Un Brasil de Temer

La destituci¨®n de la presidenta Dilma Rousseff, lejos de resolver la profunda crisis institucional que vive Brasil, la profundiza. Al tiempo, abre profundos interrogantes sobre el futuro de un pa¨ªs hasta hace muy poco ejemplo mundial de econom¨ªa emergente y que ha conseguido sacar a decenas de millones de personas de la pobreza.

La decisi¨®n del Senado, tras m¨¢s de 20 horas de sesi¨®n, culmina un proceso iniciado por la oposici¨®n en el Congreso e implica que durante los pr¨®ximos seis meses Rousseff quedar¨¢ apartada de la jefatura del Estado. En ese tiempo, la mandataria ser¨¢ sometida a juicio bajo la acusaci¨®n de usar y maquillar las cuentas del Estado para financiar proyectos y presentar un mejor balance ante el electorado. Una mala pr¨¢ctica, pero utilizada por sus predecesores en el cargo ¡ªcierto que en mucha menor cuant¨ªa¡ª y por Gobiernos democr¨¢ticos de otras latitudes.

Hay que recordar que en ning¨²n caso Rousseff ser¨¢ juzgada por los sonados casos de corrupci¨®n pol¨ªtica y empresarial que han destruido la reputaci¨®n del pa¨ªs ante su propia ciudadan¨ªa y ante la opini¨®n p¨²blica internacional. Y no lo ser¨¢ porque las autoridades judiciales no han encontrado pruebas que permitan encausar por tan graves delitos a la desde hoy suspendida presidenta.

Durante los pr¨®ximos 180 d¨ªas ¡ªy hasta 2019 en el caso de que Rousseff sea definitivamente destituida¡ª ocupar¨¢ la m¨¢s alta magistratura de Brasil el vicepresidente Michel Temer, del Partido Democr¨¢tico do Movimento Brasileiro (PMDB). Una formaci¨®n liberal de centro derecha ¡ªplagada de esc¨¢ndalos judiciales¡ª que el pasado 29 de marzo abandon¨® la coalici¨®n de Gobierno sin que por ello Temer ¡ªque daba por hecha la destituci¨®n de Rousseff en grabaciones ahora conocidas¡ª dejara la vicepresidencia.

Tambi¨¦n hay que recordar que Temer pertenece al mismo partido que el verdadero motor de la destituci¨®n de Rousseff, Eduardo Cunha, que desde la presidencia del Congreso ha impulsado el proceso. Cunha ¡ªsegundo en la l¨ªnea institucional de sucesi¨®n a la presidencia del pa¨ªs¡ª fue destituido la semana pasada por corrupci¨®n y lavado de dinero. Sin olvidar que la presidenta ha perdido la confianza de las dos C¨¢maras, no pueden extra?ar las acusaciones de conspiraci¨®n lanzadas por Rousseff y su equipo, ni las dudas sobre lo adecuado de un presidente que llega al cargo con la clase pol¨ªtica enfrentada y un electorado irritado, dividido y estupefacto ante el espect¨¢culo al que asiste.

Mientras tanto, Temer se enfrenta a una tarea tit¨¢nica en un pa¨ªs que no puede permitirse m¨¢s par¨¢lisis. Hay varios problemas prioritarios que deben ser tratados: con urgencia, la recesi¨®n econ¨®mica que amenaza con destruir a una clase media que ha visto aumentar su bienestar en las ¨²ltimas d¨¦cadas y que es la base de la estabilidad del pa¨ªs; despu¨¦s, la profunda crisis de credibilidad de la clase pol¨ªtica ante la lluvia diaria de esc¨¢ndalos, procesamientos y revelaciones de nuevos casos de corrupci¨®n; por fin, la fragmentaci¨®n parlamentaria que hace ingobernable el pa¨ªs. Aunque su arranque haya sido muy cuestionable, Temer est¨¢ obligado a abordar con seriedad estos desaf¨ªos.