Un digno merecedor del Cervantes
Nos enorgullecemos de Fernando del Paso, este gran latinoamericano que nos ense?¨® a convertir la lectura en una profunda, ardua y espl¨¦ndida pr¨¢ctica de vuelo, como hizo el autor que da nombre al premio que hoy ¨¦l recibe
Todos sab¨ªamos que Fernando del Paso recibir¨ªa el Cervantes a los pocos d¨ªas de cumplir 81 a?os. Jos¨¦ Trigo, Palinuro de M¨¦xico pero sobre todo Noticias del Imperio lo encaminaban hacia el Paraninfo de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares donde se encuentra hoy junto a los Reyes de Espa?a, su familia y sus seres queridos.
Su abuelo materno, Jos¨¦ Morante Villarreal, naci¨® en Bagdad. Del Paso lo identificaba con Arun Al Raschid. En realidad, Bagdad fue un pueblecito de Tamaulipas que apareci¨® durante el auge petrolero s¨®lo para que el abuelo pudiera confundirse en la mente del ni?o con un personaje de Las mil y una noches. Jos¨¦ Morante Villarreal comenz¨® como pe¨®n de v¨ªa en Ferrocarriles Nacionales y se hizo pol¨ªtico, lleg¨® a presidente municipal de San ?ngel, senador, presidente de la C¨¢mara de Senadores y gobernador interino de Tamaulipas. Muy despilfarrador, gast¨® la fortuna de la familia y s¨®lo se salv¨® la casa de Orizaba 150, en la colonia Roma de la ciudad de M¨¦xico, lugar de nacimiento de Fernando del Paso a quienes varios cr¨ªticos literarios como Edmundo Valades consideraron el mejor prosista mexicano de todos los tiempos.
Otros art¨ªculos de la autora
Fernando fue hijo ¨²nico hasta los siete a?os de edad, cuando naci¨® su hermana Irene. Estudi¨® en el colegio Benito Ju¨¢rez, que ten¨ªa fama de ser la mejor primaria de la ciudad de M¨¦xico, hoy que la educaci¨®n en nuestro pa¨ªs es el peor de los desastres. Lo inscribieron despu¨¦s en la Secundaria 14, en la antigua c¨¢rcel de Bel¨¦n; quiz¨¢ los efluvios de este antiguo encierro lo ense?aron a reflexionar sobre la vida y la muerte y la locura en el castillo de Bouchot de una emperatriz a la que no s¨®lo le han fusilado a su Maximiliano sino enviado a Europa un cad¨¢ver de ojos de vidrio color del caf¨¦ veracruzano cuando ¨¦l siempre los tuvo azules.
La adolescencia de Del Paso transcurri¨® en la colonia de los Doctores. ?Influy¨® esto en su deseo de ser m¨¦dico? ?Se so?¨® otro Claude Bernard? Quer¨ªa ser m¨¦dico militar porque la Escuela M¨¦dico Militar es la mejor de M¨¦xico. Pero conoci¨® a Socorro Eduviges Estefan¨ªa Carlota y ¡°con el coraz¨®n atravesado por una flecha¡± decidi¨® abandonar la medicina porque el amor de Socorro Eduviges Estefan¨ªa Carlota era mejor que cualquier hospital. Despu¨¦s de un largo noviazgo, se casaron y Fernando entr¨® a trabajar en publicidad y a estudiar econom¨ªa en la noche. Se decidi¨® por la econom¨ªa porque crey¨® que el dinero es la felicidad.
Su incursi¨®n en el mundo de la publicidad fue una gimnasia diaria del lenguaje y la imaginaci¨®n
Durante 14 a?os, Del Paso fue copywriter en las grandes agencias de publicidad de Madison Avenue, como Walter Thompson y Young and Rubicam, que tienen sucursales en M¨¦xico. Idear campa?as para vender desde pastas de dientes y botellas de gin hasta plumas fuente y alimentos para perros signific¨® para ¨¦l ¡°una gimnasia diaria del lenguaje y la imaginaci¨®n¡±.
En los sesenta, una agencia de publicidad reuni¨® a varias luminarias: ?lvaro Mutis, Arturo Ripstein y sobre todo a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, free lance, y a Fernando Del Paso. El cuentista republicano Jos¨¦ de la Colina, testigo de los pininos literarios de Del Paso, le dijo:
¡ªBueno, esto que escribes es muy joyceano.
¡ª?Muy qu¨¦?
¡ªJoyceano.
¡ª?Y eso qu¨¦ es?
Gracias a ¨¦l, Del Paso conoci¨® a Joyce, Proust, Faulkner, Kafka y Val¨¦ry. Su confianza en s¨ª mismo le permiti¨® escribir una novela monumental, infinita, que escalar¨ªa hasta la cumbre: Noticias del Imperio. Ya desde Jos¨¦ Trigo y Palinuro de M¨¦xico su hero¨ªsmo lo convertir¨ªa en el Prometeo mexicano que roba el fuego a los cl¨¢sicos y todas las tardes llena p¨¢ginas en blanco. Para escribir Jos¨¦ Trigo, Del Paso ya sab¨ªa todo de los ferrocarriles por su abuelo materno, pero estudi¨® movimientos obreros, estrategia militar, la historia de los cristeros. Obsesivo y voraz se volvi¨® un experto en rieles y durmientes, en huelgas y asambleas. El amor a la historia la tra¨ªa en la sangre gracias al historiador Francisco del Paso y Troncoso, su antepasado. Alg¨²n cr¨ªtico llam¨® a Jos¨¦ Trigo ¡°La venganza del copywriter¡± porque la publicidad tiene que ser breve, concisa, directa y clara y Jos¨¦ Trigo no era sino deslumbrante como las cataratas del Iguaz¨². Del Paso habr¨ªa podido seguir escribi¨¦ndola de aqu¨ª a la eternidad si su editor, Arnaldo Orfila Reynal, no le quita el libro de las manos: ¡°Ya, ya, Del Paso, est¨¢ usted escribiendo un libro y no cubriendo el continente americano con un fastuoso manto de palabras¡±.
Se empecin¨® en su amor a M¨¦xico, su di¨¢logo con M¨¦xico y el imperio de las voces de M¨¦xico
Miembro de la generaci¨®n de Jos¨¦ Emilio Pacheco, Carlos Monsiv¨¢is, Juan Vicente Melo, Eduardo Lizalde, Juan Garc¨ªa Ponce y Jos¨¦ de la Colina, Fernando del Paso tambi¨¦n se hizo amigo de sus mayores: ?lvaro Mutis, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y Octavio Paz.<TB>M¨¢s tarde, con el mejor padrinazgo del mundo, nada menos que el de Octavio Paz, Miguel ?ngel Asturias y Juan Rulfo, obtuvo su primera beca Guggenheim. Viaj¨® entonces a Londres, a la BBC en el servicio latinoamericano, onda corta, en espa?ol, para Latinoam¨¦rica. Muchas oyentes se enamoraron de su voz. Aunque Fernando alega que era muy desordenado y hac¨ªa fichas durante un a?o y dejaba de hacerlas al otro, Socorro, su mujer, lo ayud¨® a pasar sus tours de force en limpio, lo cual ¡ªantes de las computadoras¡ª resultaba una verdadera proeza porque si a una p¨¢gina se le agregaba un rengl¨®n, hab¨ªa que mecanografiar todo el cap¨ªtulo, tarea ingrata a la que Socorro se prestaba con gusto.
Noticias del Imperio se convirti¨® en un libro de enormes ventas ya que no s¨®lo los lectores comunes y corrientes sino los arist¨®cratas mexicanos que son unos burros enloquecieron con su novela. El ¨¦xito fue tan delirante como el delirio de Carlota en su infinito mon¨®logo.
Menos cosmopolita que Carlos Fuentes, m¨¢s ingenuo, se empecin¨® en su amor a M¨¦xico, su di¨¢logo con M¨¦xico y el imperio de las voces de M¨¦xico que hoy resuenan en el Paraninfo de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares.
Su aparici¨®n puede sorprender hasta a la reina Letizia, que da c¨¢tedra del buen vestir, ya que Fernando del Paso suele hacer apariciones incendiarias con sus camisas abiertas al sol, que estallan cual flamboyanes, aves del para¨ªso o frondosas buganvilias que recuerdan al rosa Tamayo. Acostumbra recurrir a los azules que se caen de morados, como los llam¨® Carlos Pellicer, los verdes que te quiero verde, los amarillos de copa de oro y el lila de las jacarandas que florean en el mes de marzo. Como una inmensa flor, Fernando del Paso levanta su corola hacia los primeros rayos de la ma?ana y se renueva en la noche. ¡°Se ve muy bien con una camisa color lavanda haciendo juego con un pantal¨®n de casimir gris perla¡±, asegura su secretaria.
Desde aqu¨ª lo aplaudimos y nos enorgullecemos de este gran latinoamericano que nos ense?¨® a convertir la lectura en una profunda, ardua y espl¨¦ndida pr¨¢ctica de vuelo, as¨ª como lo hizo el autor que da nombre al premio que hoy recibe nuestro querido Fernando del Paso.
?Elena Poniatowskaes escritora y ganadora del Premio Cervantes en 2013.
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