La magdalena de Proust
Y MUY pronto, abrumado por el triste d¨ªa que hab¨ªa pasado y por la perspectiva de otro tan melanc¨®lico por venir, me llev¨¦ a los labios una cucharada de t¨¦ en el que hab¨ªa echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago con las migas del bollo toc¨® mi paladar, me estremec¨ª, fija mi atenci¨®n en algo extraordinario que ocurr¨ªa en mi interior. Un placer delicioso me invadi¨®, me aisl¨®, sin noci¨®n de lo que lo causaba (¡)¡±.
¡ Sin noci¨®n de lo que lo causaba. Un placer sin consciencia, despertado por la memoria de un sabor, de un olor que lo traslad¨® s¨²bita e inesperadamente a los veranos de su infancia.
Este es solo un ejemplo de los muchos que encontramos en la obra de Marcel Proust En busca del tiempo perdido. Sabores y olores que despiertan sensaciones seguidas de emociones, recuerdos, sentimientos y afectos. ?D¨®nde estaban aquellos recuerdos si jam¨¢s hab¨ªan revivido hasta aquel instante?
En el cerebro se almacenan cientos de historias que no somos capaces de evocar de forma voluntaria. Referencias que aparecen, que nos sorprenden.
Para Ram¨®n y Cajal no exist¨ªan librer¨ªas de recuerdos: los recuerdos son las sinapsis, son ef¨ªmeros, pura qu¨ªmica. Y sin embargo, vuelven. Ahora sabemos que s¨ª existen ¨¢reas, circuitos reverberantes capaces de almacenar cantidades ingentes de informaci¨®n. S¨ª, parece que disponemos de un almac¨¦n de libros de entre cuyos lomos podemos seleccionar uno y buscar entre p¨¢rrafos o fotograf¨ªas que nos retrotraen a otros momentos. Lo maravilloso es que en ocasiones no necesitamos hurgar en esta biblioteca, nos invaden de repente. Tras una percepci¨®n inesperada se abre ante nosotros una p¨¢gina que parece que no contiene nada, y tiene que ver con aquello que nos ha hecho revivir aquel instante, m¨¢s que rememorarlo. ?Por qu¨¦? Porque as¨ª se dispone el cerebro y porque este ¨®rgano no vive solo.
Proust no era un cient¨ªfico sino un escritor con una sensibilidad extraordinaria, un pintor de sensaciones que supo adivinar c¨®mo funcionaba la mente antes de que la biotecnolog¨ªa, la neurociencia e intelectos privilegiados como el suyo pudieran demostrar que as¨ª, efectivamente, parece ser como trabaja.
En el cerebro existen dispositivos especializados en coordinar las diferentes funciones de interacci¨®n con nuestro mundo interno y externo y con el pensamiento, pero no son m¨®dulos estancos. Es un sistema abierto e interconectado. Una zona est¨¢ superespecializada en la percepci¨®n de sabores y olores, otras almacenan recuerdos. Memorias a veces puramente intelectuales y otras de tipo emocional, que nos invitan a evocar situaciones cuya impronta fue acompa?ada ¨Ctal vez provocada¨C por una vivencia especial, sentida.
Pero ?qu¨¦ tiene el olfato? A muchos no les habr¨¢ pasado inadvertido que es el sentido m¨¢s evocador, y esto tiene una explicaci¨®n sencilla. El sentido del olfato tiene una conexi¨®n directa con el almac¨¦n de la memoria. Otros como la visi¨®n, el o¨ªdo o el tacto han de atravesar varios escalones antes de producir una emoci¨®n. El olfato es, por as¨ª decirlo, el ¨²nico sentido que nos puede hacer revivir una emoci¨®n sin ser conscientes todav¨ªa de ella. No es ni m¨¢s ni menos importante que otros a d¨ªa de hoy y puede resultar, simplemente, hermoso o curioso, pero en otros momentos evolutivos esta cualidad del olfato estaba directamente implicada en nuestra capacidad de supervivencia.
Las ¨¢reas cerebrales ¨Ca veces distantes¨C est¨¢n conectadas entre s¨ª con las que controlan el cuerpo ¨Cpor eso se eriza la piel, se acelera el coraz¨®n, nos estremecemos¨C o con las que controlan la atenci¨®n, de ah¨ª que parezcamos ausentes por unos instantes, inmersos en el intramundo. De ah¨ª tambi¨¦n que si aparece s¨²bitamente otro est¨ªmulo que nos pone en alerta de un posible riesgo vital, este momento id¨ªlico pase a un segundo o tercer plano o, simplemente, desaparezca y se ponga en marcha un sistema de lucha o huida.
Y, c¨®mo no, todo esto est¨¢ a su vez conectado con el mundo de los afectos. En clase de neurofisiolog¨ªa un profesor aseguraba, orgulloso: ¡°Si de algo no cabe dudar es de que la mejor paella es la paella de mi madre¡±. Y yo pensaba: ¡°La paella no s¨¦, pero el cocido, el de la m¨ªa¡±.
El cannabis y la memoria/
¡ª Llamamos cannabinoides a las sustancias qu¨ªmicas que enlazan con los receptores del cuerpo y del cerebro que reciben este mismo nombre.
¡ª De origen externo son los fitocannabinoides, sustancia extra¨ªda de la planta Cannabis sativa y utilizada como droga estupefaciente. Produce numerosos s¨ªntomas, algunos de ellos agradables, implicados en el sistema de recompensa, lo que favorece las conductas adictivas. Pero tiene contrapartidas: afecta de forma directa al aprendizaje y a la memoria.
¡ª Menos conocido pero m¨¢s importante es el sistema endocannabinoide interno, formado por sustancias que sintetiza nuestro propio organismo y entre cuyas funciones destacamos su acci¨®n sobre la memoria.
¡ª Como no ser¨ªa eficaz recordar todo aquello que vivimos o estudiamos, este sistema se encarga de optimizar la memoria, haciendo que olvidemos la informaci¨®n que considera irrelevante para nuestra supervivencia, desplazando aquello que no necesitamos en favor de almacenar la informaci¨®n que nos ayude a mantener un nivel emocional adecuado.
¡ª Pero cuidado, que los cannabinoides externos no son tan selectivos.
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