Tierra quemada
La polarizaci¨®n consentida y animada por el PP agravar¨¢ los problemas
La estrategia de campa?a del Partido Popular parece fiarlo todo a que la polarizaci¨®n favorezca el ascenso propio y, a la par, el de Podemos y sus socios territoriales y de Izquierda Unida. De esa manera, conf¨ªan los populares, sus principales rivales y alternativas, que no son otros, como se demostr¨® tras el 20 de diciembre, que PSOE y Ciudadanos, quedar¨ªan anulados pol¨ªticamente despu¨¦s del 26 de junio, vi¨¦ndose obligados a prestar su consentimiento incondicional a un segundo mandato de Mariano Rajoy.
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No est¨¢ claro, a decir de las encuestas, que esta estrategia de tierra quemada vaya a ser rentable electoralmente para el PP, pues muy bien podr¨ªa dejar a los populares con un n¨²mero de esca?os similar al obtenido hace seis meses, con la diferencia de que sus verdaderos rivales se habr¨ªan debilitado y que la futura oposici¨®n tendr¨ªa en su mano no solo una mayor¨ªa hostil, sino la posibilidad de dotarse de instrumentos de control y castigo al Gobierno (reforma del reglamento del Congreso, veto al decreto-ley, comisiones de investigaci¨®n) in¨¦ditos durante el tiempo en que la mayor¨ªa absoluta impuso sus reglas.
Sea o no conveniente para los intereses electorales del PP y de Mariano Rajoy, crispar todav¨ªa m¨¢s la sociedad y convertir estas elecciones en un plebiscito en el que los espa?oles tengan que elegir entre Rajoy e Iglesias no es algo que convenga a los intereses de nuestro pa¨ªs. Al contrario, el objetivo despu¨¦s del 26-J consistir¨¢ en estabilizar la situaci¨®n pol¨ªtica, sac¨¢ndola de la din¨¢mica de bloqueos en que ha permanecido encerrada desde el 20 de diciembre, que ha dejado agotado y esc¨¦ptico a gran parte del electorado. Si el PP sale de las urnas como la minor¨ªa m¨¢s grande, pero minor¨ªa al fin y al cabo, habr¨¢ de formar Gobierno con el apoyo expl¨ªcito o t¨¢cito de otras fuerzas pol¨ªticas. Carece de sentido que Rajoy se dedique a destruir todo lo que pueda ser ¨²til a adversarios electorales con los que, muy probablemente, tendr¨¢ que negociar despu¨¦s del 26 de junio.
El problema es que Rajoy no ha preparado nada para ese futuro tan previsible. En el Partido Popular faltan renovaci¨®n program¨¢tica y equipo. Tampoco se han producido cambios claros que separen n¨ªtidamente al PP del presente y del futuro respecto a los a?os de plomo, en que muchas de sus figuras se implicaron en corrupciones e irregularidades inaceptables. T¨¢cticamente, contin¨²a utilizando se?uelos electorales en forma de promesas de m¨¢s que improbable cumplimiento, como la rebaja generalizada de impuestos que sostiene en esta campa?a. En fin, todo suena a m¨¢s de lo mismo.
Los planteamientos profundamente conservadores de Rajoy y la exigencia de que los dem¨¢s se adhieran a sus propuestas le llevaron a retirarse de la liza para la presidencia del Gobierno tras el 20 de diciembre. Ahora no deber¨ªa profundizar en el error de conformarse con lograr algunos diputados m¨¢s que en las anteriores elecciones, porque esos mimbres son escasos para construir el cesto de la gobernabilidad de Espa?a. Es irresponsable esta estrategia de alentar el radicalismo con sus amigos en los medios de comunicaci¨®n para presentarse como la ¨²nica alternativa v¨¢lida. Es irresponsable condenar a Espa?a al largo periodo de crisis que se avecina.
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