano sino indonesio, y que los trajeron al continente los holandeses e ingleses durante el siglo XIX. Ese s¨ªmbolo de la dicotom¨ªa de colonia e identidad se recoge en las piezas de la artista ghanesa Zhora Opoku, Who is Wearing My T-shirt: Waxprint Prison.

Y ya nos volvemos a congregar, el grupo de despistados frente al v¨ªdeo del ni?o que asciende las escaleras hacia su futuro con la ayuda de un anciano. Tiene algo magn¨¦tico, lo contemplamos como si no lo hubi¨¦ramos visto antes, cuando empezamos por el final. El futuro que pertenece a ?frica se puede vislumbrar ya en sus dise?adores. Damos otra vuelta por la exposici¨®n, que se abarca de una manera ¨¢gil, sin agobios. Y todo hace que uno tambi¨¦n piense que no hay ¡°un lugar m¨¢s interesante para estar en este momento¡±.

La exposici¨®n est¨¢ abierta al p¨²blico hasta el 28 de agosto de 2016. De martes a domingo (y lunes festivos) de 11.00 a 20.00 horas. Precio de entrada general: 6 euros.