La profunda herida del ¨¦bola
La OMS vuelve a decretar el fin de la epidemia en ?frica occidental, pero en Guinea, donde se vivi¨® el ¨²ltimo rebrote el pasado mes de marzo, nadie baja la guardia.
Este 9 de junio se cumplen 42 d¨ªas de la curaci¨®n del ¨²ltimo caso de ¨¦bola de la epidemia que durante dos a?os y medio ha golpeado a ?frica occidental y la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) vuelve a declarar a esta regi¨®n libre de la enfermedad. Ya lo hizo en dos ocasiones anteriores, 14 de enero y 17 de marzo, pero la alegr¨ªa se frustr¨® por dos rebrotes, el primero en Sierra Leona y el segundo en Guinea, relacionados con la capacidad del virus de resistir activo en el organismo de pacientes sanados durante m¨¢s de un a?o. Por eso, los pa¨ªses africanos m¨¢s afectados por esta epidemia, que contagi¨® a 28.616 personas de las que fallecieron 11.310, intentan mantener sus sistemas de vigilancia y respuesta temprana bien engrasados.
En Koropar¨¢, al sur de Guinea cerca de la frontera con Liberia, ha llegado el momento de recoger el arroz. Cada tarde, el cielo abre sus compuertas y descarga un aguacero infinito. Los ni?os juegan entre el barro antes de entrar a la escuela mientras hombres y mujeres acuden a los campos a trav¨¦s de pistas de tierra que se adentran entre la vegetaci¨®n. Esta es la foto de hoy, bien distinta de hace apenas dos meses cuando un nutrido despliegue de militares y personal de organismos internacionales estableci¨® un cord¨®n sanitario en torno al pueblo y controlaba todo movimiento de una poblaci¨®n aterrada. Porque fue justo aqu¨ª, en una de estas humildes casas de tejado de aluminio y paredes sin enlucir, donde la epidemia vivi¨® su ¨²ltimo rebrote. En esta Guinea Forestal todo comenz¨® en diciembre de 2013 y aqu¨ª la huella del virus sigue muy presente.
Marcel Fassou Niankoye, director del centro de salud de Koropar¨¢, lo recuerda muy bien. ¡°Fue el pasado 15 de marzo. Mamad¨ª, un vecino del pueblo, y dos de sus esposas hab¨ªan muerto en un intervalo de apenas dos semanas y ese d¨ªa ten¨ªamos a su primera mujer y a su hija de siete a?os, ambas enfermas. Ah¨ª empezamos a sospechar¡±, asegura. Al d¨ªa siguiente fueron enviadas a N¡¯z¨¦r¨¦kor¨¦ y el d¨ªa 17 se confirm¨® lo peor. Era ¨¦bola. La ONG francesa Alima, presente en la zona desde finales de 2014, reabri¨® su centro de tratamiento en s¨®lo dos horas y los primeros pacientes empezaron a llegar. M¨¢s de mil personas fueron puestas bajo vigilancia, pr¨¢cticamente el pueblo entero. En total, 13 personas se contagiaron y una de ellas, una mujer, viaj¨® hasta Liberia con sus dos hijos llevando de nuevo el virus al pa¨ªs vecino. Los muertos se elevaron a nueve. La pesadilla estaba de vuelta.
En Koropar¨¢ hay un manto de silencio acerca de c¨®mo se produjo este rebrote, pero todos los indicios apuntan a un contacto entre la primera mujer fallecida y un superviviente de la epidemia. Recientes estudios cient¨ªficos han demostrado que el virus es capaz de resistir activo hasta 15 meses en el semen de pacientes sanados, lo que obliga a redoblar la vigilancia. ¡°Lo ocurrido en Koropar¨¢ era previsible¡±, asegura la doctora Bing Abdoul, coordinadora del proyecto de Alima en N¡¯z¨¦r¨¦kor¨¦, ¡°es la evoluci¨®n natural de la epidemia. Pero hubo errores, relajaci¨®n, est¨¢bamos en la fase de vigilancia activa y murieron tres personas de la misma familia sin que se les hicieran las pruebas. El virus sigue ah¨ª, en los supervivientes pero tambi¨¦n puede estar en la naturaleza. Todas las muertes deben ser investigadas¡±.
Los pacientes curados son, a¨²n hoy, objeto de estigma y parte de la soluci¨®n
Los pacientes curados son, a¨²n hoy, objeto de estigma y parte de la soluci¨®n. Por un lado, deben realizarse pruebas mensuales para comprobar que el virus no se ha atrincherado en alg¨²n lugar de su organismo y, por otro, se han convertido en un elemento clave para la sensibilizaci¨®n. Koumassadouno S¨¢a Yawo es un claro ejemplo. No cre¨ªa en el ¨¦bola. Como muchos, pensaba que todo era una invenci¨®n. Sin embargo, la experiencia de contagiarse y sobre todo su paso por el centro de tratamiento de Gueckedou, gestionado por M¨¦dicos sin Fronteras, le abri¨® los ojos. Ahora es agente de salud comunitario de Alima. ¡°Estaba muy enfadado con el virus, se hab¨ªa llevado a mi padre y a otros miembros de mi familia, as¨ª que cuando sal¨ª con vida pens¨¦ que ten¨ªa que dedicar mi tiempo y esfuerzo a convencer a otros de que tomaran las medidas necesarias y acudieran al m¨¦dico al menor s¨ªntoma¡±.
Constituidos en asociaci¨®n, la joven estudiante de enfermer¨ªa Bono Sakouvo es su presidenta. ¡°S¨®lo en el distrito de N¡¯z¨¦r¨¦kor¨¦ somos 88 miembros. Nuestro objetivo es acabar con la estigmatizaci¨®n, aportar nuestra experiencia¡±, asegura. El periodista Ibrahima Soum Soumaoro es miembro del colectivo de supervivientes y tambi¨¦n sensibilizador. ¡°Me hago los an¨¢lisis cada mes, sigo los protocolos, pero percibo que hay cierta relajaci¨®n. No podemos bajar la guardia¡±, asegura con una sonrisa.
Adem¨¢s de mantener la vigilancia, ahora toca fortalecer el sistema p¨²blico de salud, que ha quedado muy tocado. El primer problema al que se enfrentan las autoridades es la p¨¦rdida de confianza. Durante la epidemia muchas personas dejaron de acudir a centros de salud y hospitales porque corrieron todo tipo de rumores. Primero se neg¨® la existencia de la enfermedad y luego se aseguraba que el virus hab¨ªa sido introducido por los occidentales. Se habl¨® de tr¨¢fico de ¨®rganos y de sangre. Las campa?as anuales de vacunaci¨®n fracasaron. ¡°En 2014 el sistema de salud de la regi¨®n ya estaba completamente hundido. La poblaci¨®n hab¨ªa perdido la confianza en ¨¦l y lo consideraba de hecho una fuente de ¨¦bola¡±, asegura el epidemi¨®logo nigerino de Alima Samba Hamani.
Por otro lado, la p¨¦rdida de personal sanitario que falleci¨® o abandon¨® sus puestos de trabajo por miedo durante la epidemia ha pasado una elevada factura a la Guinea Forestal. ¡°Hay una enorme falta de recursos humanos¡±, a?ade Hamani, ¡°el ¨¦bola contribuy¨® a hundir el sistema pero antes de la epidemia tampoco hab¨ªa una buena organizaci¨®n. Todo esto dibuja un panorama de insuficiente control de enfermedades. La tasa de cobertura de vacunaci¨®n es muy baja. Por ejemplo, en 2015 tuvimos una epidemia de rubeola y este a?o hemos tenido otra de tosferina¡±.
El virus es capaz de resistir activo hasta 15 meses en el semen de pacientes sanados
Para tratar de mantener funcionando el sistema p¨²blico de salud, organismos internacionales y organizaciones humanitarias siguen presentes en el terreno. ¡°Este hospital fue centro de tr¨¢nsito de pacientes de ¨¦bola y fue estigmatizado por la poblaci¨®n¡±, asegura el director del hospital de N¡¯z¨¦r¨¦kor¨¦, Guilavogui Zoba, ¡°ahora tenemos un serio problema de recursos humanos y financieros¡±. Desde 2015, la ONG Alima apoya las urgencias y la hospitalizaci¨®n pedi¨¢trica, ha montado un laboratorio y ha reforzado la farmacia. ¡°Gracias a ellos ha habido una mejora del nivel de atenci¨®n m¨¦dica y equipamiento, estamos recuperando esa confianza. Pero seguimos necesit¨¢ndolos¡±, a?ade el doctor Zoba.
Es muy poco probable que el virus vuelva a provocar una epidemia como la de 2014-2015, al menos mientras se mantengan engrasados los sistemas de vigilancia, pero lo cierto es que los sistemas de salud de Liberia, Guinea y Sierra Leona tendr¨¢n que convivir con la posibilidad de nuevos rebrotes. El impacto ha sido enorme. ¡°El cierre temporal de fronteras, el desplome del sistema de salud, la paralizaci¨®n de la econom¨ªa despu¨¦s de que muchas familias abandonaran sus campos, el cierre de los colegios. S¨®lo pudimos salir adelante por el acompa?amiento de los organismos y las ONG internacionales¡±, asegura Lancei Cond¨¦, gobernador de N¡¯z¨¦r¨¦kor¨¦, ¡°para el post-¨¦bola la lecci¨®n aprendida es que nuestro sistema sanitario debe mejorar porque fue su debilidad la causa de la expansi¨®n de la enfermedad. Hay que construir infraestructuras, reforzar las capacidades de los agentes de salud y la comprensi¨®n de las epidemias por parte de la poblaci¨®n, mejorar el sistema de comunicaci¨®n, que sea eficaz y adaptado al medio, as¨ª como las condiciones de vida de la poblaci¨®n en general. Si todo eso se tiene en cuenta la gesti¨®n de epidemias se har¨¢ mejor¡±.
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