Cuando el testigo del crimen es un hueso roto
Aranzadi publica el primer 'Atlas de Antropolog¨ªa Forense' de Espa?a que relaciona lesiones y enfermedades detectadas en autopsias con armas homicidas, causas de accidentes e historiales cl¨ªnicos en un viaje de la parte blanda del cad¨¢ver al esqueleto
Cuando el forense inspeccion¨® el cad¨¢ver por primera vez, comprob¨® que hab¨ªa un orificio en el ment¨®n y entendi¨® que el chico se hab¨ªa suicidado peg¨¢ndose un tiro en la barbilla. Pero algo extra?o hab¨ªa en aquel muerto, algo distinto a tantos y tantos suicidios que pasan al a?o por las manos de estos m¨¦dicos, que al cabo de un tiempo dud¨®. Decidi¨® mandar la muestra de la cabeza del difunto a otro compa?ero forense especializado en antropolog¨ªa, miembro como ¨¦l del Instituto de Medicina Legal de Galicia, y este coci¨® el cr¨¢neo hasta despojarlo de toda su carne. El triste relato que contaban las partes blandas de aquel cuerpo no casaba para nada con la historia de terror, inimaginable al principio, que describ¨ªan al detalle los huesos limpios. En la cabeza hab¨ªa fracturas compatibles con dos objetos contundentes. El joven hab¨ªa muerto asesinado a golpes. Con una maza y un martillo.
Hay veces en las que el verdadero testigo de un crimen es el esqueleto. La forma de las lesiones queda en ocasiones impresa en los huesos de tal manera que puede llegarse a adivinar el arma, su mec¨¢nica y su trayectoria, y a trav¨¦s de esa hipot¨¦tica arma, sea blanca o de fuego, con m¨¢s paciencia que suerte la polic¨ªa puede acabar llegando al criminal. Pero en Espa?a las autopsias no suelen incluir ese ¨²ltimo cap¨ªtulo que es la esqueletizaci¨®n de los cad¨¢veres. Esto que se hace en otros lugares del mundo como una rutina, aqu¨ª solo lo practica de forma sistem¨¢tica un peque?o pu?ado de forenses.
Fernando Serrulla, del Instituto de Medicina Legal de Galicia; Ignasi Galt¨¦s, del Institut de Catalunya; y Enrique Dorado, del Anat¨®mico Forense de Madrid, cuecen como norma porque entienden la esqueletizaci¨®n como una fase m¨¢s de la autopsia. Los tres forman parte del grupo de 27 profesionales de la medicina legal que han participado en la elaboraci¨®n del primer tomo del Atlas de Antropolog¨ªa Forense (Correlaciones desde la Patolog¨ªa Forense) que ha visto la luz en la editorial Aranzadi. El volumen, tal y como explica Serrulla, coordinador del proyecto, aporta como idea original "la informaci¨®n fidedigna del origen de las lesiones", sean producidas por armas, por accidentes o por dolencias. Son, en esta primera entrega, un centenar de casos diferentes en los que (a trav¨¦s de fotograf¨ªas en color tomadas por los propios forenses y textos que explican las circunstancias confirmadas de la muerte y los antecedentes m¨¦dicos) se emprende un viaje en busca de las claves desde que el cad¨¢ver llega fresco o en proceso de putrefacci¨®n a la mesa de trabajo hasta el hueso.
El proyecto no es apto para miradas sensibles y esp¨ªritus aprensivos. Cada caso busca relacionar heridas y enfermedades detectadas en autopsias con armas homicidas, historiales cl¨ªnicos y causas de accidentes, siempre preservando la identidad del fallecido. Hay cantidad de ejemplos de muertes por disparos de proyectiles diversos; armas afiladas y aserradas de cualquier tama?o y condici¨®n; precipitaciones al vac¨ªo; estrangulamientos; siniestros de tr¨¢fico y tambi¨¦n de ferrocarril, con distinci¨®n entre tren convencional y de alta velocidad. La casu¨ªstica es tan larga que los autores ya han reunido material para un segundo atlas. Son profesionales que trabajan a diario para despejar la inc¨®gnita de muertes naturales y violentas en los tres institutos ya citados y en otros centros como la Universidad de Alcal¨¢, la del Pa¨ªs Vasco, el Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa o el de Medicina Legal de Las Palmas. Al nuevo tomo se unir¨¢n tambi¨¦n casos aportados por un m¨¦dico estadounidense que trabaja con cad¨¢veres en la Universidad de Michigan.
La idea inicial surgi¨® a partir de una muestra presentada por Merc¨¦ Subirana (Institut de Medicina Legal de Catalunya) durante un congreso sobre antropolog¨ªa y odontolog¨ªa forense celebrado en Madrid en 2011. El objetivo de este proyecto promovido por Serrulla y sus colegas y acogido por la Sociedad de Ciencias Aranzadi (una entidad sin ¨¢nimo de lucro que adem¨¢s preside Francisco Etxeberr¨ªa, uno de los forenses m¨¢s reconocidos del territorio estatal) es reunir en el tiempo la mayor cantidad de casos diferentes para consulta de profesionales y universitarios. Es lo que el coordinador del Atlas llama "antropolog¨ªa forense 2.0", pensada para un sector que, por lo general, en Espa?a trabaja "con m¨¢s pasi¨®n que medios", y que hace un tiempo no muy remoto logr¨® salir de los cementerios para encontrar un espacio apartado en los hospitales.
A la hora de enfrentarse a un cuerpo muerto y ajustar lo m¨¢s posible las hip¨®tesis del deceso, los m¨¦dicos no siempre disponen de informaci¨®n acerca de sus antecedentes patol¨®gicos o, por poner un ejemplo concreto, sobre las distintas marcas que puede dejar impresas un hacha en su v¨ªctima. Si de lo que se trata es de atinar el diagn¨®stico, reconstruir una historia y localizar en caso de haberlo al culpable, tampoco es lo mismo el corte limpio que puede hacer un descuartizador experto que los tanteos desesperados sobre las articulaciones del cad¨¢ver que deja como rastro un novato sin conocimientos de anatom¨ªa. Pero los colaboradores del Atlas tambi¨¦n han aportado tumores muy diferentes; fracturas en vida que tuvieron d¨ªas, meses, o a?os para consolidar; sorpresas de todo tipo que ocultan las personas en su interior y pueden salir a la luz en cualquier autopsia rutinaria; o c¨¢lculos de lo m¨¢s variopinto, algunos parecidos a piedras preciosas.
Los forenses dejan sobradamente demostrado que es posible muchas veces identificar v¨ªctimas por detalles que pueden parecer imperceptibles en restos carbonizados, amputados, completamente aplastados, saponificados, putrefactos, momificados, esqueletizados de forma natural por el paso del tiempo. Un aud¨ªfono interno medio derretido por las llamas, el tornillo de un juanete, pr¨®tesis con n¨²mero de serie y peculiaridades ¨®seas que figuraban registradas en radiograf¨ªas pret¨¦ritas del finado. Las pistas aguardan dentro, muy dentro de los cuerpos, y cada cad¨¢ver es un mundo.
La obra, tal y como reivindica Serrulla, cuesta 40 euros, la octava parte que otros ejemplos de literatura m¨¦dica ("que adem¨¢s es en blanco y negro y en ingl¨¦s"), solo para cubrir los gastos de publicaci¨®n, porque la distribuci¨®n a tiendas no existe: se compra directamente a Aranzadi por internet. Adem¨¢s de buscar la correlaci¨®n entre las lesiones externas que puede apreciar un forense que dispone de las llamadas ¡°partes blandas¡± del cad¨¢ver y las pistas, en alguna ocasi¨®n diametralmente opuestas, que puede leer en los huesos el antrop¨®logo, Galt¨¦s aporta nociones sobre los diferentes m¨¦todos de esqueletizaci¨®n que existen y las t¨¦cnicas que se emplean en diversos institutos de medicina legal de Espa?a. Algo que cada vez despierta m¨¢s inter¨¦s en el gremio, a juzgar por lo r¨¢pido que vuelan las plazas disponibles en los escasos cursillos que se celebran en el pa¨ªs.
Cuenta el especialista catal¨¢n que "sorprende la falta de cap¨ªtulos espec¨ªficos" dedicados a la esqueletizaci¨®n en los textos de antropolog¨ªa forense. Para un profano, esta parte del Atlas es todo un tratado en el que sobre todo puede sorprender el uso habitual de Calgonit, Fairy, lej¨ªa o detergente para lavadora, productos de lo m¨¢s cotidiano, que se a?aden en los laboratorios forenses al agua para acelerar y mejorar el resultado de la maceraci¨®n y la cocci¨®n. Hay recipientes y cubas espec¨ªficas, algunas del tama?o de una ba?era, frecuentemente usadas para sumergir cuerpos enteros que llegan en mal estado cuando se sospecha de homicidio. Y aunque el m¨¦todo m¨¢s extendido es la cocci¨®n a diferentes temperaturas y durante horas o d¨ªas seg¨²n el centro del que se trate, Galt¨¦s tambi¨¦n describe las ventajas e inconvenientes de otros sistemas en uso, como la exposici¨®n o inhumaci¨®n de los restos para "dejar evolucionar el cad¨¢ver hasta su total esqueletizaci¨®n" o el empleo como herramienta de colonias de fauna necr¨®faga como los derm¨¦stidos o escarabajos carro?eros. Estos cole¨®pteros son considerados una plaga repugnante por la sociedad, pero los taxidermistas y los museos de ciencias naturales los tienen en gran estima.
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