De ah¨ª el mundo
LOS FOTOGRAFIADOS, ?d¨®nde se encuentran?, te preguntas. En parte, all¨¢ adonde las gafas de realidad virtual los hayan conducido, y en parte aqu¨ª, donde sus h¨ªgados. Mark Zuckerberg pasa delante de ellos con la expresi¨®n maliciosa del que ve sin ser visto. Estas antiparras, pese a su apariencia, murieron en el instante mismo de su concepci¨®n, aunque nos las muestran como tecnolog¨ªa punta. Valen como experiencia de cinco minutos, pero no m¨¢s, porque efect¨²an un corte en los cables que unen a los sentidos entre s¨ª. Cuando te las colocas, est¨¢s con la vista en un lugar y con el olfato, el tacto, el gusto y el o¨ªdo en otro. De ah¨ª la sensaci¨®n de gallina ciega que observamos en quienes se las ponen de pie. Aqu¨ª han tenido la prudencia de sentarlos para evitar que choquen entre s¨ª al dirigirse hacia el lugar inexistente que les entra por los ojos.
Las gafas de realidad virtual te dejan sin defensas frente a la realidad real. ?Qui¨¦n manda aqu¨ª?: el se?or de las zapatillas deportivas que avanza hacia el escenario con el gesto de autosatisfacci¨®n de quien ha logrado enga?ar a una multitud. Si consigues enga?ar a la vista, que es el m¨¢s invasivo y menos fiable de todos los sentidos, tienes a tu merced a la humanidad entera. Estas gafas productoras de esquizofrenia, pensadas no tanto para mostrarte una realidad como para sacarte de ella, de la realidad, metaforizan sin querer el modo en que los poderosos ¨CMark Zuckerberg, por ejemplo¨C se pasean y act¨²an entre nosotros sin que seamos capaces de verlos (ni de o¨ªrlos, cuando se les a?aden auricu?lares). Y por eso el mundo es como es.
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