Lujuria
Hace unos a?os el supermercado se hallaba repleto de clientes exultantes, pero la crisis lo hab¨ªa dejado casi deshabitado
Una pareja joven y sin duda adinerada tiraba de un carrito por los pasillos de un supermercado de lujo e iba alargando las cuatro manos hacia las estanter¨ªas, que conten¨ªan todas las delicatessen imaginables para el paladar m¨¢s exquisito. En el fondo del carrito se extend¨ªa ya un jam¨®n pata negra deshuesado y sobre ¨¦l hab¨ªan comenzado a caer distintas carnes y embutidos, pat¨¦s, angulas y dem¨¢s mariscos, vinos y licores sacados por el empleado de vitrinas cerradas bajo llave, frutas tra¨ªdas de pa¨ªses ex¨®ticos, caf¨¦s de distinta marcas y otros caprichos envasados en papel dorado. A la pareja le segu¨ªan dos criaturas adorables, un ni?o y una ni?a, bostezando. Dada la naturalidad con que acaparaban todo cuanto les apetec¨ªa, daban la sensaci¨®n de que no sab¨ªan nada de cuanto suced¨ªa en este perro mundo. En la puerta del supermercado una mendiga rumana no ped¨ªa dinero. Solo quer¨ªa que le compraran un pollo, porque ten¨ªa hambre y el dinero deber¨ªa entregarlo por fuerza al patr¨®n. Hace unos a?os este establecimiento se hallaba repleto de clientes exultantes, pero la crisis lo hab¨ªa dejado casi deshabitado, por eso no se pod¨ªa saber si esta pareja era superviviente de aquel enloquecido fest¨ªn o tal vez era el heraldo de una nueva clase de j¨®venes millonarios bronceados en campos de golf, propietarios de negocios inform¨¢ticos insospechados. ¡°?Te apetece algo m¨¢s, cari?o? ?No se te olvida nada?¡±, le pregunt¨® el joven de oro a la mujer. Se hab¨ªa olvidado de algo fundamental, que daba sentido a tanta lujuria. La mujer se alej¨® por un pasillo y poco despu¨¦s regres¨® cargando con el producto principal del capitalismo, un enorme paquete que conten¨ªa 20 rollos de papel higi¨¦nico blando color de rosa y con ¨¦l los ni?os muy felices coronaron el carrito rebosante de bienes. A continuaci¨®n la caja registradora comenz¨® alegremente a sonar.
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