Teor¨ªa del ¡°ya no m¨¢s¡± y del ¡°ya m¨¢s no¡±
Tenemos la impresi¨®n de que la transparencia es un bien, y lo es, sin duda, para much¨ªsimas cosas
En los a?os de la Transici¨®n, que no es un papel mojado, aunque sobre ella haya llovido tanto, no hab¨ªa tanta prisa por salir en las teles, sobre todo porque s¨®lo hab¨ªa una que, como la oficial de ahora, la administraba el Poder. No hab¨ªa tampoco Twitter, ni Facebook, ni est¨¢bamos los periodistas de guardia para ver qui¨¦n opinaba antes sino para comprobar qui¨¦n se enteraba antes. Ahora hay muchas cadenas de televisi¨®n, millones de tuiteros, y nosotros los periodistas nos volvemos locos para deducir enseguida lo que nos da la gana de cualquier cosa que se mueva. Aunque no se mueva nada. Vivimos pendientes de la opini¨®n propia.
Todo ello facilitaba un cierto secretismo higi¨¦nico de las reuniones que se hac¨ªan, por ejemplo, para preparar la Constituci¨®n. Era tal el blindaje de las reuniones entre contrarios que ten¨ªan que cambiar de sedes y se refugiaban en casas de algunos de los reunidos para que se preservaran las discusiones que llevaran a acuerdos que hubieran parecido ins¨®litos seg¨²n el carnet de los conjurados. Tal secretismo convirti¨® la filtraci¨®n de aquel documento constitucional, obtenido por los compa?eros Sol Gallego y Bonifacio de la Cuadra, en un ¨¦xito period¨ªstico sin precedentes.
Ahora ya se sabe qu¨¦ pasa, y no es mejor, con perd¨®n, que lo que suced¨ªa en aquella ¨¦poca. Tenemos la impresi¨®n de que la transparencia es un bien, y lo es, sin duda, para much¨ªsimas cosas; pero el exceso precipitado de todo lo que se est¨¢ diciendo, en privado y en barbecho, no lleva necesariamente a acuerdos sino que m¨¢s bien precipita desacuerdos adelantados, cuya explotaci¨®n tiende a beneficiar al que primero los anuncia. Pero no siempre.
Lo que ha sucedido este fin de semana es indicativo de esta situaci¨®n. Se reunieron a solas y salieron de all¨ª hablando ya; hablaron el PSOE y Ciudadanos, y se reserv¨® Pablo Iglesias, es decir, Podemos, seguramente porque ¨¦l mismo quer¨ªa evacuar consultas consigo mismo, pues al d¨ªa siguiente estuvo con los suyos, a algunos de los cuales (Dom¨¦nech, Errej¨®n) invit¨® a hablar en el escenario de su peque?a multitud. Hab¨ªa entregado un papel, se supone que para que lo estudiaran los contrarios, PSOE y Ciudadanos, pero ya ¨¦l hab¨ªa deducido, por las caras que pon¨ªan los otros, que iban a rechazarlo. Y que por tanto romp¨ªa la baraja. Al PSOE le sent¨® fatal. ?Y a los dem¨¢s?
A Pablo iglesias le interes¨® contar en seguida que aquel proceso acababa ah¨ª, y emplaz¨® a los suyos a pronunciarse. Muy pronto dio por muerto el proceso, la verdad, quiz¨¢ es que se ten¨ªa que ir a Barcelona. Lo cierto es que el joven pol¨ªtico debe saber una historia que figura entre los grandes hallazgos de De Gaulle. El general franc¨¦s puso a negociar a los suyos el final de la guerra de Argelia. Y les dio este mandato: de d¨ªa t¨ªrense los trastos a la cabeza y por la noche p¨®nganse de acuerdo. A Iglesias le pudo la prisa, ignorando que quiz¨¢ Puigdemont pod¨ªa esperar, y a la gente (a la gente, en el sentido que acu?¨® Podemos) se nos qued¨® cara de ya no m¨¢s o, como decimos en Canarias, ya m¨¢s no, qu¨¦ hartura.
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