Quien espera desespera
La forma de combatir la espera es evitarla porque, si es activa, deja de ser espera
A lo largo de los ¨²ltimos meses, los espa?oles nos hemos consagrado a una tarea que en el fondo es propia de la condici¨®n humana; esperar. Hemos estado esperando Gobierno s¨ª, qu¨¦ duda cabe, desde el 20 de diciembre nos situamos en esa espera, y es posible que despu¨¦s del 26 de junio nos vuelva a tocar esperar, pero tambi¨¦n esperamos cada ma?ana a que salga el agua caliente al abrir el grifo, esperamos el autob¨²s, esperamos a que arranque por fin ese ordenador no tan moderno que nos han puesto en la oficina. Esperamos. Y a esas esperas cotidianas, menores y sucesivas, se superponen, que no se suceden, otras esperas mayores, la del Gobierno es una de ellas, la que nos ocupa ahora, pero tambi¨¦n esperamos a que nos asciendan, a que nuestro equipo gane la Champions, esperamos el regreso de un ser querido. Esperamos.
Otro art¨ªculo del autor
Y la espera desespera, como reza la sabidur¨ªa popular, porque el hombre, como la naturaleza, es tendencia, y esa espera nos obliga a quedarnos quietos. Y adem¨¢s, somos conscientes de que esperamos, esa es la otra caracter¨ªstica de la espera, y en estos meses hemos sido muy conscientes de que el tiempo pasaba y no hab¨ªa Gobierno nuevo, porque cada d¨ªa la prensa nos informaba de ello, de las negociaciones, de los avances, de la falta de acuerdo. Es ese ser conscientes el que determina la espera, el que la configura, no s¨®lo el tiempo que pasa, sino nuestra percepci¨®n de ese transcurrir sin resultados.
As¨ª, el tiempo psicol¨®gico, y no s¨®lo el cronol¨®gico, es el que logra que la espera desespere. Para algunos habr¨¢n sido meses de espera esperanzada, la de Pen¨¦lope, aunque no fuera una espera amorosa, porque deseaban que finalmente se formara Gobierno, y adem¨¢s el Gobierno que ellos quer¨ªan. Para otros lo habr¨¢n sido de espera angustiosa, pues pensaban que ven¨ªa lo peor, que al final de esa espera no aguardaba nada bueno. Y, para que nadie se libre de esperar, los habr¨¢ incluso que hayan sufrido la peor de todas, la espera existencial, la de Godot, la espera de nada, la espera sin adjetivos, una espera donde uno se instala y ya no sabe el porqu¨¦, s¨®lo espera. Porque adem¨¢s, los espa?oles y todos los que habitan en el territorio de La Mancha sufrimos la condena procurada por nuestra propia lengua, nuestro idioma es el ¨²nico donde esperar de anhelar y esperar de aguardar utilizan el mismo verbo, confundimos la espera y la esperanza, y as¨ª nos va. No siempre fue as¨ª, hubo un tiempo en el que esper¨¢bamos y asper¨¢bamos, pero la esperanza, ese psicotr¨®pico que conten¨ªa la caja de Pandora, le gan¨® la partida a la espera. Y, en efecto, as¨ª nos va, eso nos convierte en seres pasivos, pues en lugar de ir a por las cosas que anhelamos, esperamos esperando, en lugar de actuar, aguardamos est¨¢ticos, las vemos venir, en acertada pero terrible expresi¨®n espa?ola. Esperamos.
Hemos esperado la formaci¨®n de Gobierno y seguramente seguiremos esperando despu¨¦s del 26 de junio
Y es que Godot sigue sin venir, en la obra de Beckett eran Estragon y Vladimir quienes esperaban su inminente pero imposible llegada, en esta espera con desenlace electoral han sido todos los espa?oles los que esperaban a que un Gobierno se formara, a que los pactos y las interminables reuniones dieran paso a un resultado concreto. Pero no debemos preocuparnos demasiado, porque, como dec¨ªa Roland Barthes, hacer esperar, prerrogativa constante de todo poder, pasatiempo milenario de la humanidad. Porque no debemos olvidar que el poder no espera, y el poder hace esperar, no espera porque para eso es poder, y hace esperar, porque es ¨¦sa la forma que el poder tiene para domesticar a la tropa, vuelva usted ma?ana, lo siento, hoy ya no podemos atenderle, ya nos gustar¨ªa. Pero a veces, como en estos meses, el poder no s¨®lo hace esperar, tambi¨¦n se hace esperar, y como Godot, termina por no llegar a su cita. Esperar, eso es lo que nos toca, aunque no recomendaremos la paciencia para combatir la espera, que viene de patere, sufrir pasivo, porque recetarle paciencia al que espera es como prescribirle ayuno al hambriento, a?adir sal a la herida. M¨¢s bien la manera de combatirla es evitarla, porque si esa espera es activa, hay un punto en el que deja de ser espera, si la esperanza no va acompa?ada de la espera sino de la actividad, entonces, en un futuro, un futuro que no debe ser necesariamente muy lejano, habr¨¢ un momento en el que dejaremos de esperar.
Miguel Albero es diplom¨¢tico y escritor. Su ¨²ltimo libro es un ensayo sobre la espera, Godot sigue sin venir, ganador del premio M¨¢laga de Ensayo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.