La soluci¨®n es votar
El 20-D fuimos a las urnas indignados. Seis meses despu¨¦s, lo hacemos cada vez m¨¢s frustrados
Defraudados con el bipartidismo, el voto de la indignaci¨®n se gest¨® por fases. Lo ensayamos en las europeas de 2014, despu¨¦s en las andaluzas de 2015, en las municipales y auton¨®micas y, finalmente, en unas catalanas casi plebiscitarias. Su sentencia fue un Parlamento m¨¢s fragmentado, m¨¢s complejo, como Espa?a, y con los mismos votos a derecha e izquierda. Los mismos bloques desde el inicio de la democracia, pero m¨¢s divididos.
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?Como ser¨¢ el voto de la frustraci¨®n? No lo sabemos. No se f¨ªe de las encuestas, no hay precedentes de una repetici¨®n electoral. Cambiar de voto lleva tiempo, porque necesitamos encontrar alternativas cre¨ªbles, pero sobre todo porque el voto siempre dice algo de nosotros y no nos gusta reconocer errores. Para abstenernos, basta con desconectar la televisi¨®n y pasar de la informaci¨®n pol¨ªtica y de la conversaci¨®n familiar. La historia electoral espa?ola es la historia de la abstenci¨®n, la abstenci¨®n de la izquierda. Cuando la izquierda se abstiene, gobierna c¨®modamente la derecha. En 2000, la abstenci¨®n de 4,5 millones de electores socialistas regalaron la primera mayor¨ªa absoluta al PP, la que hizo posible la participaci¨®n de Espa?a en la guerra de Irak. En 2011, la izquierda tom¨® las plazas y las calles al grito de ¡°no nos representan¡±. La derecha tom¨® los ayuntamientos y las comunidades aut¨®nomas primero y, al a?o siguiente, con apenas 500.000 votos m¨¢s que en 2008, Rajoy logr¨® una c¨®moda mayor¨ªa absoluta.
Tras m¨¢s de siete a?os de crisis, Espa?a es otra, m¨¢s pobre, m¨¢s desigual. En estos a?os, tres millones de personas han abandonado la clase media, hemos creado una nueva categor¨ªa de exclusi¨®n, los trabajadores pobres, y no solo tenemos m¨¢s familias y m¨¢s ni?os en situaci¨®n de pobreza severa, sino que, como principales afectados por los recortes p¨²blicos, sus condiciones de vida han empeorado.
Y en una sociedad mas desigual, lo primero que se pierde es la idea de progreso. En palabras de Bauman, ¡°el progreso, otrora la m¨¢s extrema manifestaci¨®n de optimismo radical¡ representa ahora la amenaza de un cambio implacable¡±. Y cuando la fe en el progreso desaparece, su lugar lo ocupa la incertidumbre, y con ella se pierden las lealtades y aparece el miedo. Miedo de quienes han perdido la confianza en que con esfuerzo se puede lograr un futuro mejor. Miedo de quienes, con esfuerzo, han alcanzado una posici¨®n que ven peligrar.
La historia electoral espa?ola es la historia de la abstenci¨®n, la abstenci¨®n de la izquierda
Que, en estas condiciones, la oferta de Podemos sea ¡°desbordar¡± a la izquierda, gracias a un ¡°pacto instrumental para sortear la ley electoral¡±, con varios l¨ªderes y programas contradictorios, no est¨¢ ni de lejos a la altura de su promesa de regeneraci¨®n democr¨¢tica. Que el PP lo fie todo al ¡°miedo a Podemos¡± no le va a funcionar. Siendo el partido con el mayor nivel de rechazo y con el l¨ªder peor valorado, es poco probable que retenga electores ¨²nicamente jugando al domin¨® y pase¨¢ndose por las tertulias deportivas. Pero no lo tienen mejor el PSOE y Ciudadanos, los ¨²nicos que han intentado alcanzar acuerdos y que, sin embargo, han acabado decepcionando m¨¢s a sus electores.
No votar es f¨¢cil, pero abandonar la abstenci¨®n tambi¨¦n. Muchas cosas han cambiado desde el 20-D. No solo ha cambiado el mapa de nuestros partidos, tambi¨¦n la composici¨®n de la abstenci¨®n. Tan posible es que quienes cambiaron su voto en diciembre reafirmen su nueva identidad electoral, como que quienes se quedaron en casa se sientan ahora motivados a expresar su frustraci¨®n, precisamente votando.
Ninguno de los retos con los que nos jugamos nuestro futuro tiene soluci¨®n desde la confrontaci¨®n
Sin acuerdos, a ambos lados, no hay gobierno, ni soluciones. Asegurar (unos a?os) nuestras pensiones, requiere nuevos impuestos y retrasar la edad de jubilaci¨®n, una pol¨ªtica que jam¨¢s podr¨¢ aplicar, a solas, un gobierno de derechas. Proporcionar empleo (y un poco de dignidad) a las familias m¨¢s castigadas por la crisis requiere un esfuerzo p¨²blico, pues el sector privado, sin ayuda, no los puede generar, una pol¨ªtica que jam¨¢s podr¨¢ aplicar, a solas, un gobierno de izquierdas. Mejorar (a medio plazo) nuestra competitividad, requiere un acuerdo urgente por la calidad de la educaci¨®n, un acuerdo que ning¨²n gobierno lograr¨¢ con una oposici¨®n "tirada al monte¡±. Encauzar (que no resolver) el desaf¨ªo independentista, requiere tender la mano a Catalu?a y es Espa?a, toda, quien debe hacerlo, no es por tanto tarea solo de un partido. Ninguno de los retos con los que nos jugamos nuestro futuro tiene soluci¨®n desde la confrontaci¨®n y el ajuste de cuentas. ?A qu¨¦ juegan, entonces, nuestros partidos? ?Por qu¨¦ apelan al miedo y al instinto de liquidaci¨®n?
Fue Aza?a el primero de nuestros pol¨ªticos que proclam¨® que aquella Espa?a de ¡°se?oritos y jornaleros¡± no ten¨ªa soluci¨®n desde los extremos. Tras d¨¦cadas de errores y tras d¨¦cadas de aciertos, con problemas serios, muy serios, que por suerte ya nada tienen que ver con aquellos, hoy la soluci¨®n es precisamente votar. En apenas dos a?os, lo votos han cambiado la pol¨ªtica en Espa?a. Quiz¨¢s los partidos, viejos y nuevos, no est¨¦n a la altura de los retos, pero no ser¨¢ la abstenci¨®n, sino el voto, frustrado quiz¨¢s, lo que les obligue a mejorar.
Joan Navarro, soci¨®logo, es socio y vicepresidente de Llorente & Cuenca.
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