Si hay que elegir uno
?A cu¨¢l de sus objetos jam¨¢s renunciar¨ªa? O dicho en positivo: de todas sus cosas, ?cu¨¢l es su favorita? Una pregunta similar fue lanzada hace casi una d¨¦cada por B. D. Madrid, hist¨®rica tienda de dise?o, que con la excusa de su 30? aniversario edit¨® el libro Estimados objetos. En ¨¦l, Luz S¨¢nchez-Muro y Bel¨¦n Feduchi animaban a sus mejores clientes, amigos, arquitectos y dise?adores a que escogiesen su pieza predilecta. ¡°La idea¡±, escrib¨ªan ellas, ¡°es que elijas, de tu ¨¢mbito cotidiano, aquel dise?o o prototipo, artefacto, mueble u objeto que m¨¢s te guste; aquel con el que te sientes m¨¢s identificado, el que en su d¨ªa hiciste o compraste con m¨¢s ilusi¨®n, o ese del que no te desprender¨¢s nunca. Ese que es algo m¨¢s que un objeto¡±.
Entre las m¨¢s de 200 p¨¢ginas del libro uno pod¨ªa encontrarse todo tipo de historias. Fernando Amat, gur¨² del dise?o, confesaba que en su casa ten¨ªa una ¡°vitrina de curiosidades¡± con piezas que hab¨ªa acumulado a lo largo de su vida, pero puestos a elegir se quedaba con su primer Mac, el 126k, que segu¨ªa guardando como una reliquia de retrotecnolog¨ªa. Curiosamente, al amor por los ordenadores de la marca se sumaba el arquitecto Luis Burillo, que se decantaba por su port¨¢til nuevo y por su fiel escudero: un cenicero.
Debiendo elegir una, me decido por aquellas con las que comienzo el d¨ªa: la brocha de afeitar con su mech¨®n de pelo de tej¨®n y su pomo de marfil, y por la vieja maquinilla Gillette que hered¨¦ de mi padre y cuya solidez y perfecci¨®n brit¨¢nica siempre me asombran Rafael Moneo
Entre tanto experto, abundaban los hocicos finos. Juan Casariego, arquitecto, eleg¨ªa el organizador de pared dise?ado por Dorothee Becker que en los a?os setenta y ochenta tuvieron en casa muchos ni?os y que en pl¨¢stico de colores colgaba en la pared para ordenar lapiceros, bol¨ªgrafos, gomas y dem¨¢s utensilios de papeler¨ªa. Otros dos arquitectos, la pareja formada por Fernando Villavecchia y Eileen Liebman, se quedaban con otro cl¨¢sico insuperable: la l¨¢mpara TMM, de Miguel Mil¨¢.
La variedad de objetos era infinita, desde el llavero-navaja multiusos Leatherman Wave a una silla de montar a caballo, unas simples pinzas de la ropa o una ?pistola de silicona! (por gracia de la sombrerera Candela Cort). Para el arquitecto ?lvaro Soto Aguirre estaba su Rover Mini Cooper 1275 cc y, puestos a exagerar nuestra relaci¨®n con las ruedas, otro arquitecto, Jos¨¦ Ram¨®n Sierra, le escrib¨ªa una carta de amor a ¡°ella¡±, su Vespa. Barriendo para casa, el dise?ador Juli Capella escog¨ªa su l¨¢mpara-paellera y el joyero Chus Bur¨¦s, un artilugio en forma de anillo que sirve para mantener la erecci¨®n prolongada.
Fetiches m¨¢s po¨¦ticos eran los del fallecido Luis Moreno Mansilla y su pareja, la pintora Carmen Pinart, que optaban por unas tiras de guirnaldas de papel hechas a mano que compraron como decoraci¨®n navide?a pero que al comprobar la alegr¨ªa que les transmit¨ªan se hab¨ªan quedado colgadas en el sal¨®n de su casa.
Por su parte, Rafael Moneo explicaba as¨ª su elecci¨®n: ¡°El dise?o est¨¢ en las cosas. Vivimos las cosas, nos acompa?an en todo momento. Como si de una fauna y flora artificial que nuestros mayores nos legaron, el mundo de las cosas que nos rodean es otra naturaleza. [¡] Debiendo elegir una, me decido por aquellas con las que comienzo el d¨ªa: la brocha de afeitar con su mech¨®n de pelo de tej¨®n y su pomo de marfil, y por la vieja maquinilla Gillette que hered¨¦ de mi padre y cuya solidez y perfecci¨®n brit¨¢nica siempre me asombran¡±.
Si yo tuviera que elegir un solo objeto de todos los que me rodean, si pudiese descartar aquellos de valor sentimental para quedarme con uno solo porque s¨ª, porque me gusta mirarlo con pasi¨®n casi invencible, elegir¨ªa mi Lem-200, el juguete de Congost de pl¨¢stico y hojalata que simula un encuentro espacial sin necesidad de pilas ni bater¨ªa. Es una antigualla de los a?os setenta que le compr¨¦ a un chamarilero en El Rastro de Madrid y que, como todo lo que de verdad me apasiona, es perfectamente in¨²til.
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