Silencio venezolano
En el pa¨ªs con las primeras reservas petrol¨ªferas del mundo escasean hoy la electricidad y el papel higi¨¦nico tanto como los derechos humanos, la democracia y las libertades
Hab¨ªa una vez una bella idea cuya puesta en pr¨¢ctica degeneraba en una pesadilla cada vez que se intentaba. Unos lo achacaban a la inmadurez de las sociedades, otros a un enemigo exterior saboteador, tambi¨¦n hab¨ªa quienes mencionaban las debilidades de los l¨ªderes. Pero tanto final fatal no pod¨ªa ser casualidad. Ya en 1950, Herbert Wehner, comunista alem¨¢n y fundador de la Brigada Th?lmann que combatiera en la Guerra Civil espa?ola, lleg¨® a la conclusi¨®n de que el ¡°comunismo significa la destrucci¨®n de los derechos humanos¡±. No debe extra?ar que observando c¨®mo la Alemania oriental se hab¨ªa convertido en una gigantesca prisi¨®n al aire libre, los socialdem¨®cratas alemanes fueran los primeros en entender que el problema no estaba en la ejecuci¨®n del modelo, sino en la filosof¨ªa que lo inspiraba, incompatible con la libertad. Solo ten¨ªan que mirar por encima del Muro. Por eso renunciaron en 1959 al marxismo, convencidos de que se trataba de una ideolog¨ªa letal para la libertad.
Algo parecido pasa ahora con el ¡°socialismo del siglo XXI¡±, como los seguidores de la revoluci¨®n bolivariana han gustado de describir el proceso vivido en Venezuela. En el pa¨ªs con las primeras reservas petrol¨ªferas del mundo escasean hoy la electricidad y el papel higi¨¦nico tanto como los derechos humanos, la democracia y las libertades. Todos ellos, junto ante la igualdad ante la ley, son bienes igualmente escasos para los que la ciudadan¨ªa tiene que hacer cola desde primera hora de la ma?ana. Una vez m¨¢s, la utop¨ªa socialista del para¨ªso en la tierra, la sociedad sin clases y la fraternidad sin l¨ªmite ha acabado convertida en un gigantesco fracaso que se desliza hacia el caos y la confrontaci¨®n civil. Pero la responsabilidad, una vez m¨¢s, no es del modelo sino, como es habitual, de sus enemigos exteriores e interiores, a los que hay que reprimir. Sorprende que entre todos aquellos que tanto se implicaron all¨ª y que hoy compiten por representar a la ciudadan¨ªa aqu¨ª no se deslice ni una sola reflexi¨®n, ni una sombra de duda, atisbo de aprendizaje o deseo de debatir honestamente sobre aquello. Si ese silencio y ausencia de debate es muestra de la conciencia de un fracaso, bienvenido sea. Algo es algo. @jitorreblanca
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