Clima, historia y futuro
El cambio clim¨¢tico ha sido una fuerza constante en la historia de la humanidad, aunque parece que lo hemos olvidado
Soy historiador y he dedicado mucho tiempo a reflexionar sobre la trayectoria del clima y las sociedades humanas en el pasado, el presente y el futuro. En gran medida, el cambio clim¨¢tico es una fuerza constante en la historia de la humanidad, a pesar de que recientemente, durante el ¨²ltimo siglo, lo hemos olvidado. En tiempo geol¨®gico, la humanidad es literalmente un producto del estr¨¦s clim¨¢tico: durante los ¨²ltimos 20 millones de a?os, a medida que la tierra se iba enfriando del muy c¨¢lido mesozoico de los dinosaurios, oleadas de estr¨¦s clim¨¢tico impulsaron el aumento de nuevas especies de primates y protohumanos. La humanidad tal y como la conocemos surgi¨® del calor abrasador de una gigantesca sequ¨ªa en el este de ?frica hace unos 200.000 a?os. Los climas altamente variables del ¨²ltimo periodo glacial definieron el futuro de los neandertales y los modernos humanos en toda Eurasia; el repentino calentamiento de hace 12.000 a?os foment¨® la revoluci¨®n agr¨ªcola de algunas sociedades. La historia de las sociedades globales hasta el comienzo de la revoluci¨®n industrial fue en ¨²ltima instancia determinada por un c¨¢lido clima posglacial, pero las poblaciones m¨¢s numerosas que depend¨ªan de una agricultura en delicado equilibrio llegaron a sufrir con variaciones relativamente moderadas del clima.
En verano de 2015 gran parte de Europa padeci¨® una ola de calor que bati¨® r¨¦cords, porque una masa de aire muy caliente se desplaz¨® hacia el norte desde el S¨¢hara. Si bien es posible que este verano no se alcancen los mismos niveles en Europa, el tiempo c¨¢lido ya ha alimentado incendios catastr¨®ficos en Canad¨¢ y una implacable ola de calor en India y el sureste asi¨¢tico. En parte esto se ha debido a El Ni?o, un fen¨®meno c¨ªclico resultado del calentamiento del oc¨¦ano Pac¨ªfico, y remitir¨¢ cuando el ciclo decaiga. Pero el a?o pasado ha marcado el tercer m¨¢ximo s¨²per El Ni?o desde 1983. El Ni?o tuvo algo que ver con las temperaturas globales en 2015, pero se super¨® la marca de 2014, as¨ª que forma parte de un aumento constante de las temperaturas desde comienzos de los sesenta. El calentamiento global es real y est¨¢ aqu¨ª. Empezamos a tener claras las consecuencias: aumento del nivel del mar, tormentas oce¨¢nicas m¨¢s intensas, acidificaci¨®n de los arrecifes de coral. A medida que la temperatura aumenta, se ensanchan los tr¨®picos, desplazando ecosistemas estacionales y creando nuevos e intensos patrones de lluvia y sequ¨ªa.
La escala y la intensidad de la inminente crisis clim¨¢tica
est¨¢n m¨¢s all¨¢
de la experiencia humana
?D¨®nde estamos? Un panel internacional de ge¨®logos nos dir¨¢ en unos meses si hay pruebas suficientes para declarar una nueva era geol¨®gica: el antropoceno. Las pruebas se amontonan: extinci¨®n de flora y fauna, micropart¨ªculas de pl¨¢stico y aluminio en sedimentos oce¨¢nicos, dep¨®sitos masivos de nitr¨®geno y f¨®sforo de uso agr¨ªcola que alteran los ciclos qu¨ªmicos b¨¢sicos, los indicios radiactivos de las detonaciones de bombas nucleares desde 1945 hasta el final de las pruebas at¨®micas de superficie en los a?os sesenta y, por supuesto, el di¨®xido de carbono. Cuando yo era ni?o, en los a?os cincuenta, el CO2 en la atm¨®sfera se med¨ªa en 315 partes por mill¨®n (ppm), superando las 280 ppm, la media aproximada a lo largo de los ¨²ltimos 5.000 a?os. En el invierno de 2013 a 2014 lleg¨® a las 400 ppm y ha ido creciendo desde entonces. Los ge¨®logos tienen razones fundadas para fechar el antropoceno alrededor de 1945.
?Qu¨¦ sucede? He aqu¨ª la gran paradoja. Hubo una ¨¦poca en que ¨¦ramos menos, subsist¨ªamos a duras penas trabajando la tierra y mor¨ªamos tras una vida ardua y breve; pero no caus¨¢bamos un da?o grave o permanente al mundo que nos rodeaba. Ahora somos aproximadamente 7.400 millones; muchos, aunque no la mayor¨ªa, viven vidas radicalmente m¨¢s f¨¢ciles y largas; pero hemos da?ado seriamente la integridad y resistencia del sistema natural de la Tierra.
?Tiene el pasado hist¨®rico o geol¨®gico alg¨²n caso comparable? Ha habido discusiones sobre si el calentamiento moderno se debe comparar con el periodo c¨¢lido medieval, en el que es posible que Europa tuviera una temperatura parecida a la de hoy. Pero la mejor comparaci¨®n, desgraciadamente, se remonta al pasado geol¨®gico, al m¨¢ximo t¨¦rmico del paleoceno superior de hace unos 55 millones de a?os, cuando la actividad volc¨¢nica gener¨® emisiones de gases en el Atl¨¢ntico que sobrecalentaron la atm¨®sfera. Pero mientras que el m¨¢ximo t¨¦rmico del paleoceno tard¨® 20.000 a?os en alcanzarse, nosotros vamos camino de producir el mismo efecto en un siglo. La escala y la intensidad de la inminente crisis est¨¢n m¨¢s all¨¢ de la experiencia humana.
La vida continuar¨¢, pero va a ser m¨¢s dif¨ªcil, mucho m¨¢s para algunos. En Espa?a las predicciones siguen en l¨ªneas generales las oscilaciones clim¨¢ticas de los ¨²ltimos miles de a?os. El clima se volver¨¢ m¨¢s caluroso y seco. El sur sufrir¨¢ condiciones mucho m¨¢s ¨¢ridas y el norte tendr¨¢ un clima mediterr¨¢neo seco. ?Puede ser un consuelo pensar que esas condiciones no traer¨¢n consigo la peste bub¨®nica! Pruebas clim¨¢ticas y gen¨¦ticas sugieren que a lo largo de los ¨²ltimos 3.000 a?os, con el fr¨ªo que trajo m¨¢s precipitaciones al norte de Espa?a y al centro de Asia, la humedad en la estepa estimul¨® la proliferaci¨®n de roedores portadores del bacilo de la peste, causando grandes epidemias en Europa durante el Bronce tard¨ªo, en el Imperio Romano y en la d¨¦cada de 1350. El calentamiento tampoco traer¨¢ enfermedades tropicales, a diferencia de lo que sucede en el Caribe, Am¨¦rica Central y el sur de Estados Unidos, donde existe una preocupaci¨®n muy real sobre la propagaci¨®n de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue, la malaria y actualmente el zika.
Espa?a se volver¨¢ muy seca. Sus vecinos del sur y del este ya sufren los profundos efectos de una sequ¨ªa provocada por el cambio clim¨¢tico. Estas sequ¨ªas ya han generado conflictos y huidas a lo largo de un arco que va desde el oeste de ?frica hasta Afganist¨¢n, y ya han jugado un papel en la guerra y revoluci¨®n de Egipto y Siria; es un factor de fondo en la ola de emigraci¨®n. De los 32 pa¨ªses en el mundo que se enfrentan a la mayor escasez de agua en 2040, 29 se encuentran en ese arco. Espa?a es el n¨²mero 33. La escasez de agua ya es un poderoso factor en la pol¨ªtica mundial.
Escasez de agua dulce para muchos; exceso de agua salada para muchos m¨¢s. Una de las bombas de relojer¨ªa que se ciernen sobre nosotros son las placas de hielo del Ant¨¢rtico occidental, que podr¨ªan derretirse y quebrarse, desliz¨¢ndose en el oc¨¦ano y elevando el nivel del mar en todo el mundo. La subida de las aguas ser¨¢ enorme, pero se producir¨¢ por oleadas, impulsada por huracanes y tifones como el Sandy, que inund¨® Nueva York en 2012. Grandes poblaciones, particularmente en los deltas del Nilo, el Ganges, el r¨ªo Amarillo o el Yangts¨¦, est¨¢n desprotegidas.
La b¨²squeda de casos an¨¢logos nos conduce a tiempos paleol¨ªticos, en este caso al deshielo que se produjo al final del ¨²ltimo periodo glacial y que inund¨® las plataformas continentales hace 10.000, 12.000 a?os. Vivimos en un sistema planetario que tiene ciertos m¨¢rgenes y l¨ªmites. Pensar en el pasado remoto y en el presente puede ser estresante, pero aporta claridad.
Tenemos grandes capacidades; sabemos mucho m¨¢s sobre el mundo que nos rodea que cuando empezamos a quemar carb¨®n. La tecnolog¨ªa que podr¨ªa cambiar las condiciones de la especie humana est¨¢ siendo desarrollada, en lo que podr¨ªa ser el comienzo de una gran transici¨®n que se desarrollar¨ªa en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Necesitamos seguir movilizando la pol¨ªtica mundial para garantizar ese resultado. No nos llevar¨¢ a una situaci¨®n estable de perfecta utop¨ªa, pero s¨ª conseguir¨¢ que el mundo de nuestros nietos tenga continuidad con el nuestro.
John L. Brooke es historiador, profesor de la Universidad de Ohio y autor de Climate Change and the Course of Global History: A Rough Journey (Cambridge University Press)
Traducci¨®n de Germ¨¢n Ponte
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