Pol¨ªtica animal: cuando las mascotas se presentan a las elecciones
Aunque parezca disparatado, hay perros, gatos e, incluso, cerdos que se han hecho merecedores de cargos oficiales en algunos pa¨ªses. ?Y si nos gobernara un animal?
Hillary Clinton acaba de convertirse casi con total seguridad en la primera mujer que puede aspirar a ser presidenta de los Estados Unidos, cuenta con el apoyo de suficientes delegados como para ser la elegida del partido dem¨®crata y solo queda una formalidad: ratificarlo en la convenci¨®n dem¨®crata de este mes. Sin embargo, mi coraz¨®n sigue con Bernie Sanders. ?Por qu¨¦? Bueno, en principio porque a¨²n tiene posibilidades y los delegados tienen que ratificar sus votos oficiales, pero, con total sinceridad, la raz¨®n definitiva es¡ que un p¨¢jaro se pos¨® en su atril.
No s¨¦ si se trata de una maniobra publicitaria o es una causalidad po¨¦tica, lo que s¨¦ es que en el ambiente de crispaci¨®n pol¨ªtica que experimentamos en los medios, tanto en Espa?a como Estados Unidos, mi conciencia se inclina m¨¢s a fiarse de un inocente animal que de una persona. Los animales siempre tienen nobles intenciones: no mienten, solo se preocupan por sobrevivir y estar tranquilos. Pero la maquinaria pol¨ªtica no desaprovecha ninguna oportunidad, tampoco el uso de los animales y su carisma innato.
Mascotas oficiales
Ah¨ª tenemos a Pecas, el perro de Esperanza Aguirre y una de las estrellas de la pasada campa?a. Nada suaviza m¨¢s la imagen de un candidato que salir a la calle acompa?ado de un jack russell terrier con cuenta de twitter, manso, sonriente y atado con una correa de Espa?a. Tambi¨¦n, en la otra punta del espectro, tenemos a los gatos de Alberto Garz¨®n, Winter y Elendil, que le regalaron uno de sus numerosos trending topic con el hashtag #GatetesConGarz¨®n.
En Estados Unidos nos llevan una gran ventaja en el show de la pol¨ªtica y tienen oficializado el t¨¦rmino ¡°mascota presidencial¡± (con museo incluido sobre la materia). Todos los presidentes han tenido mascotas a las que se las ha considerado en cargo durante su estancia en La Casa Blanca, Theodor Roosevelt lleg¨® a tener 26 animales diferentes incluyendo lagartos, serpientes, conejos, b¨²hos e incluso un oso peque?o que respond¨ªa al nombre de ¡°Jonathan Edwards¡±. Pero en concreto los perros han ocupado un lugar especial, acostumbrados a ser protagonistas de portadas e hitos pol¨ªticos.
Durante una visita oficial a las Islas Aleutianas en 1944, el presidente Franklin D. Roosevelt olvid¨® en tierra a su perro Fala, un terrier escoc¨¦s, as¨ª que decidi¨® mandar una flota especial a recuperarlo. Esta decisi¨®n fue duramente criticada por los republicanos y, aconsejado por Orson Welles, el presidente decidi¨® hacer de ello un chiste: sus contrincantes pod¨ªan criticarle a ¨¦l porque sab¨ªa afrontarlo, pero no a su perro, pues al ser escoc¨¦s no sab¨ªa encajar bien las cr¨ªticas. El ¡°discurso Fala¡± introdujo la idea en la pol¨ªtica estadounidense de que hay discursos menos importantes, que pueden ser afrontados desde el humor.
Sin duda Obama ha recogido este testigo y sus perros son aut¨¦nticas celebridades. Bo y Sunny, dos perros de agua portugueses, posan con gracia en fotos oficiales y felicitaciones navide?as.
Mientras tanto, en Inglaterra la mascota oficial es un gato, que posee el t¨ªtulo de Chief Mouser (algo as¨ª como Ratonero Jefe) y tiene un presupuesto oficial de 100 libras al a?o. Este puesto apareci¨® en el siglo XVI durante el reinado de Enrique VIII y aunque normalmente es un t¨ªtulo cari?oso que suele darle la prensa, tres de estos gatos lo han recibido de un modo oficial, entre ellos el actual: Larry. Aunque vive en el n¨²mero 10 de Downing Street, no pertenece a ning¨²n primer ministro sino que sirve a Inglaterra dejando la casa limpia de ratones mientras pulula por las habitaciones donde se toman las decisiones. El m¨¢s longevo, Wilberforce, vio pasar a cuatro mandatarios durante 18 a?os y muri¨® durante el mandato de Margaret Thatcher.
Un animal en el cargo
Pero ha habido animales que han ido m¨¢s all¨¢ en sus ambiciones pol¨ªticas: Bosco el perro fue alcalde de Sunol, California entre 1981 y 1994. Aunque en la localidad se recuerda su elecci¨®n como una simple broma, lo cierto es que el animal se present¨® legalmente a las elecciones y consigui¨® ganar superando en votos a dos humanos, acompa?ado de su lema ¡°Un hueso en cada plato, un gato en cada ¨¢rbol y una boca de incendios en cada esquina¡±.
?Podr¨ªa un animal, entonces, ser presidente? En la Convenci¨®n Dem¨®crata de 1968, en pleno descontento por la crisis en Vietnam, un grupo de j¨®venes yippies pens¨® que si Lyndon B. Johnson pod¨ªa liderar el pa¨ªs¡ tambi¨¦n pod¨ªa hacerlo un cerdo. As¨ª dieron con Pigasus, un cerdo de 66 kilos que prepar¨® su candidatura para enfrentarse a Nixon en las elecciones. El 23 de agosto, una multitud se congreg¨® en Chicago dispuestos a escuchar lo que un cerdo ten¨ªa que ofrecerles, pero al iniciar el acto la polic¨ªa los detuvo a todos. A los siete yippies y a Pigasus.
Y as¨ª nos dejaron con una de las im¨¢genes m¨¢s psicotr¨®nicas de los sesenta: el candidato con las intenciones m¨¢s puras de la historia de la pol¨ªtica estadounidense, sin ning¨²n tipo de agenda oculta, un simple cerdo, siendo escoltado por cuatro polic¨ªas a la comisar¨ªa como un verdadero delincuente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.