Narcisismo hasta la enfermedad
EL NARCISISMO de nuestra ¨¦poca est¨¢ alcanzando cotas inimaginables. Hay un creciente n¨²mero de individuos tan enamorados de s¨ª mismos que dan por sentado que lo que ellos hagan, opinen, tengan o incluso padezcan es bueno o est¨¢ dignificado. He contado que la Real Academia Espa?ola recibe protestas y presiones para que suprima la siguiente acepci¨®n de ¡°autista¡± (como adjetivo y como sustantivo): ¡°Dicho de una persona: Encerrada en su mundo, conscientemente alejada de la realidad¡±. Los quejosos no tienen en cuenta que, como he explicado mil veces ¨Cy no he sido el ¨²nico¨C, la RAE carece de potestad para enmendarles la plana a los hablantes. Si a ellos se les antoja emplear ¡°autista¡± en sentido figurado, para referirse a alguien ensimismado, impermeable al exterior y a sus semejantes, a la Academia no le queda sino recoger ese uso. Pertenece a la lengua porque as¨ª lo han decidido los hablantes. Tambi¨¦n se soliviantan muchos por esta acepci¨®n de ¡°c¨¢ncer¡±: ¡°Proliferaci¨®n en el seno de un grupo social de situaciones o hechos destructivos¡±. Y se a?ade el ejemplo: ¡°La droga es el c¨¢ncer de nuestra sociedad¡±. Este sentido metaf¨®rico de la palabra est¨¢ extendid¨ªsimo, y a la RAE no le cabe sino registrarlo. Esta instituci¨®n, en contra de lo que muchos quisieran, no proh¨ªbe ni impone nada; tampoco juzga; a lo sumo advierte, mediante las marcas ¡°Vulgar¡± o ¡°Negativo¡±, que tal o cual vocablo pueden resultar malsonantes o denigratorios.
Pero el narcisismo de muchos individuos roza el absurdo o cae de lleno en ¨¦l. Hay enfermos de c¨¢ncer que consideran falta de respeto la inclusi¨®n de la acepci¨®n mencionada. Parecen decirse: ¡°?C¨®mo va a ser destructivo algo que yo?tengo? Eso es una ofensa¡±. Siempre se ha hablado de tumores ¡°malignos¡±, y todos sabemos lo destructivo que es el c¨¢ncer. Algunos de los que lo padecen, sin embargo, han decidido que, si ellos lo albergan, no puede ser maligno ni destructivo, o que al menos no debe emplearse el nombre como sin¨®nimo de algo negativo. Otro tanto ocurre con ¡°autista¡±, como si serlo fuera algo neutro y no una desgracia. Su uso figurado agravia a los afectados. Pero lo cierto es que ambas cosas son?negativas, se miren como se miren, y nada tiene de particular que los hablantes lo entiendan as¨ª y se valgan de los t¨¦rminos en sentido no literal (y negativo). Pero en fin, ya saben que hoy est¨¢ mal visto hasta decir que alguien es sordo, o ciego, no digamos tullido o lisiado. Quien sufre una carencia o un defecto a veces no est¨¢ dispuesto a admitir que no ver o no o¨ªr lo sean. Pretenden que lo consideremos una especie de ¡°opci¨®n¡±, algo ¡°elegido¡±, cuando no lo es. Claro que hubo el caso de dos lesbianas estadounidenses sordomudas que, hace a?os, y a la hora de fecundarse una de ellas artificialmente, exigieron que su nasciturus?heredara su sordomudez: quer¨ªan para ¨¦l la misma ¡°forma de vida¡± que a ellas les hab¨ªa tocado en suerte, de la que hab¨ªan logrado sentirse orgullosas¡
Hace pocas semanas habl¨¦ aqu¨ª de la extrema susceptibilidad de mucha gente, que intenta imponernos a los dem¨¢s. La Defensora del Lector de este diario se hizo eco recientemente ¨Cy adem¨¢s les dio en buena medida la raz¨®n¨C de las susceptibilidades desaforadas de varios lectores que hab¨ªan tomado por ¡°burla¡± del c¨¢ncer del novelista gr¨¢fico Frank Miller los comentarios que sobre su demacrado aspecto hab¨ªa hecho en una entrevista Jacinto Ant¨®n, probablemente el mejor periodista cultural que haya en Espa?a. Dado que Miller es un celeb¨¦rrimo autor de c¨®mics violentos y desmesurados, Ant¨®n dec¨ªa cosas tan terribles como que ¡°se parec¨ªa extraordinariamente a Freddy Krueger¡± (lo cual era cierto, a la vista de las fotos), como pod¨ªa haber dicho que se daba un aire a Nosferatu. Tambi¨¦n lo afrentaba al compararlo con un Ecce Homo,?es decir, con el Cristo una vez hecho un Cristo, como tanto se dice en el lenguaje coloquial. Esto equival¨ªa, seg¨²n los quisquillosos lectores, a ¡°burlarse con sa?a¡± (!) del enfermo, o a ¡°re¨ªrse en la cara de una persona ¡ aquejada por una enfermedad¡± (!). Y la Defensora, para mi sorpresa (EL PA?S suele estar a favor de la libertad de expresi¨®n, y no deber¨ªa temer tanto a los tiquismiquis, intolerantes por naturaleza), acababa amonestando al periodista: ¡°Sus comparaciones no dejan de ser una aproximaci¨®n humor¨ªstica a una realidad nada c¨®mica: los estragos causados por una enfermedad muy seria¡±. ?Humor¨ªstica? ?Re¨ªrse en la cara? ?Burlarse con sa?a? No se sabe en qu¨¦ quedamos. Quiz¨¢ haya que pasar por alto el aspecto de alguien por llamativo que sea; quiz¨¢ haya que silenciar las enfermedades sin m¨¢s, porque cada uno es muy libre de ofrecer el aspecto que quiera o se le haya puesto, por la raz¨®n que sea. Y al fin y al cabo el c¨¢ncer no?es maligno, puesto que muchos lo tienen. A este paso, llegar¨¢ el momento en que ni siquiera se admita que es una enfermedad. Y llegar¨¢ tambi¨¦n el momento en que no se podr¨¢ hablar de nada, por si acaso. Hacia ¨¦l nos encaminamos a grandes zancadas, para acabar con la libertad de expresi¨®n.
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