El pol¨ªtico no viste de Prada
Ser de derechas o de izquierdas en nuestro pa¨ªs implica asumir un conjunto casi inamovible de premisas, mientras que en otros pa¨ªses de Europa existe una mayor permeabilidad pr¨¢ctica entre ambas orillas ideol¨®gicas
?Los espa?oles simplificamos la pol¨ªtica a una sola dimensi¨®n. Si eres de izquierdas y quieres que el Estado intervenga en la econom¨ªa, tambi¨¦n est¨¢s a favor del derecho al aborto, la inmigraci¨®n, la igualdad de g¨¦nero y los derechos civiles. Si eres de derechas, no s¨®lo deseas un menor peso del Gobierno en la econom¨ªa, sino tambi¨¦n defiendes unos valores socioculturales m¨¢s tradicionales.
Mientras en Espa?a existe una ¡°super-dimensi¨®n¡±, en otros pa¨ªses la pol¨ªtica se dirime en dos ejes. La divisi¨®n econ¨®mica (izquierda versus derecha) y la divisi¨®n cultural (libertarios versus tradicionalistas). En general, estas dimensiones est¨¢n relacionadas y los partidos econ¨®micamente de izquierdas tienden a ser algo m¨¢s liberales en aspectos culturales. Pero pocos pa¨ªses tienen una superdimensi¨®n tan n¨ªtida como Espa?a. Sus geograf¨ªas pol¨ªticas son m¨¢s complejas y menos frentistas. Por ejemplo, tienen partidos mixtos que son de derechas en lo econ¨®mico, pero liberales y cosmopolitas en lo cultural. Adem¨¢s, pueden permitirse las grandes coaliciones a las que somos tan al¨¦rgicos aqu¨ª porque sus partidos socialdem¨®cratas y conservadores tienen diferencias econ¨®micas pero, socioculturalmente, son vecinos.
?Por qu¨¦ los espa?oles somos m¨¢s simplones? La raz¨®n no se encuentra en nuestra cultura o religi¨®n. Hay pa¨ªses cat¨®licos, como Irlanda o B¨¦lgica, que tienen una fauna pol¨ªtica tan diversa como la de los pa¨ªses protestantes. La causa hist¨®rica hay que buscarla en los habilidosos pol¨ªticos de nuestro pasado, que fueron capaces de forjar una dimensi¨®n pol¨ªtica a la que las generaciones posteriores se han ido adaptando.
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Viajemos al siglo XIX. En sociedades como Espa?a o Francia, los emprendedores pol¨ªticos liberales encontraron en la poderosa Iglesia a la ¡°casta¡± (o al ¡°Ibex35¡±) perfecto para movilizar a sus seguidores. De forma sim¨¦trica, y sin meternos en qui¨¦n lanz¨® la primera piedra, los pol¨ªticos conservadores utilizaron la cruzada religiosa (en algunos casos en sentido literal) para cohesionar a los suyos.
Cuaj¨® as¨ª una dimensi¨®n pol¨ªtica ¡ªanticlericalismo progresista frente a clericalismo conservador¡ª con un enorme magnetismo. Cada movimiento pol¨ªtico que ha surgido en d¨¦cadas posteriores ha quedado atrapado por ¨¦l, con los partidos situ¨¢ndose en alg¨²n punto de esa l¨ªnea que va de la izquierda econ¨®mica y el liberalismo cultural a la derecha econ¨®mica y el tradicionalismo cultural. Una implicaci¨®n es que, cuanto m¨¢s de izquierdas eres en el sentido econ¨®mico, m¨¢s liberales deben ser tus valores culturales, y viceversa. Otra consecuencia de esta ¡°superdimensi¨®n¡± es que las f¨®rmulas h¨ªbridas fracasan, como atestiguan los intentos de crear partidos econ¨®micamente de derechas y culturalmente liberales, de la Operaci¨®n Roca a UPyD.
Nuestra visi¨®n econ¨®mica entra?a una visi¨®n cultural. E incluso una est¨¦tica, como ponen de manifiesto las c¨ªclicas contraposiciones de indumentarias pol¨ªticas tan propias de nuestra historia: del calz¨®n corto frente a levita en los tiempos de Joaqu¨ªn Costa a las camisetas frente a las corbatas en esta legislatura. En Espa?a nos es m¨¢s dif¨ªcil empatizar con los adversarios pol¨ªticos porque nos separan m¨¢s cosas de ellos.
Nuestra visi¨®n econ¨®mica entra?a una visi¨®n cultural e incluso una est¨¦tica
La superdimensi¨®n ejerce un fuerte magnetismo sobre cualquier nueva divisoria pol¨ªtica. Como han subrayado los polit¨®logos Jan Rovny y Jonathan Polk, el mapa pol¨ªtico europeo es tremendamente estable dentro de cada pa¨ªs. Cambian las siglas, pero, para sobrevivir en un entorno medi¨¢tico moldeado por unas cosmovisiones definidas, los partidos acaban mimetizando las posiciones de sus predecesores. Y en el caso espa?ol eso quiere decir que, si eres de derechas, adoptas valores tradicionalistas; y, si eres de izquierdas, liberales.
?Han alterado los partidos de la nueva pol¨ªtica esta tendencia? Podemos titube¨® mucho. Por una parte, jug¨® a postularse como un partido culturalmente liberal pero que no fuera de izquierdas ni de derechas. Por otra, quiso seguir la v¨ªa de Syriza y de los populismos latinoamericanos: econ¨®micamente de izquierdas, pero culturalmente nacionalista y eurosc¨¦ptico (cuando ped¨ªan que Espa?a no fuera una ¡°colonia de Alemania¡± y apelaban al patriotismo).
Pero han llegado a la conclusi¨®n de que abrazar con fuerza el tablero es m¨¢s fruct¨ªfero que romperlo. Podemos (con sus confluencias) se ha asentado en la casilla contigua al PSOE: econ¨®micamente un poco m¨¢s de izquierdas y culturalmente un poco m¨¢s liberal. A la sombra del PSOE y preparados para desbancarlos con un programa parecido pero algo m¨¢s picante. Como, por ejemplo, ha hecho ya Barcelona en Com¨², que no s¨®lo ha reclamado la herencia de Maragall, sino que ha absorbido a gran parte de la intelligentsia del PSC.
Necesitamos partidos que se atrevan a navegar entre esas dos orillas tan alejadas
Ciudadanos es el partido nacional m¨¢s misterioso. Mantienen una posici¨®n ideol¨®gica hist¨®ricamente suicida en Espa?a: de derechas en econom¨ªa pero liberales en valores. En algunos asuntos, como inmigraci¨®n o igualdad de g¨¦nero, parecen caer en la tentaci¨®n conservadora. Pero, al menos en parte, es porque todos los estamos empujando en esa direcci¨®n. No entra en nuestra mentalidad pol¨ªtica simplista un esp¨¦cimen complejo como Ciudadanos y aprovechamos cualquier excusa para convertirlos en lo que esperamos de un partido econ¨®micamente de derechas: que sea reaccionario en valores. Asumimos que tienen que ser la sombra del PP. Su marca blanca. Sin embargo, los datos indican que, de momento, Ciudadanos resiste como el partido m¨¢s alejado de la superdimensi¨®n pol¨ªtica. Nuestro partido m¨¢s protestante.
El magnetismo de la superdimensi¨®n tambi¨¦n ha afectado a los partidos nacionalistas. PNV y CiU han tenido ¨¦xito cuando han sido moderadamente de derechas y moderadamente conservadores en valores. En una posici¨®n intermedia entre el PP y el PSOE. Incluso su nacionalismo se ha basado m¨¢s en el localismo y el respeto a las tradiciones que en la autodeterminaci¨®n y la ruptura. Cuando se han salido de su casilla en la superdimensi¨®n, emprendiendo el viaje a ?taca (que un partido nacionalista de izquierdas puede permitirse m¨¢s f¨¢cilmente porque son percibidos como libertarios), se han extraviado. Ser¨¢ interesante seguir el proceso de refundaci¨®n de Converg¨¨ncia-Democracia i Llibertat en los pr¨®ximos meses: ?volver¨¢n a su posici¨®n o se adentrar¨¢n, como Ciudadanos, en la inh¨®spita senda del liberalismo social de derechas?
Ojal¨¢ se atrevan. Porque, para superar el enroque en el que se ha metido la pol¨ªtica espa?ola, necesitamos varios partidos dispuestos a romper con la superdimensi¨®n. Partidos que se atrevan a navegar entre esas dos orillas tan alejadas en las que se ha convertido la pol¨ªtica espa?ola. Ganar¨ªamos en riqueza pol¨ªtica. Y de vestuario.
Victor Lapuente Gin¨¦ es profesor de ciencias pol¨ªticas de la Universidad de Gotemburgo.
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