Piedra negra
Que el Ayuntamiento de Madrid desprecie el patrimonio y el futuro de sus ciudadanos es como si un padre dilapida los recursos de la familia
La historia necesita contarse despacio, porque parece incre¨ªble. En 2013, el Ayuntamiento de Madrid, regido por Ana Botella tras recibir el cargo de manos de un Ruiz-Gallard¨®n ascendido a ministro, hab¨ªa establecido un sistema de venta de propiedades p¨²blicas para tratar de enjugar su deuda millonaria. A los madrile?os no les importaba un carajo que se desprendieran de su patrimonio colectivo, porque bastante ten¨ªan con pagar la calefacci¨®n de casa. La palabra crisis se com¨ªa todo y hasta comprar el peri¨®dico se transform¨® en un lujo prescindible, por lo que enterarse de un asunto tan complejo quedaba fuera del radar ciudadano. Pero la venta de inmuebles en el preciso momento, qu¨¦ curioso, en que m¨¢s bajo estaba el mercado, m¨¢s hundido y depreciado, no bast¨® para disipar la amenaza de quiebra sobre la Empresa Municipal de la Vivienda. Ese nombre tan esperanzador funcionaba bajo la trampa habitual de gestionar lo p¨²blico con mandamientos de empresa privada.
Al verse acosada por las deudas y en trance de protagonizar otro esc¨¢ndalo contable en una ¨¦poca en que los esc¨¢ndalos pasaron a estar muy mal vistos, m¨¢s que nada porque la gente se arremolinaba en la hora de cierre de los supermercados para llevarse las sobras y el producto caducado de los contenedores, urg¨ªa inventar algo. El invento fue sencillo. El Ayuntamiento de Madrid dio la orden de vender 2.159 viviendas p¨²blicas y adem¨¢s traspasar a un fondo de inversi¨®n llamado Blackstone, piedra negra, otros 1.860 pisos que estaba obligado a mantener en alquiler social. La operaci¨®n se negoci¨® a la baja, pero incluso la C¨¢mara de Cuentas detect¨® posibles irregularidades en el precio de venta y las condiciones del acuerdo que a¨²n hoy se investigan.
La historia desemboca en que un fondo inversor privado es ahora el casero que amenaza con el desahucio a cientos de familias que disfrutaban de un alquiler social. Todo es de una claridad cegadora. Los espa?oles, que se educan en la econom¨ªa familiar, donde aprenden los rudimentos b¨¢sicos de la oferta y la demanda, no tendr¨¢n ning¨²n problema en extraer una conclusi¨®n de todo este entuerto. Ellos saben que la responsabilidad es el fundamento sobre el que se asienta la supervivencia colectiva del hogar familiar. Que el Ayuntamiento desprecie la protecci¨®n, el patrimonio y el futuro de sus ciudadanos es algo as¨ª como si un padre dilapida los recursos de la familia. Alguien les dir¨¢ que se vayan a una escuela de negocios a aprender alta econom¨ªa. Pero m¨¢s bien requiere medir a ciertos pol¨ªticos con la vara del sentido com¨²n y la decencia. No pasan la prueba.
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