La trastienda del programa con m¨¢s audiencia del mundo: coches, agresiones, egoman¨ªa y esc¨¢ndalos
La BBC intenta reflotar con Matt Leblanc ('Friends') 'Top gear', un espacio de motor tachado de hom¨®fobo y mis¨®gino del que echaron a su excesivo presentador tras pegar al productor
Aquella noche, el presentador del programa con m¨¢s audiencia del mundo fue demasiado expeditivo: le peg¨® un pu?etazo a su productor. Y todo porque no le gust¨® la sopa. Hablamos del eg¨®latra?Jeremy Clarkson?(Inglaterra, 56 a?os) y de Top gear, el programa de no ficci¨®n (no se cuentan series, pel¨ªculas y eventos en directo) con m¨¢s audiencia del mundo.
Ese fat¨ªdico d¨ªa, Jeremy Clarkson llegaba en helic¨®ptero a su hotel tras una extenuante jornada de rodaje en Hawes, remoto rinc¨®n del norte de Inglaterra. El veterano periodista irrumpi¨® en el vetusto comedor decorado con cabezas de jabal¨ª y doseles victorianos y pidi¨® que le sirviesen la cena. ¡°?Nos hacemos un selfie juntos, Jeremy?¡±, le dijo uno de los comensales. ¡°Hoy no, he tenido un d¨ªa de perros¡±, respondi¨® un Clarkson m¨¢s seco y taciturno que de costumbre. Eran ya m¨¢s de las nueve y el cocinero del hotel hab¨ªa acabado su turno, as¨ª que, en lugar del filete a la plancha que hab¨ªa pedido, le sirvieron un plato de sopa fr¨ªa con hebras de carne mechada.
El programa ha recibido desde acusaciones de racismo a demandas por difamaci¨®n o por incitaci¨®n hom¨®foba. Clarkson, su presentador, pertenece a ese tipo de seres humanos a los que parece divertirles jugar al l¨ªmite, cruzando l¨ªneas rojas?
¡°?Qu¨¦ demonios es esto?¡±, pregunt¨® el popular presentador. ¡°Es tu cena¡±, respondi¨® Oisin Tymon, productor del programa, que tambi¨¦n se alojaba en el hotel y al que no le hab¨ªan gustado los modales de Clarkson al entrar al hotel, despreciando a los seguidores que quer¨ªa hacerse fotos y propinando voces. ¡°C¨®metela y vete a la cama¡±, sentenci¨® Tymon, equiparando el tono al de Clarkson. Los testigos presenciales no acaban de ponerse del todo de acuerdo sobre lo que ocurri¨® a continuaci¨®n. S¨ª coinciden, en que Clarkson, un hombre que presume de haber crecido en Doncaster, en la Inglaterra profunda, tierra de mineros, soldados y ferroviarios, un lugar en que te ense?an desde ni?o a no aceptar un "no" por respuesta, exigi¨® a gritos una cena ¡°decente¡± y llam¨® a Tymon ¡°inepto¡± y ¡°jodido irland¨¦s de mierda¡±. Este ¨²ltimo contraatac¨® reproch¨¢ndole su agresividad y falta de modales. Fue cuando llegaron los insultos y los pu?etazos.
Los testigos coinciden tambi¨¦n en que los dos perdieron los papeles, pero?Clarkson bastante m¨¢s. Tymon acab¨® ingresado en el hospital comarcal de North Yorkhsire con heridas leves. Clarkson, en la cola del paro, privado del juguete con el que sus colegas y ¨¦l hab¨ªan escandalizado al mundo y se lo hab¨ªan pasado en grande durante 13 a?os. La BBC decidi¨® suspenderle primero de empleo y sueldo, mientras investigaba el incidente, y despedirle poco despu¨¦s. Llov¨ªa sobre mojado: Clarkson llevaba mucho tiempo tensando la cuerda, y la agresi¨®n y los insultos dedicados a Tymon ante decenas de testigos acabaron por romperla. Se quebraba as¨ª la larga y dif¨ªcil coexistencia entre una de las cadenas de televisi¨®n p¨²blicas m¨¢s serias y rigurosas del mundo (la BBC) y un profesional de ¨¦xito c¨¦lebre por su egolatr¨ªa y desprecio por la correcci¨®n pol¨ªtica.
¡°La BBC llevaba a?os buscando un buen pretexto para despedirme, y yo fui lo bastante est¨²pido como para darle uno inmejorable¡±, declarar¨ªa el propio Clarkson pocas semanas despu¨¦s. Por entonces, ya se hab¨ªa lanzado en Internet una campa?a de recogida de firmas para forzar a la cadena a readmitir a su oveja descarriada. Acabar¨ªa reuniendo m¨¢s de un mill¨®n de solicitudes. Sin embargo, en un acto de contrici¨®n y un alarde de sensatez nada habituales en ¨¦l, el propio Clarkson reconocer¨ªa que las razones de la BBC para prescindir de sus servicios eran ¡°s¨®lidas¡± y que, llegado ese punto, la relaci¨®n profesional no pod¨ªa reconducirse.
El presentador se mof¨® en antena de la supuesta pereza de los mexicanos, la falta de honestidad de los argentinos, lo cansinos y poco aseados que resultan los gitanos rumanos o la tendencia a invadir Polonia de los alemanes
Desde su nacimiento, Top gear ha venido siendo un misterio envuelto en un enigma. El Libro Guinness de los R¨¦cords certifica desde 2012 que es el programa con mayor audiencia de la historia. Expertos en televisi¨®n como Gareth McLean, cr¨ªtico de The Guardian, nunca se explicaron su ¨¦xito. ¡°Es un aut¨¦ntico tost¨®n¡±, opinaba McLean hace unos a?os en su columna en el diario brit¨¢nico, ¡°un subproducto televisivo rutinario y previsible en el que tres tipos de mediana edad se r¨ªen a carcajadas de sus propias bromas groseras sobre accidentes de coche¡±. El veredicto de Benjamin Zhang, reportero de la revista Business Insider, resultaba bastante m¨¢s favorable: el de Clarkson le parec¨ªa un programa que se tomaba ¡°muy en serio¡± la afici¨®n al mundo del motor, adem¨¢s de un canto a la camarader¨ªa masculina, gracias a ¡°la extra?a qu¨ªmica que se genera entre sus presentadores, tres tipos que no podr¨ªan ser m¨¢s distintos entre s¨ª, pero que se tratan como buenos amigos que comparten una pasi¨®n com¨²n¡±.
Rodrigo Fers¨¢inz, de la revista Autobild Espa?a, siempre le encontr¨® otras virtudes, como que sol¨ªa disponer de ¡°recursos casi ilimitados¡± y eso le permit¨ªa ¡°llevar a su audiencia de viaje a lugares como Argentina, Birmania o el altiplano de Bolivia¡±, adem¨¢s de contar con invitados estrella como Tom Cruise y Cameron Diaz o exclusivas tan impactantes como tres pilotos de F¨®rmula 1 (Lewis Hamilton, Sebastian Vettel y Daniel Ricciardo) compitiendo ante las c¨¢maras al volante del mismo tipo de coche para dejar claro de una vez para siempre cu¨¢l de ellos es el m¨¢s r¨¢pido.
De lo que no cabe duda es de que, con Clarkson, Top gear fue un transatl¨¢ntico comercial de gran envergadura, el buque insignia de la BBC durante a?os. Llevaba emiti¨¦ndose desde octubre de 2002 y consigui¨® pulverizar todos los registros en cuanto a audiencia y rendimiento econ¨®mico. Hab¨ªa heredado el nombre y el espacio en la parrilla de otro programa, emitido en 1977 y 2001, al que nunca quiso parecerse. El primer Top gear era un cl¨¢sico producto BBC. Un programa de actualidad del motor de un clasicismo algo rancio. Clarkson, principal impulsor de la nueva etapa, tuvo claro desde el minuto cero que aquella era una f¨®rmula superada, que la televisi¨®n moderna es un estanque de pira?as en el que solo se puede sobrevivir a base de espectacularidad, estridencia y esc¨¢ndalos.
Y su Top gear fue el m¨¢s espectacular, estridente y escandaloso de todos, adem¨¢s de un producto de un nivel t¨¦cnico impecable y un continuo alarde de humor populachero y zafio. Los n¨²meros avalaron la apuesta. Lleg¨® a rebasar los 350 millones de espectadores repartidos en un total de 212 pa¨ªses. El programa se dobl¨® a ocho idiomas distintos (en Espa?a se puede ver en Discovery Channel) y se lanzaron franquicias locales muy parecidas al original en Estados Unidos, Rusia, Australia y Corea del Sur. En los 13 a?os en que pilotaron el tim¨®n del buque, Clarkson y sus compinches, los casi tan salvajes e irreverentes como ¨¦l May y Hammond, llegaron a presentar un total de 175 episodios divididos en 22 temporadas.
En ese tiempo, consiguieron pisar tambi¨¦n casi todos los charcos concebibles, recibiendo desde acusaciones de racismo a demandas por difamaci¨®n o por incitaci¨®n hom¨®foba. Y es que Clarkson pertenece a ese tipo peculiar de seres humanos a los que parece divertirles jugar al l¨ªmite, cruzando l¨ªneas rojas y asumiendo con esp¨ªritu deportivo riesgos que otros considerar¨ªan innecesarios. Nadie le obligaba, por ejemplo, a decir que la gripe aviar le parec¨ªa un castigo m¨¢s llevadero que verse obligado a conducir un Corvette Z06. O a afirmar sin tapujos que la publicidad de los autom¨®viles Tesla le parec¨ªa ¡°un mont¨®n de patra?as sin fundamento¡±, afirmaci¨®n que le cost¨® a su cadena un pleito judicial que dur¨® cinco a?os.
Por mucho que acumule demandas y se haya ganado el desprecio de varios grupos de poblaci¨®n, millones de espectadores le adoran y consideran que su ausencia es motivo m¨¢s que suficiente para dejar de ver 'Top gear'
Tampoco era necesario pisar a fondo por una carretera comarcal en p¨¦simo estado hasta da?ar la carrocer¨ªa de un Jaguar C-Type de los a?os 50, una pieza de coleccionista valorado en casi un mill¨®n y medio de euros, y re¨ªrse a continuaci¨®n de las protestas de su consternado propietario. Zanjar una discusi¨®n con el c¨¦lebre periodista Piers Morgan parti¨¦ndole una ceja de un pu?etazo, como tambi¨¦n hizo Clarkson, parec¨ªa una opci¨®n tan poco recomendable como estampar un Toyota Hillux contra el ¨¢rbol centenario del jard¨ªn de una parroquia anglicana de Somerset, otra de sus haza?as m¨¢s recordadas. Y, por supuesto, no era en absoluto imprescindible mofarse en antena de la supuesta pereza de los mexicanos, la falta de honestidad de los argentinos, lo cansinos y poco aseados que en su opini¨®n resultan los gitanos rumanos o la tendencia a invadir Polonia de los alemanes. Los coches espa?oles, por cierto, tambi¨¦n fueron objeto de mofa y escarnio por parte de un Clarkson al que suele acusarse de chovinista y que, desde luego, no parece tener en muy alta estima a casi ning¨²n pa¨ªs situado m¨¢s all¨¢ del mar del Norte y el canal de la Mancha.
En opini¨®n del actor y director Steve Coogan, que fue invitado al programa y se llev¨® una p¨¦sima impresi¨®n de Clarkson y sus dos colegas. ¡°Buscar la complicidad de la audiencia no justifica el recurso continuo a un humor parvulario, machista, racista y hom¨®fobo¡±, dijo Coogan. Y a la cantante Lily Allen, por citar solo a una detractora ilustre m¨¢s, le pareci¨® ¡°de p¨¦simo gusto¡± que Clarkson asegurase haber comprobado por s¨ª mismo que algunas mujeres musulmanas llevan lencer¨ªa er¨®tica bajo el burka. Tampoco Kristin Scott Thomas, colaboradora eventual del programa, sali¨® bien parada de su inmersi¨®n en el universo Top gear:Clarkson se mof¨® en antena de los gustos en materia de autom¨®viles de la actriz y acab¨® zanjando un poco constructivo intercambio de puntos de vista con ella con la expeditiva frase: ¡°En fin, son cosas de mujeres¡±.
La vida sentimental de Clarkson tampoco ha sido relajada. Arrastra dos divorcios, el ¨²ltimo en abril de 2014. Ahora se ha vuelto a casar y tiene tres hijos de su segundo matrimonio. Por cierto, su primera mujer, Alexandra James, afirm¨® en varias entrevistas que segu¨ªa habiendo una relaci¨®n sexual entre ellos cuando ¨¦l ya se hab¨ªa casado con la segunda, Frances Cain. Clarkson le present¨® una querella para que dejase de propagar rumores maliciosos.
El caso es que Clarkson nunca ha enga?ado a nadie. Se ha comportado en todo momento como un orgulloso hijo de Doncaster, un ingl¨¦s terco y montaraz, fiel a su manera de entender la vida. Por mucho que acumule demandas y se haya ganado el desprecio de varios grupos de poblaci¨®n, incluida una cierta ¨¦lite intelectual, millones de espectadores le adoran y consideran que su ausencia es motivo m¨¢s que suficiente para dejar de ver Top gear. Lo que se ventila a estas alturas es m¨¢s bien si la franquicia podr¨¢ sobrevivir a la ausencia de su principal ide¨®logo. Si no se producen cambios de ¨²ltima hora (y en absoluto es de descartar), la BBC estrenar¨¢ a mediados de mayo la temporada 24 del que hab¨ªa llegado a ser su programa estrella.
Matt Leblanc, que fue Joey en la m¨ªtica 'Friends', se pondr¨¢ al volante del programa a mediados de mayo. Parece el ¨²ltimo intento de la BBC de salvar este buque insignia venido a menos
Un nuevo maestro de ceremonias, el actor norteamericano Matt Leblanc, que fue Joey en la m¨ªtica serie Friends, se pondr¨¢ al volante de lo que parece el ¨²ltimo intento por parte de la cadena de salvar este buque insignia venido a menos. La BBC ya ech¨® el resto hace unos meses con el fichaje de un peso pesado de la radio y la televisi¨®n brit¨¢nica, Chris Evans. Era una apuesta ambiciosa, pero se sald¨® con un fracaso rotundo. El estilo refinado del veterano presentador no consigui¨® conectar con la audiencia del programa, esa tribu de adictos al motor acostumbrada a la actitud gamberra y el rudo sarcasmo de Clarkson, Hammond y May, el tr¨ªo calavera que hab¨ªa conseguido convertir Top gear en todo un fen¨®meno sociol¨®gico.
Mientras, Jeremy Clarkson, Richard Hammond y James May trabajan ahora mismo juntos en el lanzamiento de una plataforma digital, DriveTribe, y, sobre todo, un programa para Amazon Prime con el que pretenden competir con Top gear y contribuir as¨ª al definitivo hundimiento de la franquicia que un d¨ªa hicieron grande. Clarkson, por supuesto, ha asegurado que en absoluto le mueve el rencor, que hay que pasar la p¨¢gina de los viejos agravios y que desea a los que fueron sus jefes ¡°toda la suerte del mundo¡±.
Un a?o despu¨¦s del incidente de la sopa fr¨ªa, Clarkson va a competir contra su criatura, y nadie sabe a¨²n qu¨¦ pesar¨¢ m¨¢s, si el continente o si el contenido, si la BBC o el tir¨®n personal de un inconfomista tal vez genial, pero con demasiada tendencia a pelearse con el mundo. Hagan apuestas...
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