La campa?a es clave
Contra lo que algunos creen, junio no es la segunda vuelta de diciembre
Con los mismos candidatos a La Moncloa que ya fracasaron en la tarea de constituir un Gobierno, los partidos pol¨ªticos pretenden ahora que el cuerpo electoral ofrezca resultados diferentes a los obtenidos en las elecciones navide?as. Algunas se?ales de ello se advierten en el sondeo de Metroscopia publicado hoy por EL PA?S. Ahora mismo est¨¢ muy clara la fidelidad hacia el PP de sus votantes habituales: un partido que parece un ¨¢rbol con ra¨ªces de varios pisos que, sin embargo, tiene un techo para crecer, por el fuerte rechazo de los dem¨¢s. Tambi¨¦n mejoran las expectativas de Ciudadanos, m¨¢s por el inter¨¦s que suscita entre abstencionistas que por la fidelidad de sus simpatizantes.
No puede decirse lo mismo del PSOE, al que le pasa factura el fracaso de la investidura de Pedro S¨¢nchez. Ni de Podemos, cuya inestabilidad le lleva a buscar, ahora s¨ª, el apoyo de Izquierda Unida, que fue rechazado por Pablo Iglesias en los compases previos del 20-D. De consumarse esa alianza, podr¨ªa empatar con el PSOE o incluso superarle, con consecuencias internas para los socialistas.
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Sin embargo, ninguno de los cambios apuntados mejoran claramente las posibilidades de que el PP pueda constituir un Gobierno sin m¨¢s apoyos. Estamos ante la paradoja de que una amplia mayor¨ªa de espa?oles sigue siendo partidaria del pluralismo y no del bipartidismo (dos de cada tres); pero tampoco les gustan los resultados pr¨¢cticos de esa situaci¨®n de cara a la gobernabilidad. Cuando las cuentas siguen sin salir, el PP debe considerarse advertido sobre sus dificultades para pactar.
Si las elecciones se celebraran ahora mismo, habr¨ªa tres puntos menos de participaci¨®n que en el 20-D. Pero faltan casi dos meses para la cita con las urnas y los partidos habr¨¢n de volcarse en movilizar al electorado. A despecho de los que quieren una campa?a de bajo perfil, la que se avecina va a ser tan importante como decisiva. Personalizarla hasta el paroxismo o elevar el tono agresivo equivaldr¨ªa a apostar a la casilla del fracaso. Medir bien los pasos ser¨¢ la clave para romper la relativa apat¨ªa de los votantes sin hacer descarrilar a¨²n m¨¢s a la clase pol¨ªtica.
Tampoco los electores deben bajar los brazos. Junio no es la segunda vuelta de diciembre, por mucho que se presente el 26-J como una repetici¨®n. Los pa¨ªses en los que existen las segundas vueltas (Francia sobre todo) funcionan a base de retiradas de los partidos menos votados y de la concentraci¨®n del voto en los m¨¢s respaldados de la primera. En Espa?a, todos siguen en liza y cuentan con posiciones ideol¨®gicas arraigadas.
No es menos cierto que tampoco ha desaparecido ning¨²n problema del escenario; si acaso, se ha agravado con el paso del tiempo. La convalecencia econ¨®mica, la crisis institucional, la marginaci¨®n de ciertas capas sociales, la precariedad laboral, la indefinici¨®n de un modelo de crecimiento basado en la innovaci¨®n, el peso internacional de Espa?a: todo contin¨²a pendiente, a la espera de la decisi¨®n de los votantes y de una administraci¨®n (m¨¢s) inteligente de los resultados electorales. De lo contrario, el problema de la gobernabilidad se plantear¨¢ de nuevo con toda su crudeza.
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