Para¨ªsos
Los l¨ªderes de la gesti¨®n europea han equivocado su mandato, alimentan a mentirosos y oportunistas cada d¨ªa que no son transparentes, ¨¢giles y resolutivos.
Billy Wilder fue el austriaco que mejor se atrevi¨® a definir la habilidad de sus compatriotas para vadear la historia, aprovechando los recovecos del cambio fronterizo tras la ca¨ªda imperial y presumiendo de nacionalismo solo cuando es en propio beneficio. Lo hizo en una frase que conten¨ªa toda la iron¨ªa l¨²cida y la acidez demoledora de sus mejores pel¨ªculas. Dijo: ¡°Los austriacos hemos convencido al mundo de que Beethoven era austriaco y Hitler alem¨¢n¡±. Ahora que est¨¢ tan perseguido ser cr¨ªtico con el pa¨ªs propio, ahora que todo el mundo desprecia el nacionalismo pero solo cuando es el ajeno, que ser patriotero sigue cotizando al alza en la buena imagen aunque el dinero contante se guarda mejor en Suiza, conviene ensalzar a las personas que son capaces de detenerse a mirar los muros de la patria propia y ver por d¨®nde se desmoronan de verdad.
Billy Wilder, quiz¨¢ entrenado por el periodismo de calle y el cine documental que practicaba en el Berl¨ªn de sus a?os veinte, decidi¨® abandonar Alemania en el instante mismo en que Hitler sum¨® un voto m¨¢s que sus oponentes. No se parapet¨® tras quienes no parec¨ªan enterarse de nada hasta que fue demasiado tarde. As¨ª salv¨® la vida, gracias al exilio. A¨²n con casi 90 a?os, cuando tuve la fortuna enorme de sentarme en su despacho en Beverly Hills durante dos horas maravillosas de conversaci¨®n, confesaba que miraba los documentales y archivos sobre el Holocausto nazi buscando entre los rostros a su madre, su abuela o su padrastro, todos asesinados por su origen jud¨ªo. Hoy, cuando un partido de extrema derecha ha acariciado el triunfo en las elecciones austriacas, se echa de menos un telegrama de Wilder.
Es importante sentirse siempre un extra?o en el para¨ªso. El para¨ªso es ese lugar ut¨®pico construido por los sue?os de quienes creen que tu patria puede ser perfecta, ajena a los problemas del mundo, protegida de los de fuera, que son inferiores a los de casa. El para¨ªso es un invento con el que los criminales seducen a quienes sufren, padecen y se enfrentan a las frustraciones, ofreci¨¦ndoles recetas m¨¢gicas, promesas excluyentes, soluciones sencill¨ªsimas a problemas complej¨ªsimos. Los l¨ªderes de la gesti¨®n europea han equivocado su mandato, alimentan a mentirosos y oportunistas cada d¨ªa que no son transparentes, ¨¢giles y resolutivos. Ignorar los problemas no es buena receta. Conviene encararlos, afrontar la verdad por dolorosa que sea. As¨ª, a lo mejor, alguna vez, conseguimos que a la gente, cuando le ofrecen el para¨ªso, prefiera exiliarse, marcharse al mundo real, incierto, doloroso y complejo, antes de ser c¨®mplice de la maldad.
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