Draghi, respond¨®n
El presidente del BCE ha respondido con acierto a las cr¨ªticas del Gobierno alem¨¢n
El presidente del BCE es de reacciones lentas, en ocasiones tard¨ªas, pero generalmente acertadas. Ahora responde a las acusaciones que desde hace tiempo le llegan desde Alemania: su pol¨ªtica de bajos tipos de inter¨¦s es confiscatoria de los ahorros alemanes. Hasta el punto de que el ministro de Finanzas le ha atribuido parte de responsabilidad en el ¨¦xito del partido pol¨ªtico de extrema derecha Alternativa para Alemania.
Lejos de dar la callada por respuesta, Mario Draghi ha elaborado una respuesta impecable. Los bajos tipos de inter¨¦s no son sino la consecuencia de un exceso de ahorro sobre las posibilidades o los deseos de inversi¨®n. En ese empacho de ahorro global, Alemania tiene una responsabilidad evidente, originando buena parte del super¨¢vit por cuenta corriente de la eurozona. Un exceso de ahorro sistem¨¢tico, que refleja la incapacidad para vencer la aversi¨®n al riesgo y apostar por inversiones tanto p¨²blicas como privadas que, adem¨¢s de mejorar todas las dotaciones de capital, permitan tambi¨¦n aumentar la demanda del resto del mundo. Empezando por la de los dem¨¢s socios con los que comparte moneda, banco central e intercambios.
Esta acertada respuesta no es precisamente original. La evidencia de que en el mundo lo que falta es demanda de inversi¨®n para el ahorro disponible la anticip¨® hace a?os el anterior presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, justificando descensos en los tipos de inter¨¦s anteriores al inicio de la crisis. No eran solo algunas econom¨ªas asi¨¢ticas las que ahorraban una parte considerable del valor de su producci¨®n. La cada d¨ªa percibida como m¨¢s amenazante longevidad de la poblaci¨®n, la incertidumbre econ¨®mica, es la responsable de esa contenci¨®n a la hora de asignar los recursos disponibles a destinos m¨¢s productivos. El problema es que esa actitud en extremo conservadora est¨¢ alimentando la principal amenaza para cualquier banquero central de nuestros d¨ªas, la deflaci¨®n, adem¨¢s de ralentizar el crecimiento econ¨®mico de la eurozona y la reducci¨®n del desempleo.
Draghi tard¨® mucho m¨¢s que sus colegas estadounidense o brit¨¢nico en adoptar pol¨ªticas expansivas. Pero actu¨® bien a partir de julio de 2012, y tambi¨¦n ahora, para evitar males mucho peores que una baja remuneraci¨®n de los dep¨®sitos y cr¨¦ditos bancarios, o las dificultades de algunas compa?¨ªas de seguros de vida alemanas para satisfacer sus compromisos.
Las autoridades alemanas har¨ªan bien en asumir que ese super¨¢vit cr¨®nico de ahorro entra tambi¨¦n en la tipificaci¨®n comunitaria de desequilibrios excesivos y contribuir con m¨¢s inversi¨®n p¨²blica a la restauraci¨®n de sus infraestructuras y a la normalizaci¨®n de la actividad del ¨¢rea monetaria. No es la ortodoxia la que informa las orientaciones restrictivas del ministro alem¨¢n, sino prejuicios que poco tienen que ver con la realidad de una crisis compleja. Los Gobiernos europeos tambi¨¦n deber¨ªan reconocer que el comportamiento actual de la econom¨ªa alemana puede ser una de las causas del estancamiento secular en la eurozona. Y gran parte de la soluci¨®n si sus autoridades reorientan la pol¨ªtica fiscal y respetan la independencia del banco central.
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