Catalu?a: nueva fase

El rechazo de la CUP, el partido antisistema catal¨¢n, al proyecto de presupuestos para 2016 de la amalgama Esquerra-Converg¨¨ncia liderada por el president,Carles Puigdemont, abre una nueva y sugestiva fase de la pol¨ªtica catalana. Una fase que, si recorre los ra¨ªles de la prudencia, el respeto a la mayor¨ªa social y la querencia por la legalidad, deber¨ªa reforzar el autogobierno m¨¢s responsable. A la par que corregir los errores de bulto de la ¨²ltima etapa, rectificar la estrategia secesionista y recuperar la influencia de los catalanes en el escenario espa?ol de acuerdo con algunos de los par¨¢metros que tan fruct¨ªferos han sido en la historia.

El principal corolario pol¨ªtico de la devoluci¨®n presupuestaria es la completa evaporaci¨®n de la mayor¨ªa parlamentaria independentista. Si es que esta existi¨® para algo m¨¢s que para lanzar, precariamente, una desnortada estrategia secesionista confrontacional a corto plazo (18 meses) e investir en el ¨²ltimo minuto disponible al actual titular de la Generalitat.

Por m¨¢s que el oficialismo trate de suavizar este hecho, se trata de un hito de extrema severidad para el proc¨¦s soberanista y su continuidad: lo socava en un rev¨¦s que puede ser definitivo. Para el proc¨¦s, no para el hecho vivo del malestar en Catalu?a y de su correlativa necesidad de encauzarlo pol¨ªticamente

A Artur Mas y sus adl¨¢teres les cost¨® entender ¡ªy les cost¨® el empleo¡ª que la presunta elecci¨®n referendaria del 27-S hab¨ªa supuesto un rotundo fracaso de su componente plebiscitario, al no alcanzar los secesionistas m¨¢s de un 47,8% de los votos. En cambio, su sucesor Puigdemont ha demostrado m¨¢s reflejos al comprender que la presunta mayor¨ªa electoral era ¡ªdado el car¨¢cter contradictorio de CDC y ERC con la CUP, con la que nada comparten en modelo social, pol¨ªtico y cultural ni en modos de organizarse y expresarse¡ª un constructo de ficci¨®n, una carcasa sin contenido posible. Esto es lo que ha ocurrido en las ¨²ltimas y breves horas.

Por vez primera en cinco a?os podemos celebrar una reacci¨®n sensata, proporcionada y sin tacha democr¨¢tica del liderazgo convergente: y se debe, adem¨¢s, a un l¨ªder de inequ¨ªvoca identidad personal separatista, por lo que exhibe mayor m¨¦rito. Cuando el president de la Generalitat anuncia que en septiembre plantear¨¢ una cuesti¨®n de confianza sobre su continuidad, recurre al uso democr¨¢tico m¨¢s pertinente. Reconoce que, sin presupuesto, carece de mayor¨ªa, y por tanto, de capacidad de gobernar como si la tuviese.

Puigdemont esboza esa iniciativa como un dilema entre la reedici¨®n de una hoja de ruta hacia la secesi¨®n, quiz¨¢ con otros ritmos y condiciones; o la convocatoria electoral para bien entrado el oto?o (por razones reglamentarias no puede ser antes). Es lo que corresponde tras una legislatura agotada y el fracaso de la separaci¨®n expr¨¦s: han bastado cinco meses para romper la enso?aci¨®n de los 18 definitivos.

Pero ser¨ªa bueno que enriqueciese el dilema y lo elevase a triple opci¨®n, a?adi¨¦ndole la formula de una nueva estrategia de inequ¨ªvoca profundizaci¨®n del autogobierno sin romper el marco com¨²n. Si es capaz de eso lograr¨¢ el respeto ¡ªcatal¨¢n y espa?ol¡ª que la altanera torpeza propia regate¨® a su infortunado predecesor.