Reina a los 90
Ser¨ªa inconcebible que en Espa?a se celebrara un cumplea?os real de manera tan abusiva y anacr¨®nica como el brit¨¢nico. Y eso est¨¢ bien, ?no?
Los espa?oles somos raros. Es una generalizaci¨®n como un templo, pero quien esto escribe carece de pretensiones cient¨ªficas; tampoco se trata de publicar un panfleto llamado Los espa?oles somos raros, aunque no estar¨ªa mal, qu¨¦ caramba, seguro que se monta una buena, porque los espa?oles somos tan raros que conseguimos llevar dentro de cada uno de nosotros a un disidente de la patria y a un nacionalista de la misma. El mismo que denosta Espa?a, suelta cuando una columnista la critica: ¡°Y ¨¦sta qu¨¦ se habr¨¢ cre¨ªdo¡±.
Yo me incluyo en la rareza, por si alguien piensa que critico desde las alturas. Qu¨¦ alturas ni qu¨¦ ni?o muerto. Me considero tan rara o m¨¢s que cualquiera de los espa?oles raros. Si no fuera as¨ª, a qu¨¦ santo me hubiera unido irreflexivamente a la tesis que hace unos d¨ªas corr¨ªa como la p¨®lvora por la red: la que sosten¨ªa que el pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra sabe mucho de teatro y est¨¢ comprometid¨ªsimo con la cultura. Por si alguien no lo vio, dicho pr¨ªncipe acudi¨® medio de inc¨®gnito a una lectura colectiva de textos de Shakespeare en Stratford-upon-Avon, en la que participaban damas como Judi Dench o Hellen Mirren y caballeros como Benedict Cumberbatch. Todos hicieron su parte shakesperiana y, de pronto, irrumpi¨® Carlos de Inglaterra, con aires de viejo gal¨¢n ingl¨¦s, pidiendo una palabra que los dem¨¢s estaban obligados a concederle; se situ¨® en el centro de los artistas para declamar con sorna el consabido "to be or not to be". Los actores se lo celebraron, el p¨²blico se puso en pie, y el pr¨ªncipe qued¨® como un rey; como ese rey que nunca ser¨¢ por culpa de su santa madre que ha cumplido 90 a?os y a¨²n duerme con la corona puesta, que es como el chupete de la realeza.
Algunos actores y otros personajes de la cultura, a los que sospecho republicanos, celebraban en las redes el cameo principesco, estableciendo comparaciones con nuestro pobrecito pa¨ªs de las que sal¨ªamos muy mal parados. Yo no tengo ning¨²n problema en salir mal parada, porque a diario me enfurru?o con el pa¨ªs que me toc¨® en suerte, pero al cabo de media hora de celebrar el aristocr¨¢tico tobeornottobe que, por otra parte, tampoco entra?a una gran dificultad, me qued¨¦ pensando c¨®mo hubiera sido recibido el rey Felipe de haber subido al escenario del Teatro Espa?ol por sorpresa (estas cosas no son nunca del todo por sorpresa) para declamar entre diez de nuestros mejores actores alguna c¨¦lebre frase cervantina. ?Y el p¨²blico, c¨®mo hubiera reaccionado?
A nadie se le ha ocurrido comentar, que yo haya visto, que tanto o m¨¢s que el cuarto centenario de Shakespeare se va a celebrar el 90 cumplea?os de la reina Isabel II. Un cumplea?os del que se hacen eco nuestras p¨¢ginas de sociedad y del coraz¨®n ech¨¢ndole tal cantidad de az¨²car a las cr¨®nicas del festejo que las hacen de muy dif¨ªcil digesti¨®n. El cumplea?os de la reina durar¨¢ tres meses y a eso se le suele a?adir: ¡°?90 a?os no se cumplen todos los d¨ªas!¡±. Nosotros vamos asistiendo a esta celebraci¨®n por cap¨ªtulos; el m¨¢s extravagante por ahora, sin duda, ha sido ese espect¨¢culo ecuestre en un estadio en el que participaban 500 caballos, el ej¨¦rcito de tierra y unos bailes tribales que sin pudor alguno se remontaban a los tiempos del Imperio. Al parecer, de todos es sabido (yo me acabo de enterar) que nada le gusta m¨¢s a la homenajeada que los shows ecuestres. Pero esto no queda aqu¨ª, vasallos, ser¨¢ por junio cuando se organice un enorme p¨ªcnic callejero en el que participar¨¢n las 600 organizaciones ben¨¦ficas que preside su majestad. Tiene el evento su pizca de pol¨¦mica, que tambi¨¦n conviene, para darle un poco de chispa al asunto: son las propias organizaciones las que han de costearse el convite. Y no hay que desde?ar el colof¨®n: la familia real en pleno asomada al balc¨®n del palacio de Buckingham. Ser¨¢ la primera vez (?no se lo pierdan!) que la princesa Carlota salude a su pueblo.
En fin, que yo no s¨¦ si el pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra sabe de Shakespeare algo m¨¢s que la cita que le toc¨® en suerte, imagino que s¨ª, pero de lo que estoy segura es de que ser¨ªa inconcebible que en Espa?a se celebrara de manera tan abusiva y anacr¨®nica un cumplea?os real. Y eso est¨¢ bien, ?no?
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