El candidato imposible
El 26-J va a significar el cambio de la persona que ocupa hoy la presidencia del Gobierno en funciones
El 26-J el objetivo deber¨ªa ser repetir las elecciones, pero no los resultados. Sin embargo, la mayor¨ªa de los sondeos no detectan cambios significativos en la intenci¨®n de voto de los principales partidos. Parece que las campa?as tampoco van a ser diferentes, salvo en el caso de Podemos, que arranca con algo nuevo que contar, su alianza con Izquierda Unida, y con un objetivo sin tapujos: sobrepasar al PSOE como primera fuerza de izquierda. Lo consiga o no, depender¨¢ del voto oculto del PSOE y de los esfuerzos que sean capaces de hacer los socialistas para superar su cansancio y el destrozo que han causado ellos mismos en el liderazgo de Pedro S¨¢nchez.
En cualquier caso, el 26-J va a significar una cosa: el cambio de la persona que ocupa hoy la presidencia del Gobierno en funciones. El 20-D demostr¨®, y el 26-J va a volver a demostrar, que Mariano Rajoy no puede ser el pr¨®ximo presidente del Gobierno de Espa?a. Sea cual sea la combinatoria electoral final, sea cual sea el tipo de alianzas que se forme, y aunque el PP contin¨²e siendo el partido m¨¢s votado, el futuro de Rajoy qued¨® sentenciado hace ya bastante tiempo. El Partido Popular podr¨¢, quiz¨¢s, reclamar su derecho a formar Gobierno, si sigue teniendo, como auguran los sondeos, m¨¢s votos y m¨¢s esca?os que los competidores, pero es seguro que necesitar¨¢ alianzas. ?Qu¨¦ otro partido va a permitir la investidura de Rajoy como nuevo presidente del Gobierno? ?Qui¨¦n va a prestar sus votos, o su abstenci¨®n, al actual presidente en funciones?
Nadie le puede decir al PP qui¨¦n debe ser su candidato. Pero hay candidatos imposibles. Y Rajoy lo es.
Cierto que las estructuras directivas de las organizaciones pol¨ªticas son muy celosas de sus poderes. Cierto que nadie le puede decir al PP qui¨¦n debe ser su candidato. Pero cierto tambi¨¦n que hay candidatos imposibles. Y Rajoy lo es. Lo saben sus compa?eros de partido y seguramente lo sabe ¨¦l mismo. Mariano Rajoy acude a las elecciones para satisfacer su autoestima y para que su partido valore su astucia, para dejar sentado qui¨¦n manda en el PP y para dominar la marcha del partido en los pr¨®ximos a?os¡ Y para poder designar sin interferencias qui¨¦n ser¨¢ la persona a la que ¨¦l mismo d¨¦ paso al frente de un eventual nuevo Gobierno dirigido por el PP.
En el mejor de los casos, el Partido Popular puede aspirar a un Gobierno en minor¨ªa, apoyado por Ciudadanos y con la abstenci¨®n del PSOE, que ya ha dejado claro que no formar¨¢ parte de un Gobierno conjunto con los populares. Esa abstenci¨®n se producir¨ªa en el caso de que el propio PSOE no fuera capaz de encabezar ¨¦l mismo otra combinaci¨®n alternativa.
Es decir, la mejor expectativa del PP es presidir un Gobierno en minor¨ªa sin garant¨ªas de estabilidad. Un Gobierno en minor¨ªa no es solo una expresi¨®n: en las actuales condiciones, significa hacer frente a comisiones de investigaci¨®n, cambiar las comparecencias en el Congreso, pelear los Presupuestos letra a letra, negociar leyes y soportar una fuerte presi¨®n casi a diario. Significa tener dotes de negociaci¨®n, pero tambi¨¦n dotes de comunicaci¨®n que permitan al presidente de ese Gobierno recurrir a la opini¨®n p¨²blica para fortalecer sus posiciones dentro de la alianza.
Significa, en definitiva, algo que est¨¢ fuera del alcance de Mariano Rajoy, acostumbrado a dirigir un Gobierno con mayor¨ªa absoluta, negado para la comunicaci¨®n y lo bastante soberbio como para huir de un escenario de negociaci¨®n permanente. Gobernar en minor¨ªa supone algo para lo que el Partido Popular, llegado el caso, necesitar¨ªa a alguien menos arrogante y que compensara todo ese trabajo con el gran placer de ser, por primera vez, presidente del Gobierno.
En estas circunstancias, Mariano Rajoy es un candidato imposible y ¨¦l mismo debe ser consciente de ello. Lo que no impide que siga siendo un pol¨ªtico inteligente, con ambici¨®n, que, por encima de todo, quiere ejercer su poder designando a su eventual sucesor/a y manejando sin flaqueza, ni negociaci¨®n alguna, lo que ocurra dentro de su partido, un partido que hace frente a grav¨ªsimas acusaciones de corrupci¨®n, capaces de comprometer a su c¨²pula. Sabe que si el PP tiene la fortuna de formar otra vez Gobierno ser¨¢ en condiciones de precariedad: falta de seguridad, de estabilidad y de duraci¨®n. Y eso es recomendable para los dem¨¢s, jam¨¢s para uno mismo.
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