Entre dos oleadas de atentados
El miedo al terrorismo conduce a las democracias hacia el populismo y el autoritarismo
Entre las dos oleadas de atentados de Par¨ªs y antes de los de Bruselas, ha habido en el mundo (?frica, Arabia Saud¨ª, Turqu¨ªa...) no menos de una veintena de ataques terroristas. Si debemos creer a los especialistas, esta escalada es un s¨ªntoma del debilitamiento del Estado Isl¨¢mico en el escenario de Siria e Irak: tras la eliminaci¨®n de su n¨²mero dos por la aviaci¨®n norteamericana, la reconquista de Ramadi por el ej¨¦rcito iraqu¨ª, la progresi¨®n de las fuerzas kurdas, la victoria del ej¨¦rcito sirio en Palmira, y antes de la pr¨®xima ofensiva del ej¨¦rcito iraqu¨ª contra Mosul, por ahora capital del califato de Daesh, los atentados parecen una reacci¨®n destinada a enmascarar esos retrocesos estrat¨¦gicos y a permitir que la organizaci¨®n terrorista siga reclutando voluntarios para el combate.
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Y m¨¢s teniendo en cuenta que a medida que se producen esos retrocesos, las tribus sunitas que se hab¨ªan unido a Daesh vuelven al redil a poco que el Gobierno iraqu¨ª garantice su seguridad. Lleva tiempo, pero la conjunci¨®n de la coalici¨®n occidental con la que lidera Arabia Saud¨ª sobre el terreno est¨¢ demostrando que la victoria contra Daesh es posible. Y eso es sin duda lo esencial.
Al mismo tiempo, uno no puede sino lamentar el cariz del debate nacional, dominado cada vez m¨¢s por el populismo reinante, que no cesa de extenderse, pues parece haber extra¨ªdo nuevas fuerzas de las oleadas de atentados. Pobreza del debate: las palabras y la pol¨¦mica se imponen al an¨¢lisis de la realidad. As¨ª, hay quien se tira los trastos a la cabeza para determinar si ciertos barrios se parecen m¨¢s o menos a Molenbeek, el municipio bruselense que se ha convertido en el centro neur¨¢lgico de las c¨¦lulas de Daesh en Europa. Antes o despu¨¦s, podemos estar seguros, la tentaci¨®n demag¨®gica nos conducir¨¢ a un debate sobre el restablecimiento de la pena de muerte...
Mientras tanto, la palma se la llevan Donald Trump y Marion Mar¨¦chal Le Pen. Para Trump, los atentados del 11 de septiembre de 2001 no habr¨ªan tenido lugar si George Bush no hubiera sido presidente. Para Mar¨¦chal Le Pen, los atentados del 13 de noviembre (¡°sin duda¡±) no se habr¨ªan producido si el FN hubiera estado en el poder... La misma demagogia a ambos lados del Atl¨¢ntico, la misma ¡°estupidez¡±, seg¨²n la expresi¨®n de Anne Hidalgo, como dos cerros testigo de un fen¨®meno en expansi¨®n: el populismo de tendencia radical.
Los Estados parecen moment¨¢neamente impotentes, pues tienen que superar dificultades que no pueden serlo inmediatamente
Francia y Estados Unidos no tienen el monopolio: cada pa¨ªs lo adapta a sus propios colores pol¨ªticos. UKIP en Reino Unido, la derecha ultranacionalista en el poder en Polonia y Hungr¨ªa, la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas en Italia, la extrema derecha en Dinamarca y los Pa¨ªses Bajos, pero tambi¨¦n en Austria y, un reci¨¦n llegado como m¨ªnimo amenazador, la AFD en Alemania, movimiento que ha crecido como reacci¨®n a la pol¨ªtica de apertura a los refugiados de Merkel.
A esta dimensi¨®n populista hay que sumarle su principal y cada vez m¨¢s peligrosa consecuencia pol¨ªtica: la aspiraci¨®n no ya a la autoridad, leitmotiv de la vida pol¨ªtica francesa, sino a un r¨¦gimen autoritario a trav¨¦s del llamamiento a un ¡°salvador¡±. Un simple vistazo a nuestro alrededor nos permite calibrar la fuerza de este movimiento: el m¨¢s ruidoso, Donald Trump, es considerado por numerosos polit¨®logos norteamericanos como fascistoide; y, por supuesto, admira a Putin, cuyo autoritarismo es bien conocido; Viktor Orb¨¢n en Hungr¨ªa, o el nuevo poder polaco, manifiestan tambi¨¦n algunas tentaciones; mientras que Recep Erdogan restablece progresivamente la dictadura. M¨¢s all¨¢, Shinzo Abe, en Jap¨®n, o Narendra Modi, en la India, aparecen catalogados en ocasiones entre los dirigentes con tendencias autoritarias.
En todas partes operan los mismos miedos, globalizados como la econom¨ªa, las diferentes manifestaciones de las mutaciones del mundo moderno y el propio terrorismo. Frente a todos estos miedos, los Estados parecen moment¨¢neamente impotentes, pues tienen que superar dificultades que no pueden serlo inmediatamente.
De ah¨ª la b¨²squeda de un salvador y la receptividad hacia las figuras y los discursos de los ¡°superh¨¦roes¡±, esos personajes que distinguen tan f¨¢cilmente el bien y el mal y ya no se circunscriben al cine. De ah¨ª que haya quien crea en los remedios dr¨¢sticos y que el belicismo de Putin parezca tranquilizador m¨¢s all¨¢ de las fronteras rusas.
Ese es sin duda el peligro para nuestras democracias: caer en el populismo, que conduce indefectiblemente al autoritarismo.
Jean-Marie Colombani fue director de Le Monde.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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