El hombre que emociona a Pablo Iglesias
El de Podemos pesa en la actual pol¨ªtica espa?ola mucho m¨¢s de lo que Anguita represent¨® nunca
La reaparici¨®n de Julio Anguita en la escena p¨²blica ha reavivado en los veteranos de la pol¨ªtica la met¨¢fora de ¡°la pinza¡±. Surgi¨® durante la primera mitad de los a?os noventa, cuando se produjo una acci¨®n coincidente desde Izquierda Unida y el Partido Popular, ambos en la oposici¨®n, para desalojar del poder a los socialistas de Felipe Gonz¨¢lez, protegidos hasta entonces por una longevidad pol¨ªtica que a los opositores se les hac¨ªa eterna.
Alguna mella hizo todo eso en la roque?a mayor¨ªa absoluta de los socialistas de la ¨¦poca. Las urnas de 1993 redujeron el poder¨ªo de Felipe Gonz¨¢lez, pero continu¨® en La Moncloa, lo cual redobl¨® los ataques concentrados de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, jefe del PP, y Julio Anguita, el l¨ªder de Izquierda Unida. Desde el seno de los socialistas se les dieron muchas facilidades con luchas intestinas y floraci¨®n de esc¨¢ndalos, entre otros el protagonizado por el jefe m¨¢ximo de la Guardia Civil, Luis Rold¨¢n, descubierto como uno de los principales corruptos del Reino. Al final, las elecciones de 1996 derribaron a los socialistas del poder tras una campa?a en que la dureza de Anguita contra el PSOE recibi¨® escasa recompensa en votos.
El Partido Popular del presente es m¨¢s d¨¦bil que la p¨¦trea fortaleza pol¨ªtica y electoral levantada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar desde que en 1996 venci¨® a Gonz¨¢lez, aunque no con mayor¨ªa absoluta. Ah¨ª se comprob¨® que ¡°la pinza¡± hab¨ªa servido para echar al PSOE, pero no para construir una mayor¨ªa de gobierno que, aritm¨¦ticamente, hubiera sido posible entre PP e IU. Aznar eligi¨® la opci¨®n de entregarse en los brazos de Jordi Pujol (¡°yo hablo catal¨¢n en la intimidad¡±). Y la Izquierda Unida de Anguita se qued¨® sin posibilidades de influir en la pol¨ªtica espa?ola, m¨¢s all¨¢ de unas cuantas migajas.
Hay socialistas que ven en la situaci¨®n actual una reedici¨®n de ¡°la pinza¡± que tanto da?o les hizo en el pasado. En rigor, la situaci¨®n es bastante distinta. De una sola tacada electoral, Podemos y sus aliados han logrado mucha m¨¢s fuerza de la que el hombre ante el que solloza Pablo Iglesias obtuvo jam¨¢s: la formaci¨®n de Anguita se qued¨® en 21 esca?os en las elecciones de 1996, mientras que Iglesias y sus aliados comienzan la batalla desde la altura de los 69 diputados alcanzados en diciembre pasado y subiendo, a tenor de las previsiones de las encuestas, en virtud de la alianza con IU.
Iglesias pesa en la actual pol¨ªtica espa?ola mucho m¨¢s de lo que Anguita represent¨® nunca. Por eso al l¨ªder de Podemos no le importa derramar unas cuantas l¨¢grimas y aparentarse emocionado por el espaldarazo anguitista, que desmonta las reticencias de los comunistas cl¨¢sicos a apoyar la coalici¨®n con el populismo. Iglesias parece un l¨ªder lo suficientemente ambicioso y seguro de s¨ª mismo como para dejar claro que tiene sus propios planes y es el que manda. Esto es el grave peligro que acecha al dividido PSOE de los tiempos presentes.
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