Ridiculez
Cuando Rajoy lleg¨® al Gobierno en 2011, una de sus pocas promesas cumplidas fue la reforma del canon digital
Si hoy es martes, seguramente el populismo nos acosa. Sucede cada d¨ªa. Lo malo es que el debate sobre qui¨¦n es m¨¢s populista o en qu¨¦ consiste esa desviaci¨®n de la democracia electoral hacia el enga?o masivo siempre termina m¨¢s enconado que resuelto. Por eso conviene fijarse en medidas populistas y su rid¨ªculo recorrido. Cuando Rajoy lleg¨® al Gobierno en 2011, una de sus pocas promesas cumplidas fue la reforma del canon digital. De esa manera se ganaban el cari?o de una corriente ciudadana identificada con los valores intern¨¢uticos, satisfac¨ªan al lobbytecnol¨®gico, pero sobre todo penalizaban a m¨²sicos y artistas para que se atuvieran a las consecuencias si prosegu¨ªan en su perfil reivindicativo. Les sali¨® bien la jugada. Hasta que la semana pasada la justicia europea, que suele velar por nuestros intereses m¨¢s que el Gobierno propio, ha declarado ilegal esa chapucera reescritura.
El gui?o cal¨® porque entonces confi¨¢bamos ciegamente en que las grandes empresas de telecomunicaciones, aplicaciones y redes sociales fomentar¨ªan desinteresadamente el conocimiento, la modernidad y un nuevo mundo de oportunidades laborales. Hasta ese d¨ªa, el canon digital era un c¨¦ntimo min¨²sculo que gravaba la venta de CD, DVD, USB o Mp3 para compensar que esos productos se utilizaran mayoritariamente para copiar y almacenar materiales sometidos a propiedad intelectual. La reforma gubernamental casaba con el populismo porque los ciudadanos espa?oles se cre¨ªan premiados al ahorrarse ese recargo de c¨¦ntimos en sus compras. Lo que no se les cont¨® es que la obligaci¨®n de compensar la copia privada se convertir¨ªa en un pago anual de cinco millones de euros que saldr¨ªa de los impuestos recaudados por el Estado entre todos, fueran o no usuarios de esos almacenadores tecnol¨®gicos. Los fabricantes y distribuidores, todos multinacionales extranjeras, festejaron su triunfo.
Que el perjuicio reconocido a la comercializaci¨®n de las obras de m¨²sicos y compositores lo pag¨¢ramos de nuestros impuestos y no de la recaudaci¨®n de empresas multinacionales deb¨ªa responder a la sumisi¨®n general que el Gobierno mantiene frente a estos grandes conglomerados, a los que premia con exenciones de impuestos y permiso para tributar en pa¨ªses vecinos con mejor fiscalidad. Nadie sabe c¨®mo corregir¨¢n ahora la ilegalidad cometida ni la rebaja radical de la cantidad destinada a la compensaci¨®n por copia privada. Lo que est¨¢ claro es que el populismo les funcion¨® en periodo electoral. Como siempre. Pero en cuanto caduca una medida populista, siempre llega otra nueva, sin que aprendamos a distinguir la propuesta razonable de la ridiculez seductora.
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