Podr¨ªa ser una luci¨¦rnaga
La documentalista Tatiana Huezo presenta ?Tempestad?, un viaje a las pesadillas de dos mujeres, v¨ªctimas de la impunidad en M¨¦xico
Tatiana Huezo no quiere contar sus pesadillas, sus malos sue?os, lo que no se deja pensar. Sus ojos responden con miedo ante la mera pregunta, consternados: ?Cu¨¢les son tus pesadillas? Silencio.
La documentalista, nacida en El Salvador hace 44 a?os, presentaba hace unas semanas Tempestad, su ¨²ltimo trabajo, en la gira de documentales Ambulante, en la Ciudad de M¨¦xico. La presentaci¨®n sirvi¨® para el reencuentro, para ver a Miriam, su vieja amiga, para cerrar ¡°un ciclo muy importante¡±. Huezo, que ha vivido en M¨¦xico la mayor parte de su vida, dice que Tempestad, m¨¢s que un documental, es o ha sido una pelea contra su propio desasosiego. ¡°T¨² te pones en los pies de otro¡±, dice, ¡°y empieza el temor¡±. Esa palabra, temor, fluye de sus labios igual que el miedo lo hace de sus ojos. Son, por decirlo de otra manera, palabras, gestos, de verdad.
Tempestad cuenta las historias de Miriam y Adela, pesadillas del mundo real. Hablar de fronteras, de finales, de principios y mejoras en situaciones como las suyas suena a cuento chino. Miriam acaba de salir de la c¨¢rcel y sufre par¨¢lisis en mitad del rostro. La mujer narra su historia, la manera en que cae presa, acusada de un delito de trata, c¨®mo se la llevan despu¨¦s de Canc¨²n a Matamoros, a la otra punta del pa¨ªs, c¨®mo se acostumbra, qu¨¦ significa acostumbrarse. Lo in¨²til que resulta cualquier intento de no hacerlo.
Adela es el espejo de Miriam, dice Huezo. Y viceversa. Adela trabaja de payasa en un circo ambulante. Hace tiempo que perdi¨® a su hija. Desapareci¨®. Saben qui¨¦n se la llevo y para qu¨¦, una red de trata. ¡°Son¡±, susurra la directora, ¡°historias de impunidad¡±.
Hace varios a?os, antes de temer sus propios sue?os, Tatiana Huezo recibi¨® en su casa de la Ciudad de M¨¦xico una caja llena de trozos de papel. ¡°Hab¨ªa como 40 papeles¡±, recuerda, ¡°y en cada uno hab¨ªa escritos poemas¡±. En uno, dec¨ªa: ¡°Oigo incluso c¨®mo r¨ªen las monta?as y abajo, en el mar, los peces lloran y la tristeza se vuelve tan grande (¡) Yo nac¨ª para contar flores de las avenidas de la muerte. Para eso he nacido¡±.
¡°As¨ª¡±, murmura Tatiana, ¡°termina el poema. Para eso he nacido. As¨ª¡±¡
La caja era de Miriam. Ambas se conoc¨ªan de hac¨ªa 20 a?os. ¡°?bamos de jalacables al CNEC¡±, el Centro Nacional Aut¨®nomo de Cinematograf¨ªa, recuerda la documentalista. Miriam hab¨ªa estudiado historia en la UNAM y compart¨ªa con Tatiana la afici¨®n por el cine. Luego se perdieron de vista por un tiempo y de repente, un d¨ªa, hace tres a?os y medio, se encontraron. Tatiana Huezo no da demasiados detalles del encuentro, el lugar, la hora, el motivo. Solo dice que se encontraron. ¡°Me cont¨® que acababa de salir de la c¨¢rcel, ten¨ªa par¨¢lisis facial, me toc¨® mucho. Hablamos de cosas banales aquel d¨ªa, de pa?ales, de no dormir por los ni?os¡ ?Me impresion¨® que mi amiga no pudiera mirarme a los ojos!¡±.
Luego lleg¨® la caja, los papeles, los poemas. Tatiana entendi¨® que eran de Miriam, que trataba de decirle algo. La llam¨®, le pregunt¨® si quer¨ªa contar su historia y ella acept¨®.
M¨¢s tarde, encontr¨® a Adela. ¡°Me impact¨® mucho ver a Adela, ten¨ªa una claridad en la cabeza. Es muy duro. Pelear en la cabeza entre la posibilidad de vida y la muerte. Cambia tu forma de actuar, no est¨¢s en La Tierra. Adela est¨¢ en otra parte¡±.
Tatiana cuenta que cay¨® en una depresi¨®n. Chup¨® tanto el dolor que dej¨® de saber que no era suyo. En Tempestad, las protagonistas narran su historia en voz en off, sobre im¨¢genes de ellas mismas, del paisaje, de polic¨ªas encapuchados, sobre un fondo de ruido insectoide, cigarras demasiado grandes. ¡°Cualquiera podr¨ªa ser. La voz en off es eso. A cualquiera podr¨ªa pasarle¡±.
En su pel¨ªcula anterior, El Lugar m¨¢s peque?o, Tatiana Huezo cuenta la historia de los vecinos de Nueva Cinquera, en El Salvador, que vuelven a lo que fue su pueblo antes de la guerra. Son, si acaso, los restos de la pesadilla, lo que quedo, tablones a la deriva. Y resulta admirable constatar que esos pellejos que escuchan y escuchar¨¢n las balas de la guerra hasta que se mueran, viven. Porque es mejor que morirse. Y porque ese motivo no tiene nada de malo.
Al final de El lugar m¨¢s peque?o, la protagonista recuerda el momento en que vuelven de la ciudad a lo que fue Cinquera. A lo que ser¨ªa, m¨¢s tarde, Nueva Cinquera. Dice: ¡°Cuando ven¨ªamos, ya era de noche, solo las luci¨¦rnagas se miraban por todo el camino, se sent¨ªa precioso (¡.) Almas de ni?os, s¨ª¡ Como unos ni?os que nos iban dando la luz. La felicidad para m¨ª fue hallar el ser querido. Si¡ Mi hija podr¨ªa ser una luci¨¦rnaga, porque ella era una luz¡±.
El miedo de Tatiana Huezo es luz. Sus protagonistas viven porque es mejor. Porque otra cosa no existe.
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