Sigue la incertidumbre
El debate no aclara los planes de los partidos para despu¨¦s del 26 de junio
Como en anteriores encuentros entre candidatos a La Moncloa, el celebrado el pasado lunes por los aspirantes de los cuatro principales partidos no fue exactamente un debate, sino una representaci¨®n en la que los l¨ªderes permitieron que tres periodistas estuvieran presentes, m¨¢s como ¨¢rbitros y cronometradores que como interlocutores de los ciudadanos. M¨¢s all¨¢ de la novedad de un debate a cuatro, este primer y, por desgracia, ¨²ltimo debate no estuvo a la altura de un programa visto por una media de 10,5 millones de espectadores, que aguantaron ante el televisor en horarios incompatibles con la vida laboral y familiar.
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Tanto Mariano Rajoy como Pablo Iglesias dieron la impresi¨®n de estar m¨¢s pendientes de no enajenarse a sus respectivos votantes del 20-D que decididos a ganar el debate. Ese planteamiento reserv¨®n sin duda benefici¨® a Mariano Rajoy, que opt¨® por utilizar el balance de sus a?os de gobierno como aval de la promesa de dos millones de empleos en la que insisti¨® varias veces, aunque su credibilidad suscitara interrogantes en uno de los moderadores (y los suscite en este peri¨®dico).
Pedro S¨¢nchez jug¨® algo m¨¢s agresivamente, pero al tener que dividir sus ataques entre dos candidatos, Rajoy e Iglesias, no termin¨® de ser del todo efectivo. Fue duro con Rajoy, pero tambi¨¦n con Iglesias, al que reproch¨® su falta de apoyo en la legislatura anterior ¡ªpero no qued¨® claro en qu¨¦ consiste la oferta socialista y con qui¨¦n pactar¨¢ despu¨¦s del 26 de junio¡ª. Pablo Iglesias y Albert Rivera, que por primera vez participaban en pie de igualdad con dirigentes de los partidos tradicionales, se lo tomaron con diferente actitud: m¨¢s pugnaz Rivera en su enfrentamiento con Rajoy y con Iglesias; m¨¢s moderado el l¨ªder de Unidos Podemos, con mayor inter¨¦s en reprochar a S¨¢nchez su hostilidad hacia Podemos y en ofrecerse al PSOE como socio que en desgastar a Rajoy a cuenta de la corrupci¨®n del PP: la pinza en su m¨¢xima expresi¨®n.
Por lo dem¨¢s, el formato elegido ha mostrado sus limitaciones. Desde el principio dijimos que un solo debate entre aspirantes a la presidencia del Gobierno era insuficiente para abordar numerosos temas, y en la noche del lunes qued¨® claro lo fundado de esa advertencia. Muchas de las cuestiones evocadas lo fueron de forma excesivamente ligera y algunas, como la posici¨®n de Espa?a en Europa y en el mundo, merecieron escasos minutos y muy al final del programa, cuando la noche se encaminaba decididamente hacia la madrugada.
Nada de cuanto se dijo despeja la inc¨®gnita sobre el d¨ªa posterior a las elecciones. De lo escuchado no se extrae la certidumbre de que alguien tenga un plan pol¨ªtico suficiente para mover sustancialmente el voto en una u otra direcci¨®n, o para garantizar una soluci¨®n de gobierno que acabe con la incertidumbre vivida desde el mes de diciembre. La mera hip¨®tesis de tener que recurrir a unas terceras elecciones generales parece lo bastante grave como para que los partidos aclaren lo que se proponen hacer.
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