?Cu¨¢nto chocolate lleva de verdad el chocolate?
La pr¨®xima vez que abr¨¢is una chocolatina, mirad la etiqueta: ?cu¨¢nto hay de esa materia prima que tanto nos priva? ?Nada? Planteamos una cata con un maestro chocolatero y descubrimos que ya (casi) todo son suced¨¢neos
Hace no demasiado tiempo hice un experimento en mi casa. Compr¨¦ leche, cacao, avellanas y az¨²car en diferentes proporciones y le di candela a la batidora como si ma?ana no volviera a lucir el sol. El resultado final se encontraba a millones de siglos luz de la pasta de "chocolate" que todos conocemos de la publicidad. Es que ni el sabor se le parec¨ªa.
Teniendo en cuenta los ingredientes de laboratorio que reza su penitente etiqueta, ?estamos seguros de que el ¨¦xito del chocolate industrial se debe a una imagen de marca impecable? ?Es el chocolate industrial la nueva droga del siglo XXI? Y, lo que es m¨¢s importante, ?cu¨¢nto hay de chocolate en el chocolate que comemos habitualmente? Necesit¨¢bamos respuestas.
La cata con el experto
¡°Esto que me das es un mejunje de grasas malas con un mont¨®n de az¨²car y un vago recuerdo de cacao, aunque dudo hasta de que tenga cacao¡±
Si hay alguien que sabe de chocolate y alta reposter¨ªa en nuestro pa¨ªs, ese es el maestro Oriol Balaguer. A Oriol, que acaba de recoger el testigo de la centenaria pasteler¨ªa madrile?a La Duquesita, le va la marcha, y una cata a ciegas de chocolate industrial puede llegar a ser un reto. Convertimos su cocina en un improvisado quir¨®fano de antifaz y bistur¨ª con cinco muestras de chocolate: dos de marca blanca, uno de primera marca, un bomb¨®n de supuestos maestros chocolateros y una chocolatina con caramelo. A pesar de que el chocolate de primera marca parec¨ªa m¨¢s refinado, ninguno de los tres llega al aprobado. De hecho, la ingente cantidad de az¨²car le raspa las papilas como cien estropajos de aluminio enfurecidos. Pero las reacciones m¨¢s espectaculares hacen aparici¨®n con la llegada del bomb¨®n y la chocolatina.
El repostero casi tiene que escupir uno de esos bombones de primeras marcas que salen en la tele cada dos por tres. Su veredicto es claro: "Esto es un mejunje de grasas malas con un mont¨®n de az¨²car y un vago recuerdo de cacao, aunque dudo hasta de que tenga cacao". Claro que la cara de p¨®ker que se le queda cuando descubre las diferentes marcas que ha probado a ciegas es inenarrable. Teniendo en cuenta que en La Duquesita se emplean materias primas de primer¨ªsima calidad, es normal que a nuestro Balaguer casi le d¨¦ un soponcio con estos dulces industriales. Prueba no superada. Los chocolates industriales son de todo menos chocolate. Son otra cosa.
El cacao es el nuevo oro negro
En los ¨²ltimos 10 a?os, el consumo de chocolate se ha disparado. Nos hemos vuelto m¨¢s golosos y a la vez m¨¢s exigentes.
En los ¨²ltimos 10 a?os, el consumo de chocolate se ha disparado. Nos hemos vuelto m¨¢s golosos y a la vez m¨¢s exigentes. Pero, cuando el chocolate lleg¨® a Asia, el mundo cambi¨®. Los japoneses, aut¨¦nticos adictos a este dulce, han pasado el testigo al resto del continente: en China la demanda ha crecido un 123% y en India, un 245%, seg¨²n la World Cocoa Foundation. Esto ha llevado a que el precio del cacao se dispare y el "chocolate bueno" nos cueste una pasta. Y es que la evoluci¨®n de este mercado ha sido una locura. En el a?o 2000, la Uni¨®n Europea estableci¨® las normas espec¨ªficas respecto a la composici¨®n de los productos derivados del cacao, donde exigen unos m¨ªnimos. En 2006 se public¨® la normativa sobre el etiquetado de los alimentos derivados del cacao con objeto de proteger a los consumidores frente a alimentos no saludables.
En a?os sucesivos, aparecieron c¨¢tedras universitarias patrocinadas por grandes empresas chocolateras con objeto de que ciertas asociaciones, aparentemente sanitarias, recomendasen los productos. El resultado: una publicidad arrasadora de un producto de dudosa salubridad. A pesar de que Nutella pagase m¨¢s de tres millones de d¨®lares para retirar una demanda en EE UU o Nutrexpa haya sido investigada por publicidad enga?osa, estas empresas se han forrado vendiendo chocolates que tienen m¨¢s de suced¨¢neos, grasas y derivados que de cacao. Despu¨¦s de nuestra cata, intentamos llevar varios chocolates industriales a analizar a alg¨²n laboratorio alimentario para saber exactamente cu¨¢nto cacao conten¨ªan, pero ninguno nos abri¨® sus puertas. ?Qu¨¦ miedo tienen? Tambi¨¦n probamos a contactar con alguna de las grandes empresas que fabrican estos 'chocolates'. Su respuesta: un silencio sepulcral. Buceando en Internet, encontramos a nutricionistas de grandes hospitales defendiendo el consumo de az¨²car y haciendo "colaboraciones" con empresas. Surrealista.
?Un mundo sin este manjar?
La soluci¨®n es bien complicada. Si los chinos siguen fagocitando el chocolate de ese modo, nos vamos a ver como lechugas en mitad de una plaga b¨ªblica de langostas. Con el tiempo, nos habremos acostumbrado a creer que tomamos chocolate, mientras lo que tragamos son grasas malas, aceites de palma y hasta petr¨®leo. Pero, oye, que es cuesti¨®n de acostumbrarse. La mayor parte de las personas que consumen chocolate ya podr¨¢ vivir atada a una cinta de correr. La otra soluci¨®n pasar¨ªa por ser francos y cargarnos el negocio del cacao.
Nos acostumbraremos a creer que tomamos chocolate, mientras lo que tragamos son grasas malas, aceites de palma y petr¨®leo.
El chocolate ser¨ªa un art¨ªculo de lujo y pasar¨ªa a venderse en el mercado negro. Los supermercados blindar¨ªan sus existencias y tendr¨ªan que rellenar el hueco del elixir del cacao con fruta. ?Oh, no; van a obligarnos a llevar una vida sana! Mientras, se abrir¨ªan cl¨ªnicas para la desintoxicaci¨®n del chocolate, miles de terapeutas se recrear¨ªan en televisi¨®n para explicar a la humanidad que la Tercer Guerra Mundial que vaticin¨® Nostradamus ya est¨¢ en marcha, siendo el cacao el aclamado Papa Negro. Y todo esto ya lo hemos firmado. No ten¨¦is m¨¢s que mirar la etiqueta con los ingredientes de la chocolatina que hab¨¦is cogido. Leed. ?D¨®nde est¨¢ el cacao? ?Os vais a comer eso?
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