'Turismo de borrachera': la ruta al desenfreno et¨ªlico que esconde Espa?a
Magaluf, Gand¨ªa, Salou, Lloret de Mar... Repasamos los principales destinos tur¨ªsticos en los que los j¨®venes extranjeros viven su 'rito de paso' a la madurez a base de comas et¨ªlicos y 'mamading'
Ah, los albores de la juventud: las primeras aventuras sin la supervisi¨®n familiar, el fraternal compa?erismo, la explosi¨®n hormonal, el devaneo y la exploraci¨®n sexual. Y en esas vacaciones al borde del mar: saltar de un balc¨®n a otro, ponerse hasta arriba de todo, buscar la felicidad al final del litro de sangr¨ªa. Follar. Pelear. Dejarlo todo hecho un cristo. Hacer el rid¨ªculo, a veces delante de una c¨¢mara de televisi¨®n.
Es lo que llaman turismo de borrachera, ese que atrae a la muchachada, mucha de ella extranjera, a ciertos puntos calientes sobre todo en el Levante espa?ol y que en algunas ocasiones ha acabado en esc¨¢ndalo o en tragedia. Como un rito de paso hacia edades menos volc¨¢nicas, estos chavales y chavalas vienen a darse un paseo por wild side. Los pueblos que acogen estas correr¨ªas viven en una paradoja: por un lado les interesan los ingresos que "la farra" inyecta en la econom¨ªa local, que muchas veces son fundamentales para la supervivencia de las localidades dedicadas al monocultivo del turismo, pero por otro lado la fiesta salvaje acaba con su reputaci¨®n, mostr¨¢ndolos dentro y fuera de las fronteras como lugares propicios para el libertinaje y el aquelarre hardcore. Sodoma y Gomorra al borde del mediterr¨¢neo.
Magaluf, la Reina de la Noche (y de cosas peores)
La localidad mallorquina de algo m¨¢s de 4.000 habitantes a la que alguna vez se ha llamado la Reina de la Noche, es uno de los puntos calientes. El turismo, que discurre entre luces de ne¨®n, grandes pantallas y diversas actividades festivas, es la base de la econom¨ªa. Aqu¨ª acuden cada verano muchos j¨®venes ingleses a perder la cabeza a muy buen precio, unos 400 euros el viaje completo. Los hermanos brit¨¢nicos Danny y John Daly (y su socio Paul Smith) suelen ser se?alados como culpables, al menos en parte: crearon en 2012 el Carnage Tour, una ruta de desenfreno et¨ªlico que por 30 euros promet¨ªa beber gratis en sus cinco establecimientos y volver al hotel arrastr¨¢ndose. La filosof¨ªa se lee en los lemas de algunas camisetas populares: lo que pasa en Magaluf, se queda en Magaluf o las chicas buenas van al cielo, las malas a Magaluf.
Un v¨ªdeo revel¨® que una joven irlandesa de 18 a?os practic¨® sexo oral en un bar a 23 personas a cambio de alcohol
Algunas de las rocambolescas consecuencias de esta actividad se vieron en verano de 2014, cuando salt¨® a los medios el famoso caso del mamading, generando r¨ªos de tinta y monta?as de indignaci¨®n tanto en los vecinos y empresarios de la ciudad, como en la opini¨®n p¨²blica internacional: un v¨ªdeo revel¨® que una joven irlandesa de 18 a?os practic¨® sexo oral en un bar a 23 personas a cambio de alcohol, en un juego que no parec¨ªa un hecho puntual. La empresa Carnage neg¨® toda responsabilidad. Despu¨¦s del esc¨¢ndalo el ayuntamiento trat¨® de controlar el desfase de Punta Ballena, la zona m¨¢s celebrante, con una ordenanza prohibiendo los pub crawlin (las rutas dips¨®manas de bar en bar) de m¨¢s 20 personas o el consumo de alcohol en la v¨ªa p¨²blica de diez de la noche a ocho de la ma?ana.
Tambi¨¦n en el conflictivo verano de 2014 un turista de 28 a?os fue detenido en la playa por morder a otros turistas, al parecer bajo los efectos de la llamada "droga can¨ªbal". La cosa es bien seria: se han registrado problemas de drogas, denuncias por violaciones y solo en los primeros ocho meses de 2014 seis j¨®venes extranjeros murieron haciendo balconing, es decir, brincado de un balc¨®n a otro del hotel, o del balc¨®n directamente a la piscina, probablemente en estado de ebriedad, una pr¨¢ctica que se puso tristemente de moda en este tipo de destinos. El ayuntamiento tambi¨¦n reaccion¨® a este fen¨®meno, calificando el balconing como falta grave, con multas de entre 750 y 1.500 euros.
Salou, nuestro propio Springbreakers
En la localidad tarraconense de 26.500 habitantes tambi¨¦n florece el hedonismo loco juvenil. El Saloufest es un festival inspirado en las fiestas universitarias de primavera (el springbreak), organizado por la empresa Ilovetour, que tiene lugar en marzo y abril y en el que se esperan unos 7.000 j¨®venes brit¨¢nicos e irlandeses en su actual edici¨®n, un evento no muy del gusto de los vecinos pero que genera un impacto econ¨®mico de cinco millones de euros (y en temporada baja). El precio global del viaje es de unos 300 euros per c¨¢pita ebria. El eslogan del evento, de fuertes resonancias antropol¨®gicas, esot¨¦ricas y hasta mitol¨®gicas, es: ¡°el fundamental rito de paso para los estudiantes¡±.
Garantizan una de las semanas m¨¢s memorables de la experiencia universitaria a base de deporte de calidad (que al parecer se queda en algo secundario) y una vida nocturna sin igual, plagada de ¡°noches ¨¦picas¡± y fiestas de piscina. Seguramente a algunos estudiantes les sugiera la alucinada pel¨ªcula Springbreakers, dirigida por Harmony Korine y protagonizada por James Franco. Ahora le toca el turno a los franceses, a los 2.000 que llegar¨¢n a la ciudad en mayo, en el Karibean Springbreak 2016 (¡°cuatro d¨ªas de pura fiesta¡±). ¡°Sois j¨®venes, no ten¨¦is 50 a?os y un ni?o bajo el brazo¡±, dice en el dec¨¢logo que adem¨¢s conten¨ªa referencias a hipot¨¦ticas org¨ªas que se han suprimido por exigencia del ayuntamiento, que no ve con muy buenos ojos estas iniciativas ni a los hoteles que los acogen. Pero, una vez m¨¢s, es una buena f¨®rmula para llenar habitaciones en temporada baja.
Lloret de Mar... ?Y Barcelona?
Se acu?¨® el neologismo 'lloretizaci¨®n' para describir el fen¨®meno por el cual un destino se degrada a base de borracheras
Tan cl¨¢sica ha sido la poblaci¨®n de Girona (37.600 habitantes) en la acogida de este turismo basura que incluso se acu?¨® el neologismo lloretizaci¨®n para describir el fen¨®meno por el cual un destino vacacional se degrada a base de borracheras, v¨®mitos, peleas y resacas monstruosas. Hay quien observa que la misma Barcelona se lloretiza, sobre todo en el castigado espacio de Las Ramblas, centro neur¨¢lgico de la ciudad que ha perdido completamente su esencia para ser tomado completamente por el turismo chabacano y espanta a los propios barceloneses.
Tambi¨¦n en la cercana Barceloneta, tradicional barrio de pescadores, cuyos vecinos han promovido fuertes protestas contra un turismo que se aloja en pisos alquilados por AirBnb y otras plataformas de eso que llaman econom¨ªa colaborativa, y que ha llenado sus estrechas calles de visitantes low cost, borrachos, fornicadores, broncos y semidesnudos. En Lloret, todo hay que de decirlo, tambi¨¦n han luchado contra este tipo de turismo. El a?o pasado el ayuntamiento aprob¨® una ordenanza que prohib¨ªa hacer botell¨®n, orinar en la calle o provocar reyertas. La mala conducta puede conducir a multas o no ser alojado en los hoteles de la ciudad, algo as¨ª como una expulsi¨®n.
La parte m¨¢s glamurosa (si es que podemos calificarlo de esta manera) del asunto salt¨® a las pantallas de todo el pa¨ªs a trav¨¦s del reality show Gand¨ªa Shore, que segu¨ªa las aventuras playeras y nocturnas de un grupo de chonis y macarrillas por la ciudad que le da nombre, donde viv¨ªan aventuras no muy diferentes a las propias del turismo de borrachera, aunque pasadas por brillante patina televisiva. Estaba inspirado en uno similar, el Jersey Shore emitido por la MTV.
Por cierto, Lloret tambi¨¦n tuvo su dislocado reality, el alem¨¢n We love Lloret. El consistorio env¨ªo una carta a la productora quej¨¢ndose de la ¡°imagen distorsionada¡± que se daba de la poblaci¨®n. Los participantes moraban una casa espectacular bautizada como Finca Fiesta. El semanario germano Focus lo calific¨® como ¡°el peor programa televisivo del pa¨ªs¡±.
Y luego est¨¢ Ibiza (sobre todo el West End de la localidad de Sant Antoni de Portmany, que ha sido se?alado como exponente de este turismo por La Vanguardia, junto con la playa de Palma), cuya fuerte industria crecida alrededor de la m¨²sica electr¨®nica y los clubs de moda, aunque se encuadre dentro de la elegancia y la modernidad (y la carest¨ªa), no deja de tener sus ra¨ªces en un turismo animado por el af¨¢n de fiesta, de after hours y de consumo de sustancias estupefacientes. Ibiza no es lo mismo, o eso parece. Pero el periodista V¨ªctor Lenore, autor del pol¨¦mico ensayo Hispters, indies y gafapastas (Capit¨¢n Swing) lo explicaba bas¨¢ndose en algo as¨ª como la de lucha de clases: mientras lugares frecuentados por clase trabajadora, como la famosa Ruta del Bakalao valenciana, eran satanizados por los medios ante la sociedad, Ibiza era el ep¨ªtome de la modernez, frecuentada por fiesteros de clases m¨¢s acomodadas.
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