Oc¨¦anos de pl¨¢stico
1. Un desaf¨ªo global
Toneladas de fragmentos de pl¨¢stico se acumulan en los mares. En todo el mundo, inventores, cient¨ªficos o pol¨ªticos trabajan en distintas soluciones. Desde la creaci¨®n de un material biodegradable a partir de c¨¢scaras de gambas hasta repensar la manera de consumir./
Por Silvia Blanco/
Durante siete meses, la expedici¨®n espa?ola Malaspina recorri¨® los oc¨¦anos de todo el mundo con dos barcos. Entre 2010 y 2011 traz¨® una l¨ªnea de C¨¢diz a R¨ªo de Janeiro, de Ciudad del Cabo a Perth, de Honolul¨² a Cartagena de Indias y de nuevo al puerto gaditano. Ese viaje cient¨ªfico alrededor del planeta buscaba estudiar el impacto del cambio clim¨¢tico en la vida marina. Se extra¨ªan muestras tomadas a diferentes profundidades, que pod¨ªan llegar hasta los 4.000 metros. El investigador Andr¨¦s C¨®zar, que segu¨ªa el trabajo de los barcos desde tierra, empez¨® a darse cuenta de algo inesperado. Al procesar las muestras en el laboratorio, ve¨ªa que ah¨ª, flotando junto a los m¨¢s variados microorganismos, hab¨ªa pl¨¢stico. Aparec¨ªa en todas las mediciones, tambi¨¦n en las que se hicieron a miles de kil¨®metros de la costa. Tropez¨® con el pl¨¢stico en todas partes, incluso en medio de ninguna parte./
Dos a?os despu¨¦s, en 2013, C¨®zar y un equipo de cient¨ªficos dibujaron el primer mapa global de la contaminaci¨®n por pl¨¢stico en superficie. Primero se?alaron cinco grandes zonas de acumulaci¨®n, en los llamados giros subtropicales. Como descomunales remolinos, ¡°funcionan igual que cintas transportadoras del pl¨¢stico que van lamiendo de los continentes¡±, explica C¨®zar, de 40 a?os, en su peque?o despacho del Campus del Mar de la Universidad de C¨¢diz. Luego a?adieron el Mediterr¨¢neo, ahora analizan el mar Rojo y el ?rtico, y desde entonces esa geograf¨ªa sucia y flotante se ha hecho algo m¨¢s n¨ªtida. Han bastado unas d¨¦cadas de uso masivo del pl¨¢stico para generar un problema de contaminaci¨®n marina que ahora la ciencia trata de abordar. Todav¨ªa hay muchas inc¨®gnitas, pero algunas estimaciones ayudan a ir viendo el contorno del desastre. En 2050 habr¨¢ en el oc¨¦ano m¨¢s toneladas de pl¨¢stico que de peces, seg¨²n una proyecci¨®n de la Fundaci¨®n Ellen MacArthur, que promueve una econom¨ªa que convierta los residuos en recursos. Cada a?o entran al mar unos ocho millones de toneladas. China, Indonesia y Filipinas encabezan la clasificaci¨®n de los pa¨ªses que m¨¢s cantidad arrojan, seg¨²n un estudio publicado en Science?en 2015, y los 20 primeros ¨Ctodos en Asia y ?frica, excepto Estados Unidos y Brasil¨C son responsables del 83% del pl¨¢stico mal gestionado que puede acabar en el mar.
Las investigaciones se han multiplicado en todo el mundo en los ¨²ltimos seis a?os. La alerta ha llegado a los ciudadanos, a los negocios y a algunos Gobiernos. Mientras, el mar va dejando pruebas en la playa. Del tama?o, por ejemplo, de 13 cachalotes muertos a principios de a?o en la costa alemana; aunque no los mat¨®, ten¨ªan la barriga llena de pl¨¢stico. O en el tubo de muestras de laboratorio, donde adopta una forma menos amenazante pero m¨¢s problem¨¢tica: el enemigo son trocitos de colores como granos de arroz. Esos micropl¨¢sticos eran antes botellas, tapones, redes, cualquier cosa, y se han ido fragmentando hasta hacerse tan peque?os que son muy dif¨ªciles de eliminar y f¨¢ciles de tragar. ¡°Los cient¨ªficos estamos desconcertados respecto a los efectos de la amenaza de los micropl¨¢sticos. Pueden ingerirlos animales muy peque?os o grandes depredadores. Incluso los humanos. Contienen un c¨®ctel de contaminantes cuyo impacto es dif¨ªcil de evaluar¡±, afirma C¨®zar. Hay algo todav¨ªa m¨¢s peque?o e inquietante, un residuo pl¨¢stico que se mide en micras y que puede ser ¡°ingerido y asimilado, incorporado al tejido del organismo¡±, explica./
Formas extra?as que adoptan los objetos al degradarse. /?MANDY BARKER
Los giros subtropicales donde se acumu?la el pl¨¢stico se imaginaban hace unos a?os como gigantescas islas compactas y flotantes. Es un mito, pero sirvi¨® para llamar la atenci¨®n sobre un problema global y complejo del que cada vez m¨¢s ciudadanos son conscientes. Ese inter¨¦s explica que, en solo 100 d¨ªas, un chico holand¨¦s de 21 a?os, ?Boyan Slat, lograra que 38.000 personas de 160 pa¨ªses donaran, en conjunto, dos millones de euros para financiar lo que ¨¦l llama ¡°la mayor limpieza del oc¨¦ano de la historia¡±. Su plan consiste en extraer en 10 a?os casi la mitad del pl¨¢stico del giro del Pac¨ªfico Norte. Para eso ha dise?ado un conjunto de barreras flotantes de 100 kil¨®metros capaces de acumular el residuo sirvi¨¦ndose de la propia corriente oce¨¢nica. La ONU le ha concedido su principal premio medioambiental; en enero present¨® su idea en el Foro de Davos y este mes lanzar¨¢ al mar del Norte el primer prototipo ¨Ca escala, tendr¨¢ solo 100 metros¨C para ver si funciona.
¡°Cuando ten¨ªa 16 a?os, fui a bucear a Grecia y me cruc¨¦ con m¨¢s bolsas de pl¨¢stico que peces¡±, cuenta Slat por tel¨¦fono. ¡°Empec¨¦ a pensar en c¨®mo se pod¨ªa limpiar. El mar es gigantesco, as¨ª que se tardar¨ªan miles de a?os y millones de d¨®lares en recogerlo. Por eso se me ocurri¨® la idea de usar el movimiento del oc¨¦ano para que el pl¨¢stico se concentre en un punto¡±, explica. Slat es un tipo ocupado. ?l y la empresa que fund¨® a los 19 a?os, The Ocean Cleanup (la limpieza del oc¨¦ano), suscitan gran expectaci¨®n. Un equipo de 38 ingenieros, ocean¨®grafos y cient¨ªficos trabaja en Delft, en Holanda, junto a un centenar de voluntarios. El a?o pasado publicaron un estudio de viabilidad e hicieron una expedici¨®n con 30 barcos por el giro del Pac¨ªfico Norte. ¡°La de antes me parece otra vida¡±, cuenta Slat, que pasa mucho tiempo con grandes inversores, tratando de convencerlos de que pongan dinero en esto. ¡°Ahora dedico bastante tiempo al desarrollo tecnol¨®gico del proyecto. Soy un inventor, pero tambi¨¦n tengo que prestar atenci¨®n a conseguir dinero¡±. Hace unos tres viajes de media al mes. Los nombres y las cantidades que aportan los inversores con los que se re¨²ne son secretos./
El plan de Slat ha contribuido a colocar la contaminaci¨®n marina por pl¨¢stico en la agenda de los medios de comunicaci¨®n, las grandes multinacionales y un pu?ado de pa¨ªses. Pese al entusiasmo que genera, varios activistas y cient¨ªficos creen que, m¨¢s all¨¢ de ayudar a concienciar ¨Calgo que le alaban¨C, todo esto es poco eficaz y caro. ¡°Existe el riesgo de que con ese sistema atrape a numerosos invertebrados que flotan a la deriva. Adem¨¢s, el oc¨¦ano es demasiado vasto para limpiarlo y lo que encuentras muy lejos de la costa es micropl¨¢stico mezclado con la vida marina¡±, cuenta por tel¨¦fono desde Los ?ngeles Marcus Eriksen, quien lleva a?os estudiando el problema y dirige el instituto 5 Gyres. ¡°El foco deber¨ªa estar en tierra, hay que evitar que los micropl¨¢sticos lleguen al mar¡±.
Algo parecido piensa Nicholas Mallos, director del programa de basura marina de Ocean Conservacy, una organizaci¨®n de protecci¨®n del mar con sede en Washington. ¡°Durante 30 a?os, hemos organizado la mayor limpieza costera internacional. En esas zonas litorales es donde se concentra la vida marina y adem¨¢s actuamos sobre los lugares donde la basura pl¨¢stica entra en el mar. Por ejemplo, vamos a las desembocaduras de los grandes r¨ªos, donde hay muchos objetos de pl¨¢stico antes de que puedan llegar al mar y dispersarse¡±, explica./
Slat no parece muy preocupado por esas cr¨ªticas. ¡°Nunca se puede tener la certeza de que todo ir¨¢ bien, pero la historia est¨¢ llena de ejemplos de problemas, inventos, de gente que dice que algo no se puede hacer¡ y luego se hace¡±, afirma. Lo consiga o no, la suya es una m¨¢s de las medidas que est¨¢n en marcha en todo el mundo, en una batalla que en la que cada cual parece estar luchando por su cuenta. Algunas, como la de Ocean Cleanup, son propuestas para el aqu¨ª y ahora y se centran en corregir una peque?a parte del problema. Otras plantean la necesidad de un cambio estructural; algo que trastoque la manera de consumir y de producir. Y eso, para empezar, necesita de voluntad pol¨ªtica.
La Comisi¨®n Europea present¨® en diciembre un paquete de medidas para emprender la transici¨®n a la econom¨ªa circular: un sistema en el que los productos se reutilizan, se reparan, se alquilan, se reciclan. En ese bucle, la basura no existe. Hay una estrategia espec¨ªfica para pl¨¢sticos. ¡°Buena parte de la contaminaci¨®n marina es pl¨¢stico, sobre todo envases. Solo se recicla alrededor del 25% de todos los residuos pl¨¢sticos y casi el 50% todav¨ªa se entierra en vertederos en la Uni¨®n Europea. Es demasiado¡±, dijo el 20 de abril el comisario de Medio Ambiente, Karmenu Vella, en una conferencia en Bruselas./
En la Comunidad Valenciana, el Gobierno pretende probar un sistema de dep¨®sito, devoluci¨®n y retorno de envases de bebidas. El proyecto, que ser¨ªa el primero en Espa?a, prev¨¦ que el consumidor pague un dep¨®sito de 10 c¨¦ntimos al comprar una lata, una botella de vidrio o de pl¨¢stico, o un tetrabrik de zumo, cerveza, agua o refresco, y que se le reembolse cuando devuelva el envase. Lo puede hacer en un supermercado, en una gasolinera, en un bar¡ y tambi¨¦n en uno distinto de aquel en el que lo compr¨®. ¡°No estamos inventando nada¡±, afirma Juli¨¤ ?lvaro, secretario auton¨®mico de Medio Ambiente y Cambio Clim¨¢tico de la Generalitat Valenciana. ¡°De peque?o, recuerdo que llevaba las botellas a la tienda. Esta econom¨ªa de usar y tirar est¨¢ caducando¡±. ?lvaro explica que demasiados residuos est¨¢n donde no deben: en la calle, en los parques y en las playas. Cada d¨ªa se venden en la Comunidad siete millones de envases de bebidas. De ellos, asegura ?lvaro, cinco millones no acaban en el contenedor adecuado y su destino final es un vertedero o directamente tirados en la naturaleza. Otros muchos terminan en el mar. Su departamento ha calculado que todo eso que no se aprovecha vale unos quince millones de euros al a?o. ¡°Encaja con la idea de la econom¨ªa circular porque queremos convertir cinco millones de envases que ahora mismo son residuos en recursos aprovechables¡±, argumenta. En verano est¨¢ previsto que se redacte el borrador de la ley para implantar un sistema que funciona en varios pa¨ªses europeos, como Alemania, Suecia, Noruega o Dinamarca, y en algunos Estados de EE UU, como California o Nueva York. Ahora el destino de ese material recuperado ser¨ªa el reciclaje, pero en una fase posterior se plantean incluso impulsar la reutilizaci¨®n./
La pol¨¦mica que ha generado la propuesta da una idea de lo valioso de estos desechos. La iniciativa valenciana ha chocado con Ecoembes, la organizaci¨®n que gestiona el reciclaje y agrupa a la industria del envasado y la distribuci¨®n. ¡°Ese plan no tiene un objetivo ambiental¡±, dice una portavoz. ¡°Apenas logra mejorar el reciclaje global, y la log¨ªstica que necesita multiplica las emisiones de CO2. Es un sistema paralelo y una operaci¨®n comercial encubierta¡±.
Al otro lado del mundo, en Singapur, Javier G. Fern¨¢ndez trabaja en sacar del laboratorio y darle un uso industrial al que se considera uno de los materiales del futuro, el shrilk. Una alternativa biol¨®gica al pl¨¢stico flexible y resistente. ¡°La gran ventaja es que se degrada. Lo tiras en tu jard¨ªn y las plantas pueden crecer en ese lugar. No alteramos la mol¨¦cula, lleva miles de a?os ah¨ª¡±, cuenta por tel¨¦fono el cient¨ªfico de 34 a?os desde la Universidad de Tecnolog¨ªa y Dise?o (SUDT) del pa¨ªs asi¨¢tico./
Fern¨¢ndez dio con el shrilk?hace cuatro a?os, cuando investigaba en el Wyss Institute de Harvard. Pas¨®, cuenta, encerrado 10 horas diarias durante tres meses en la Biblioteca de Zoolog¨ªa de la Universidad de Harvard. ¡°Estudiaba el esqueleto externo de los artr¨®podos. Quer¨ªa saber c¨®mo est¨¢ hecha una c¨¢scara de gamba a nivel molecular, un ala, los caparazones de los mejillones¡±. Mezcl¨® una sustancia presente en las c¨¢scaras de las gambas, la quitina, con prote¨ªnas de la seda. Tom¨® esas mol¨¦culas sin alterarlas y las organiz¨® del mismo modo en que lo har¨ªa la naturaleza. Ese fue su hallazgo./
El otro descubrimiento importante de su carrera ocurri¨® por accidente. Lo public¨® el a?o pasado. ¡°Fue todav¨ªa en Boston. Est¨¢bamos estudiando la estructura mucosa de los peces porque cre¨ªamos que pod¨ªa tener quitina y quer¨ªamos saber d¨®nde la producen¡±. Durante un par de meses, el laboratorio se impregn¨® del olor de pieles enteras de salm¨®n, de carpa. Iban descartando las mol¨¦cu?las que no interesaban para buscar las que s¨ª. ¡°Pero en ese proceso de filtrado hab¨ªa algunas que se comportaban como un ruido constante y dif¨ªcil de eliminar. Decidimos averiguar qu¨¦ era aquello tan estable y que no se degradaba. Era pl¨¢stico¡±, cuenta Fern¨¢ndez, que, al igual que el investigador C¨®zar, advierte de que es una frontera para la ciencia. ¡°No sabemos la magnitud del problema, no sabemos cu¨¢ndo va a explotar y no sabemos los peligros que tenemos por delante¡±.
Ahora Fern¨¢ndez trata de dar un salto de escala en Singapur. Pasar a la fabricaci¨®n industrial. ¡°Nuestra prioridad hoy es el empaquetado. Hemos hecho prototipos de pinzas de la ropa, cajas de huevos, vasos¡¡±, explica. ¡°El shrilk?puede ser una alternativa al pl¨¢stico en algunas aplicaciones, pero la soluci¨®n al problema de la contaminaci¨®n por pl¨¢stico no es ni ¨²nica ni m¨¢gica. Creo que no habr¨¢ un ¨²nico gran sustituto del pl¨¢stico: no podemos terminar produciendo gambas para hacer botellas, en el caso de que fuera el ?shrilk¡±, dice. ¡°Hace falta implicar a la ciencia, a los pol¨ªticos y a los ciudadanos¡±./
2. Pescar las botellas para hacer ropa
Desde un barco de arrastre que llega a puerto en Villajoyosa, en Alicante, seguimos la metamorfosis de los desechos pl¨¢sticos que sacan del mar los pescadores. Las botellas y objetos abandonados se convierten en hilo y luego en prendas que presumen de su fabricaci¨®n sostenible.
Por Elsa Fern¨¢ndez-Santos/
Excepto un lingote de hach¨ªs, que vuelve de la red directo al mar como una patata caliente, toda la pesca es ¨²til en el Playa del Moro, el barco arrastrero que ha zarpado a las 4.30 del puerto de Villajoyosa (Alicante). Entre redes y aparejos, los cinco pescadores que forman la tripulaci¨®n han admitido un nuevo trasto a bordo: un cubo de basura azul que aguarda a babor para contener los zapatos, compresas, cristales y botellas de pl¨¢stico que cada d¨ªa se pescan junto a los salmonetes, pulpos, rapes, esparde?as, peces gato o pescadillas. Puntuales, llegar¨¢n 12 horas despu¨¦s a la lonja del puerto./
Mientras el pescado se subasta, el cubo de basura emprender¨¢ un intrincado camino que convertir¨¢ gran parte del pl¨¢stico pescado en prendas de ropa. Una aventura sostenible que lleva el sello de Ecoalf, la empresa espa?ola que desde 2009 ha logrado convertirse en una marca puntera en ropa reciclada y que desde el pasado septiembre est¨¢ embarcada en un ambicioso proyecto de fabricaci¨®n textil a partir de la basura recogida en el fondo del mar.
El Playa del Moro?es de los pocos barcos de Villajoyosa (salen unos 25 cada madrugada) que ten¨ªan por costumbre no devolver la basura al mar y por eso fue de los primeros en apuntarse a la iniciativa de Javier Goyeneche, presidente y director creativo de Ecoalf. En el bar del puerto, a Goyeneche, de 45 a?os, le conocen como ¡°el de los pl¨¢sticos¡±. ¡°Buen chaval este Javier¡±, dice el capit¨¢n, Jer¨®nimo Sell¨¦s, sobre el creador de una marca cuyo mensaje sostenible seduce a dise?adoras como Sybilla, que prepara una colecci¨®n c¨¢psula, y luce el p¨²blico m¨¢s variado: desde las puntillosas editoras de moda hasta el miembro de Podemos ??igo Errej¨®n, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, o el actor estadounidense Richard Gere. "Me gusta pensar que somos una marca transversal", asegura Goyeneche./
El pl¨¢stico pasa a grandes contenedores met¨¢licos.?/?MANDY BARKER
En pocos meses, lo que naci¨® como una idea algo peregrina dado el mal estado de la basura marina se ha consolidado como un proyecto de futuro que, bajo el nombre de Upcycling the Oceans, pretende tener un efecto domin¨®. Solo en el Mediterr¨¢neo, destaca Goyeneche, se pudren m¨¢s de tres millones de toneladas de basura, de los cuales la mitad es pl¨¢stico. Una botella de PET (el tereftalato de poliestireno con el que Ecoalf fabrica muchos de sus tejidos) tarda alrededor de 400 a?os en degradarse. De momento, los datos son optimistas, y desde septiembre se han recogido 34 toneladas de basura y se han fabricado 13.000 metros de tejido. Adem¨¢s, seg¨²n pasan las semanas, aumentan los barcos que se apuntan al proyecto de forma altruista. ¡°Si se llega a pagar, lo suyo ser¨ªa hacerlo a las cofrad¨ªas¡±, apunta Goyeneche. Para los arrastreros, se trata tambi¨¦n de una sutil operaci¨®n de lavado de cara de un oficio perseguido por los movimientos ecologistas, que consideran que su forma de pesca ejemplifica el dicho popular de matar moscas a ca?onazos, una pr¨¢ctica que destroza el h¨¢bitat cada vez que remueven con sus redes (unas tres veces por jornada de trabajo) el fondo marino.
Ante las cr¨ªticas, los pescadores tienen su particular filosof¨ªa. Con las botas cubiertas de agua y de fango en el puente de su barco, Sell¨¦s lo resume as¨ª: ¡°Dicen que los arrastreros nos cargamos la posidonia [planta end¨¦mica del Mediterr¨¢neo], pero cuando mi abuelo pescaba ya no exist¨ªa. Esto es como cuando se remueve la tierra del campo, saca los minerales para que se los coman los peces. No es malo. En la tierra se cargan los pinos y nadie dice nada. Bien no lo hacemos ninguno¡±. Dicho esto, los arrastreros parecen tener los d¨ªas contados. En el Playa del Moro, una embarcaci¨®n con ese aire desvencijado y rudo del barco de la pel¨ªcula Tibur¨®n, la tripulaci¨®n lamenta la muerte de su oficio: ¡°Hoy los j¨®venes no quieren saber nada de esta vida, es demasiado dura. Todo el d¨ªa en el mar para luego llegar a casa y solo poder dormir del cansancio¡±./
Ecoalf ha tenido la complicidad de Nacho Llorca, presidente provincial de cofrad¨ªas, que vio en la iniciativa una forma de cambiar la imagen de los pesqueros. ¡°La basura que recogemos llega en su mayor¨ªa de los cauces de los r¨ªos, arrastrada por la lluvia al mar. Nos alegramos de contribuir a limpiar el fondo marino¡±.
Actualmente, 160 barcos de arrastre de la costa de Levante sacan entre cuatro y seis kilos de desechos por barco al d¨ªa. Aproximadamente el 60% es pl¨¢stico y el 18% de botellas PET, esas de las que bebemos el agua o los refrescos. La basura que llega del mar, y que ya en tierra se deposita en tres cubos met¨¢licos enormes, seguir¨¢ un proceso de selecci¨®n para que se pueda fabricar la materia prima de escama y granza que acaba en hilo y tejido. ¡°Parte de la complejidad del proyecto est¨¢ en la baja calidad de los residuos que sacan los pescadores; el sol, la sal y el agua convierten en in¨²til para reciclaje mucha de la basura¡±, explica Goyeneche./
En sus etiquetas, Ecoalf presume del car¨¢cter sostenible de sus prendas (¡°esta chaqueta se ha fabricado con 40 ?botellas de pl¨¢stico¡±, reza una de mujer) y del origen de sus tejidos, ya sea de redes de peces, botellas o neum¨¢ticos de Corea, Taiw¨¢n y Portugal. El c¨ªrculo perfecto de la sostenibilidad se podr¨¢ cerrar el d¨ªa que estas prendas recicladas se puedan a su vez reutilizar para obtener nuevos tejidos, algo que ya se est¨¢ investigando en otros pa¨ªses. Pero para su proyecto Upcycling the Oceans todo empieza y acaba en Espa?a./
De la costa de Valencia, donde se selecciona el pl¨¢stico ¨²til para convertirlo en granza de pol¨ªmero, es decir, en bolitas de pl¨¢stico, se traslada a ANTEX, una f¨¢brica en Angl¨¦s (Girona) encargada de procesar el pol¨ªmero para generar el filamento de los hilos que viajar¨¢n a la ¨²ltima parada, en Santander, donde se confecciona el tejido./
Marta Molist, directora de investigaci¨®n y desarrollo de ANTEX, asegura que el hilo de reciclado no es una moda pasajera, "es algo que ha llegado para quedarse, cada vez fabricamos m¨¢s". Hasta ahora, matiza, con residuos terrestres. ¡°Es la primera vez que lo hacemos con desechos marinos, hemos tenido que adaptar nuestras m¨¢quinas hasta lograr un filamento con buenas propiedades. Empezamos con pruebas piloto, para ver si era posible una producci¨®n industrial, y ahora incluso estamos trabajando con grosores de hilo diferentes¡±.
Juan Pares, presidente de Textil Santanderina, explica la complejidad de transformaci¨®n de ese hilo en tejido. Desde su empresa familiar, nacida en 1921, llevan una campa?a de sostenibilidad cada vez m¨¢s avanzada. ¡°Desde nuestra f¨¢brica [en Cabez¨®n de la Sal] vemos los prados verdes, las ovejas y las vacas, y quiz¨¢ ese paisaje nos ha hecho tomar conciencia. Tenemos la obligaci¨®n de lograr que las tendencias de moda sean cada vez m¨¢s sostenibles y, en ese sentido, empresas como Ecoalf o las americanas Patagonia y Ellen Fischer, son una verdadero ejemplo¡±. Explica que cada vez hay m¨¢s marcas, incluidas Inditex o H&M, preocupadas con estos asuntos, pero pocas coherentes al 100%. "Nosotros trabajamos en moda y en tejidos t¨¦cnicos, como la ropa de los bomberos de M¨²nich o del ej¨¦rcito de tierra espa?ol. Ecoalf es peque?o y para nosotros supone un gran esfuerzo, pero merece la pena por su concepto"./
Quiz¨¢ la aventura de limpiar el fondo del mar con unos cuantos barcos pesqueros sea una quimera similar a barrer el desierto con una escoba, pero resulta conmovedor ver a un viejo pescador, curtido por el sol, el agua y la sal, arrastrar un cubo de basura con ese orgullo que los hombres rudos le imprimen a todo y sentenciar orgulloso: ¡°Si nosotros no hacemos esto, no lo hace nadie¡±./
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